Después de que se tomara la decisión de construir el Canal de Nicaragua, el Departamento de Estado de EE.UU. empezó a materializar su plan de desestabilización de América Latina y justificó su intervención en los asuntos de los países de la región alegando preocupación por la presunta violación de los derechos humanos en la zona, afirma el periodista y politólogo Ígor Ignátiev.
De acuerdo con el artículo del experto publicado en el portal Politikus, Washington intentó, en primer lugar, organizar multitudinarios disturbios en Nicaragua, pero ahora su presencia se hace cada vez más prominente en los países vecinos al futuro canal.
Según el especialista, no hace tanto tiempo se intensificó el control del supuesto tráfico de drogas en Brasil y Venezuela, y ahora le ha llegado el turno a Ecuador.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, por su parte, ha declarado durante la emisión del programa Kartina mira’ (‘Imagen del mundo’), en el canal de televisión RTR-Bielorrusia, que Ecuador también siente la presión de EE.UU. en materia de derechos humanos y la intervención de grupos radicales estadounidenses de extrema derecha, destinados a desestabilizar la sociedad.
La misma situación, de acuerdo con Ignátiev, se puede observar en Argentina, Bolivia y Venezuela.
“Es obvio que EE.UU. está empezando un gran juego en América Latina con el objetivo de interrumpir la construcción del Gran Canal de Nicaragua”, afirma el periodista.
DESDE QUE EN EL SIGLO XIX SE HABLÓ DE LA POSIBILIDAD DE UN CANAL INTEROCEÁNICO EN NICARAGUA, EE.UU. IMPIDIÓ POR LA FUERZA EL PROYECTO, PARA CONSTRUIR EL DE PANAMÁ. |
El experto también señala que en este caso Washington utiliza su estrategia común de traer inestabilidad en la región, agitar la situación política, y con ello bloquear el flujo de las inversiones de otros países.
Ignátiev explica que la Administración de Obama trata de provocar en América Latina la misma situación que está sucediendo actualmente en Oriente Medio.
La inestabilidad en la región sin duda daría lugar a una disminución de la calidad de vida que, por su parte, congelaría todos los proyectos de alta tecnología y desviaría los flujos de dinero extranjero hacia los “países desarrollados”.
RT
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