Es sábado 25 de julio, en horas de la mañana, en San Cristóbal, pero
igual sucedió en la tarde, bastó un recorrido por la ciudad para
comprobar que no había colas en las estaciones de combustible. Esta
característica hace ver a la Villa de Juan Maldonado diferente, sobre
todo si se tiene en cuenta que 15 días atrás los lugares donde hay
bombas eran bordeados por cuadras de carros en fila en espera de poder
surtir gasolina.
Los “isleros”, conocidos popularmente como los
bomberos, lucen hasta aburridos. Extrañan el agite de los días cuando
todos sus clientes se desesperaron por surtir y no se puede obviar que
desde el 2002 no ha existido en este estado fronterizo paz gasolinera,
pues el problema es cíclico. La situación aplica también para este
domingo, con más estaciones abiertas y pocos carros, como debe ser,
como siempre debió ser.
El aumento de las estaciones de Servicio
de Abastecimiento Fronterizo Especial de Combustible (Safec) y el
incremento del valor del litro de gasolina, a 83 y 90 bolívares,
causaron revuelo, confusión, incertidumbre y desinformación, pues muchos
pensaron que ese era el inicio del aumento muchas veces prometido y aún
congelado del vital hidrocarburo.
El fin de semana, en varias estaciones de servicio abiertas, los empleados (que a veces tienen harto trabajo) tenían tiempo para un merecido descanso mientras esperaban la clientela |
Llegó
una semana de colas hasta de tres horas para colocar combustible y
luego vino la solución en voz del Gobierno nacional y regional: más
combustible para el Táchira y las temidas Safec serían solo las que se
instalaron, más dos en proyecto. Una vez disipados los rumores se
eliminaron las colas y, aunque parece algo de lo que el premio Nobel de
Literatura García Márquez llama lo real maravilloso, es cierto, van dos
semanas, incluyendo sábado y domingo, sin filas en las gasolineras.
Varios
analistas han dicho que las estaciones Safec sí han funcionado y, de
hecho, en los primeros días del aumento del precio del litro de
combustible lucían desoladas, ahora ya tienen vehículos en cola.
Y
es que muchas personas del vecino país -no solo los llamados
gasolineros o contrabandistas- que no tenían chip debían sortear
infinidad de obstáculos para poder surtir y ahora lo hacen con
tranquilidad al no requerir Tag, sino solo disponer del dinero necesario
para comprar el litro de gasolina a 90 y 83 Bs el litro, en el área
limítrofe. Y si llevan la factura, ninguna autoridad los va a
cuestionar; es una compra legalísima.
Para
Venezuela (Pdvsa), no hay nada ilegal en que las personas, incluyendo a
las que tienen placa neogranadina, compren gasolina, ya que la están
pagando a precio de exportación y es negocio, es decir, no es
subsidiada. Y quienes la compran obtienen su recompensa, pues por el
diferencial cambiario entre el bolívar y el peso, aun a 90 bolívares el
litro es barata, muchísimo más económica que en su casa
nortesantandereana.
Si alguien puede resultar afectado es el
Estado colombiano, pues sus connacionales llevan combustible del vecino
país, es decir, de Venezuela; en vez de comprarlo en su patio a su
industria; pero bueno, eso no es novedad, lo han hecho toda la vida y,
además, allí no sobran los hidrocarburos.
Esta idea -de vender a
los colombianos lo que quieran, legalmente, a un precio superior- venía
siendo manejada desde hace más de un año por el gobernador José Vielma
Mora y, por lo menos en 15 días, ha dado resultado y su éxito estará en
que perdure.
El Táchira sin las colas para surtir gasolina parece otro estado.
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