La tormenta perfecta avanza por dos frentes: una guerra económica abierta –como se ve en el asedio vía sanciones– y
un ataque concertado, encubierto, desde la sombra, al corazón de la
economía rusa. El desenlace que quiere Washington es evidente:
empobrecer y reducir al adversario y forzarlo a arrodillarse sumisamente
a los caprichos del "Imperio del Caos". Y fanfarroneando sobre eso hasta alcanzar la "victoria".
El problema radica en que resulta que Moscú ha descifrado
impecablemente el juego, incluso antes de que Putin, el pasado octubre
en el Club Valdai precisara la doctrina Obama como "nuestros socios
occidentales" trabajando como ejecutantes de la "teoría del caos
controlado".
Así que Putin nítidamente comprendió el monstruoso ataque de caos
controlado de esta semana. El Imperio tiene un enorme poder de dinero,
una gran influencia sore el PIB mundial de 85 billones, y el poder
bancario detrás de todo esto. Así que nada más fácil que usar ese poder a
través del sistema de la banca privada, que controla en realidad a los
bancos centrales, para crear una corrida del rublo. Piensen en el
"Imperio del Caos" soñando con llevar el rublo a una caída de 99% o algo
parecido, arruinando así a la economía rusa. ¿Qué mejor forma de
imponer disciplina imperial a Rusia?
La opción "nuclear"
Rusia le vende petróleo a Occidente en dólares. Lukoil, por ejemplo,
tendría un depósito en dólares en un banco norteamericano por el
petróleo que venden. Si Lukoil tiene que pagar salarios en rublos en
Rusia, entonces tendría que vender los depósitos en dólares y comprar en
Rusia un depósito en rublos para su cuenta bancaria. Esto, en efecto,
es el soporte del rublo. A la pregunta de si Lukoil, Rosneft y Gazprom
están almacenando en dólares y reteniéndolos, la respuesta es no. Y lo
mismo aplica a otros negocios rusos.
Rusia no está "perdiendo sus ahorros", como alardean los medios
corporativos occidentales. Rusia siempre puede exigirle a las compañías
extranjeras a relocalizarse en Rusia. Apple, por ejemplo, podría abrir
una planta en Rusia. Los recientes acuerdos Rusia-China incluyen la
construcción de fábricas chinas en Rusia. Con un rublo depreciado, Rusia
es capaz de forzar que fábricas que estén ubicadas en la Unión Europea
se reubiquen en Rusia, de otra manera estas compañías pierden su
mercado. De algún modo Putin admitió que Rusia debió hacer esto mucho
antes. El proceso –positivo– ahora es inevitable.
Y luego está la opción "nuclear"; que Putin ni siquiera llegó a
mencionar. Si Rusia decide imponer controles sobre el capital y/o impone
unas "vacaciones" al pago de mayores tramos de la dueda a inicios de
2015, el sistema financiero europeo explotaría, al mejor estilo "shock y pavor"; después de todo, mucho de la banca rusa y de las inversiones corporativas están cubiertas en Europa.
El problema no es el riesgo para Rusia per sé; lo que importa es el
vínculo a los bancos europeos. Como un inversionista me dijo, Lehman
Brothers, por ejemplo, se derrumbó tanto en Europa como en Nueva York,
basado en las interconexiones. Pero Lehman estaba radicado en Nueva
York. Lo que cuenta es el efecto dominó.
De Rusia implementar está opción financiera "nuclear", el sistema
financiero occidental no sería capaz de absorber el shock por default. Y
esto demostraría –de una vez por todas– que
los especuladores de Wall Street han construido un castillo de naipes
tan frágil y corrupto que al aparecer la primera tormenta real lo
convertiría en polvo.
A un disparo de distancia
¿Y qué si Rusia cae en incumplimientos de pagos creando un desastre
de la deuda de 600 millardos de dólares que tiene el país? Este
escenario se describe como los Dueños del Universo ordenándole a Janet
Yellen (de la Reserva Federal norteamericana) y a Mario Draghi
(presidente del Banco Central Europeo) para que creen créditos en el
sistema bancario para prevenir "daños excesivos", como en 2008.
Pero entonces Rusia decide cortar el suministro de gas natural y
petróleo a Occidente (mientras el flujo se mantiene hacia Oriente). La
inteligencia rusa podría sembrar un caos indetenible en las estaciones
de bombeo del Maghreb al Medio Oriente. Rusia podría bloquear todo el
petróleo y el gas natural bombeado a los "estánes" centro asiáticos. El
resultado: el colapso financiero más grande de la historia. Y el final
de la panacea excepcionalista del "Imperio del Caos".
Por supuesto, este es el escenario apocalíptico. Pero no provoquen al oso, porque el oso podría hacer eso repentinamente.
Putin estuvo tan fresco, calmado, sereno –y dispuesto a indagar en los detalles– en su rueda de prensa porque él sabe que Moscú es capaz de moverse con total autonomía. Esta es –por supuesto– una
guerra asimétrica, contra un peligroso imperio que se derrumba. ¿En qué
pensarán esos enanos intelectuales que pululan en la patirrota
administración Obama? ¿Que pueden venderle a la opinión pública
norteamericana –y mundial– la
idea de que Washington (los perros falderos europeos, en realidad)
librará la guerra nuclear, en el teatro europeo, en nombre de ese Estado
fallido llamado Ucrania?
Esta es una partida de ajedrez. El asedio al rublo se suponía que
fuera jaquemate. No lo fue. No cuando lo despliegan unos novatos
jugadores de scrabble. Y no olviden la asociación estratégica
Rusia-China. La tormenta podrá amainar, pero el partido continúa.
Tomado de la versión en inglés de Russia Today
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