Cuando
las personas piensan en un cuerpo saludable, imaginan esas figuras
esculturales, de esas que aparecen en revistas, que crean estereotipos y
que en algunos casos son ficticias, retocadas por la mágia del bisturí o
la del photoshop.
Por lo general la típica salida es buscar a un
buen cirujano, una estética que descargue sobre el cuerpo cuanta crema y
aceites que remuevan mágicamente las “imperfecciones” que a través de
la comida o diferentes hechos se han acumulado en el cuerpo, en el peor
de los casos, tanto hombres como mujeres recurren a la toma de fármacos
que según especialistas en medicina, nutricionistas y entrenadores;
lograrán que te veas “de revista”.
Lo que pocos se han dedicado a investigar y
prácticar es el funcionamiento real y natural del cuerpo humano, la
naturaleza y todo lo que la misma brinda a fin de lograr un equilibrio
en total armonía con el espacio.
No se trata de cambiar percepciones, sino más bien
de concienciar que un cuerpo saludable no se limita a las curvas y un
vientre plano, el ser humano debe cultivarse desde adentro como una
manera de proyectarse natural y saludablemente frente al mundo.
La alimentación juega un papel fundamental, pero
no esa en la que se consumen grandes venenos y agresores para el cuerpo
(harina de trigo, leche, café, azúcar, cigarrillos y alcohol) y que
después se mantienen a raya con una “pastillita”, sino de conocer los
alimentos que brindan una verdera salvación a las células, esas que son
capaces de regenerarse y transformar tu vida.
Carlos Álvarez, experto en medicina regenerativa,
afirma que todas las enfermedades pueden ser curadas, con tan solo hacer
paulatinamente cambios en los hábitos alimenticios y la inclusión de
nutriendes básicos y naturales para el buen funcionamiento orgánico.
Pescados, pollo, granos, alimentos verdes,
tubérculos y frutos secos en forma de leche de semillas, representan el
inicio de la transformación de un organismo que ha sido enveneando por
lo que las industrias han denominado alimentos, pero que en realidad por
su composición química afectan de forma aberrante el equilibrio natural
del cuerpo y de allí que empiecen a producirse enfermedades.
La invitación a este nuevo mundo de visualizar la
salud crea incertidumbre en muchos, pero, ¿acaso no es lógico pensar que
Dios creó la naturaleza y se la ofreció al hombre para que este
cultivara y de ella saliera el alimento?, entonces por qué cegarnos ante
una realidad que ha sido olvidada gracias a la industrialización de los
alimentos y la cotidianidad que abruma a los habitantes del planeta.
El verde, un color que no sólo se asocia a los
parques, sino que logra en las células regeneración nunca antes pensada
por el hombre a través de los alimentos tal y como los ofrece la
naturaleza, es una realidad que ya no podrá ser censurada por las
empresas farmacéuticas, esas que enferman a los sujetos a través de la
chatarra y se muestran como sus salvadores creándoles “la cura” y
generando para su industria miles de millones de dólares en ganancia.
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