“Las actividades planificadas de nuestra preparación operativa y combativa son presentadas como señales amenazantes para nuestros países vecinos. Se alientan tesis sobre una amenaza militar, una nueva Guerra Fría, una nueva carrera armamentista”, dijo a medios locales.
Shoigu agregó: “Sin lugar a dudas, esto no es así. Nuestras Fuerzas Armadas deben garantizar la seguridad del país“.
“Últimamente escuchamos muchas acusaciones de nuestros socios occidentales, preocupados por el creciente nivel de preparación y capacidad militar de nuestras Fuerzas Armadas. Son condiciones necesarias para garantizar la disposición de combate del ejército de cualquier país”, señaló.
Shoigu insistió en que las numerosas maniobras militares organizadas en los últimos meses por las Fuerzas Armadas rusas “no son señales contra nadie y menos aún, amenazas“.
Además del retorno de la Armada rusa al Mediterráneo tras veinte años de ausencia (1992-2013) y la intervención aérea en Siria, Rusia ha reforzado en los últimos meses el número de buques en las costas del país árabe, donde ha desplegado misiles antiaéreos S-300 y S-400.
También ratificó hoy un acuerdo para el emplazamiento indefinido de sus aviones en el aeródromo de Jmeimim, en la provincia siria de Latakia, y anunció esta semana que convertirá en base naval el puerto de mantenimiento sirio de Tartus.
Las cancillerías occidentales también han expresado su preocupación por el despliegue provisional de misiles tácticos Iskander en el enclave báltico de Kaliningrado, limítrofe con Polonia y Lituania, países miembros de la OTAN.
Recientemente, el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció la salida de su país del tratado de reutilización del plutonio militar, parte del programa de desarme estratégico que busca convertir en irreversible el fin de la Guerra Fría.
Y entre las condiciones para regresar a dicho acuerdo, mencionó la retirada de las tropas y el armamento desplegado por EEUU en los países de Europa del Este que ingresaron en la Alianza Atlántica a partir de este siglo, es decir, Bulgaria, Rumanía y los países bálticos.
Putin considera que el escudo antimisiles norteamericano en Europa y en Asia es una amenaza directa para la seguridad de Rusia, pero descartó que vaya a cometer el mismo error de la URSS de implicarse en una carrera armamentista con EEUU.
Con información de EFE