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miércoles, 25 de junio de 2014

Exploradores hallan en Venezuela la cueva de cuarcita más larga del mundo




El Auyantepuy es una montaña en forma de meseta que por segunda vez en la historia logra deslumbrar al mundo. En 1937, el catalán Félix Cardona y el estadounidense Jimmy Ángel se encontraron frente al salto de agua más alto del planeta, con sus 979 metros. Y seis décadas después, un grupo de exploradores se cuela por unas de sus grietas para dar con la cueva de cuarcita más larga de la tierra, con una extensión de hasta ahora 20,2 kilómetros.
No se trata de una cavidad cualquiera. Los descubridores aseguran que en su interior podrían existir al menos tres nuevos minerales, además de una larga lista de fauna y flora aún no catalogadas. La cueva está ubicada en el Parque Nacional Canaima, al sureste de Venezuela, donde habitan sólo los indígenas de la etnia pemón.
El explorador Freddy Vergara narra a La Vanguardia.com qué significa este hallazgo para el mundo de la ciencia y las experiencias que han marcado esta expedición.
- El Auyantepuy tiene una extensión de 700 kilómetros cuadrados. ¿Cómo logran ubicar la cueva?


Todo comenzó porque en el 2009 nos llamó el piloto Raúl Arias para avisarnos de que había visto algunas señales que le hacían pensar que había una cueva por el lado este del Auyantepuy. Nosotros no lo conocíamos personalmente, pero sí sabíamos que se trataba de un piloto con más de 23.000 horas de vuelo en helicóptero por la selva, una experiencia que lo ha convertido en el descubridor de alguna cueva más pequeña en años anteriores. Así que nos reunimos y comenzamos a planificar el viaje.
- ¿Qué tipo de señales avistó el piloto?
Esta cueva es tan mágica que desde el aire se logra ver como un espectáculo. La grieta principal de acceso – que hemos bautizado como la Cima del viento - mide 80 metros de profundidad. Por ese lado del Auyantepuy siempre hay nubes, pero justo en esa grieta las nubes son expulsadas hacia arriba, dando la sensación de que se trata de una cascada a la inversa, es decir, que las nubes corren de abajo hacia arriba.
- ¿Y a qué se debe?
Se debe a que en la cueva, por su hidráulica, sopla un fuerte viento, entonces las nubes son expulsadas cuando llegan a esa grieta. El piloto al sobrevolar la zona se encontró con este fenómeno y por ello nos avisó de la posibilidad de que existiese una cueva. Lo que no sabíamos es que iba a tener una magnitud como la que nos encontramos: 20, 2 kilómetros.
- ¿Quiénes participaron en esta expedición?
La primera vez que entramos a la cueva fue en el año 2013. Fuimos siete integrantes de dos organizaciones. La asociación venezolana Theraposa y la italiana La Venta, que hace exploraciones desde hace décadas por todas partes del mundo.
- ¿Qué fue lo primero que encontraron al ingresar a la cueva?
Cuando llegamos a la cima nos dimos cuenta que no había una entrada como tal, entonces uno de los exploradores vio una grieta de donde comenzó a sacar piedras hasta que pudo entrar. Fue en ese momento donde se vio que era una lugar subterráneo muy amplio, que además contaba con un río que fluía.
La primera expedición nos llevó 15 días. En ese tiempo nos topamos con la grandeza de la cueva, que está conformada por una especie de salones gigantes: la Sala Pauline Cometti con 270 metros de largo por 160 de ancho, el Colector del Noroeste que se extiende con una anchura de galería de unos 300 metros.
Cuando estás allí dentro te sientes como una hormiguita. Hace unas semanas volvimos a la zona para realizar una segunda expedición. Esta vez pudimos medir 20,2 kilómetros, con lo que la cueva pasa a ser oficialmente la cavidad en cuarcitas más larga del mundo y la cueva más larga de Venezuela. 
- Estos 20,2 kilómetros. ¿Representan la dimensión total?
No, es apenas lo que llevamos explorado. Aún nos falta mucho camino por recorrer. Estos 20, 2 kilómetros son los explorados en la cueva como tal, sin haber salido a la luz. La cueva podría tener más de 100 kilómetros cuadrados. Pero con los años, algunas zonas de la cueva se han caído y eso ha hecho que se subdividiera, que no sea una cueva continúa.
Nosotros nos encontramos que en algunas zonas ya había salida de aire, y luego una ranura que da continuidad a la cueva. Por eso ya no hablamos de una sola cueva sino de un sistema de cuevas de cuarcita.
