Nunca
vieron y nunca van a ver. Esos que juran, hasta con lagrimitas en los
ojos, que los tiempos adeco copeyanos eran una mezcla del Paraiso
Terrenal con Disney World: los venezolanos todos, sonrientes, prósperos,
tomaditos de la manos porque “éramos felices y no lo sabíamos”. Nunca
vieron los cerros, aunque los presentían. En las casas del este del
Este, susurraban sus temores: ¡Ay, Dios! ¿Y si bajan los cerros? Y un
escalófrío los estremecía porque decía la leyenda que cuando bajaran no
iba a quedar ni una sola piedrita sobre otra.
¿Por
qué habrían de bajar bravísimos, si éramos todos felices? “ ¡Ay! No sé,
porque nos tienen envidia, porque nosotros sí tenemos papá, porque nos
culpan de sus problemas como si fuera mi culpa de que ellos tengan el
rancho en la cabeza” -Decían entonces tal como dicen hoy, después de que
los cerros bajaran, sin palos, sin piedras, con alegría. Los cerros, el
pueblo, bajó con su voto cuando el voto, por fin, les servió para algo,
cuando por fin hubo un candidato que sí los veía porque él también
venía de allá.
¡Fraude!
-Gritaron ciegos de rabia, una, dos… todas las veces. Como aquello no
cuajó, ensayaron en distintas modalidades de ceguera: Como el “Somos
mayoría”, documentado con fotos de algún centro electoral de alguna
urbanización cacerolera . Y el “No fue nadie”, documentado con las
mismas fotos de los mismos centros, esta vez para ilustrar el fracaso de
las primarias del chavismo.
Más
de tres millones de chavistas que votamos en nuestras internas que no
existimos, y si existimos es porque nos pagaron, nos obligaron, nos
arrearon como chivos a los centros y nosotros calladitos, con la
oportunidad de oro para denunciar semejante atropello ante los medios,
una sola cámara de CNN bastaba para que el mundo supiera lo que Prados
del Este todos saben. Pero nada, los chavistas brutos, felices en las
colas.
Votamos,
según dijo un iluminado opositor, a cambio de un kilo de carne que a mi
no me dieron y no sé a quién reclamar. Votamos, como dijo una de las
poquitas aspirantes a diputada de la oposición: “Es que creyeron que
eran colas para comprar comida”. Así nos ven cuando dicen que nos ven.
Luego,
esos “demócratas” que siempre se reservan el derecho de admisión,
pretenden hablar en nombre del pueblo. Luego vienen a pedirnos el voto.
El peor ciegoby Carola Chávez |
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