- Desde el punto de vista científico, ¿Qué información se encuentra en esta cueva?
Hay que recordar que esta cueva está en el interior de uno de los 43 tepuyes que se encuentran en el Parque Nacional Canaima. Estas montañas son zonas únicas en el mundo. Una manera de explicarlo de forma sencilla es: Hace dos o tres millones de años se quiso guardar información genética de la tierra, entonces se fabricaron unos cofres como los que usaban los piratas para resguardar sus tesoros. Y los tepuyes son estos cofres, y dentro hay información que esperamos sea muy valiosa para la ciencia.
Nosotros nos colamos por la cerradura de ese cofre. Y el tesoro real es lo que nos encontramos allí adentro. Por ahora sabemos que hay tres nuevos tipos de minerales. Si esto se confirma, es una información que podría cambiar la tabla periódica.
- La cueva ha sido bautizada con el nombre indígena Imawarí ¿qué significa?
Imawarí es un espíritu que vive en la cueva y su función es protegerla. Esto es parte de la mitología pemona. En la entrada de la cueva hay una pared que está agrietada. Esas líneas dibujan distintos rostros mirando hacia el interior de la cueva. Entonces la leyenda dice que son los espíritus que cuidan de los tepuyes.
Otra cosa curiosa es que hablando de la mitología pemona, los abuelos cuentan que los espíritus imawarís pasaban desde el Valle de Kamarata hasta el Valle del Churum por dentro de una cueva. Resulta que en la cueva recién descubierta se entra por Kamarata y se sale por Churum.
Esta coincidencia hace que ahora los indígenas nos comenten que sus chamanes tenían razón, ¨porque sí existe la cueva por donde pasaban nuestros espíritus”.
- Es un descubrimiento que se asemeja al Salto Ángel, ¿Terminarán los turistas visitando esta cueva?
Ahora mismo hay que investigar, hacer estudios de lo que nos encontramos ahí adentro porque desde el punto de vista científico esto puede ser una puerta a la cura de muchas enfermedades. Después de que se haga todo esto, dentro de 30 ó 40 años sí que los pemones podrán organizar excursiones a grupos pequeños de turistas conscientes del sitio que van a visitar.
Es una cueva tan delicada que hay cristales en el piso que ni siquiera puedes ver con los ojos, de hecho se daña al pisar. Este año marcamos ciertas zonas con cinta amarilla para pisar por allí y no destruir nada más. Si se va a hacer algún estudio aparte, sólo va la persona encargada.
- Es una zona sólo habitada por los indígenas pemones. Es un territorio que les pertenece. ¿Cómo ha sido la relación con la comunidad cercana a la cueva?
Los indígenas no lo entendían. Al principio nos dijeron que si queríamos ir a investigar la cueva era porque estaba llena de oro o diamantes, y queríamos hacernos ricos. Nos tocó explicar que el oro viene dentro del cuarzo, en los tepuyes lo que hay son cuarcitas, el material previo al cuarzo, y por eso no hay oro, ni mucho menos diamantes que es el carbón petrificado en los bosques.
No entienden que lo estamos haciendo para abrir un camino nuevo a la ciencia, a los estudios. No lo sabemos, pero con lo que hay dentro podría encontrarse hasta la cura del cáncer. ¡Y ojalá sea así!
-¿Y llegaron a un acuerdo?
Sí, no se puede, ni queríamos ingresar a la zona sin el consentimiento de sus habitantes. Tuvimos que ir a reuniones para explicar que nosotros no veníamos a buscar oro. Y es que uno de los problemas más graves que está afrontando esta etnia indígena es la minería en la zona. Esta es una de las grandes desgracias que le puede pasar al Parque Nacional Canaima. Una realidad que espero que cambie.
En la última expedición fuimos con Hortensia Berti, una de las pemonas que representa a la comunidad. Allí en la cima le hicimos la entrega formal de la cueva descubierta, es algo que les pertenece, sin duda alguna.
- ¿Qué pasos seguirán a partir de ahora?
Estamos frente a un mundo donde sólo conocemos una gota y lo que ignoramos es un océano. Estamos gestionando los permisos con el gobierno de Venezuela para continuar con las expediciones.
También tenemos que explorar los ríos que hay dentro de la cueva. Por ejemplo, nos encontramos que dentro de la cueva confluyen dos ríos que crean una especie de Delta, que sólo deja una distancia hasta el techo de menos de un metro. Claro, aquí necesitamos volver con equipo de buceo. Pero seguro que debajo de ese delta se encontrarán animales y plantas nuevas para la ciencia.

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