El Auyantepuy es una montaña en forma de meseta que por segunda vez en la historia logra deslumbrar al mundo. En 1937, el catalán Félix Cardona y el estadounidense Jimmy Ángel
se encontraron frente al salto de agua más alto del planeta, con sus
979 metros. Y seis décadas después, un grupo de exploradores se cuela
por unas de sus grietas para dar con la cueva de cuarcita más larga de la tierra, con una extensión de hasta ahora 20,2 kilómetros.
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El explorador Freddy Vergara narra a La Vanguardia.com qué significa este hallazgo para el mundo de la ciencia y las experiencias que han marcado esta expedición.
- El Auyantepuy tiene una extensión de 700 kilómetros cuadrados. ¿Cómo logran ubicar la cueva?
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Todo
comenzó porque en el 2009 nos llamó el piloto Raúl Arias para avisarnos
de que había visto algunas señales que le hacían pensar que había una
cueva por el lado este del Auyantepuy. Nosotros no lo conocíamos
personalmente, pero sí sabíamos que se trataba de un piloto con más de
23.000 horas de vuelo en helicóptero por la selva, una experiencia que
lo ha convertido en el descubridor de alguna cueva más pequeña en años
anteriores. Así que nos reunimos y comenzamos a planificar el viaje.
- ¿Qué tipo de señales avistó el piloto?
Esta
cueva es tan mágica que desde el aire se logra ver como un espectáculo.
La grieta principal de acceso – que hemos bautizado como la Cima del
viento - mide 80 metros de profundidad. Por ese lado del Auyantepuy
siempre hay nubes, pero justo en esa grieta las nubes son expulsadas
hacia arriba, dando la sensación de que se trata de una cascada a la
inversa, es decir, que las nubes corren de abajo hacia arriba.
- ¿Y a qué se debe?
Se
debe a que en la cueva, por su hidráulica, sopla un fuerte viento,
entonces las nubes son expulsadas cuando llegan a esa grieta. El piloto
al sobrevolar la zona se encontró con este fenómeno y por ello nos avisó
de la posibilidad de que existiese una cueva. Lo que no sabíamos es que
iba a tener una magnitud como la que nos encontramos: 20, 2 kilómetros.
- ¿Quiénes participaron en esta expedición?
La
primera vez que entramos a la cueva fue en el año 2013. Fuimos siete
integrantes de dos organizaciones. La asociación venezolana Theraposa y la italiana La Venta, que hace exploraciones desde hace décadas por todas partes del mundo.
- ¿Qué fue lo primero que encontraron al ingresar a la cueva?
Cuando
llegamos a la cima nos dimos cuenta que no había una entrada como tal,
entonces uno de los exploradores vio una grieta de donde comenzó a sacar
piedras hasta que pudo entrar. Fue en ese momento donde se vio que era
una lugar subterráneo muy amplio, que además contaba con un río que
fluía.
La primera expedición nos llevó 15 días. En ese tiempo nos
topamos con la grandeza de la cueva, que está conformada por una
especie de salones gigantes: la Sala Pauline Cometti con 270 metros de
largo por 160 de ancho, el Colector del Noroeste que se extiende con una
anchura de galería de unos 300 metros.
Cuando estás allí dentro
te sientes como una hormiguita. Hace unas semanas volvimos a la zona
para realizar una segunda expedición. Esta vez pudimos medir 20,2
kilómetros, con lo que la cueva pasa a ser oficialmente la cavidad en
cuarcitas más larga del mundo y la cueva más larga de Venezuela.
- Estos 20,2 kilómetros. ¿Representan la dimensión total?
No,
es apenas lo que llevamos explorado. Aún nos falta mucho camino por
recorrer. Estos 20, 2 kilómetros son los explorados en la cueva como
tal, sin haber salido a la luz. La cueva podría tener más de 100
kilómetros cuadrados. Pero con los años, algunas zonas de la cueva se
han caído y eso ha hecho que se subdividiera, que no sea una cueva
continúa.
Nosotros nos encontramos que en algunas zonas ya había
salida de aire, y luego una ranura que da continuidad a la cueva. Por
eso ya no hablamos de una sola cueva sino de un sistema de cuevas de
cuarcita.
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- Desde el punto de vista científico, ¿Qué información se encuentra en esta cueva?
Hay
que recordar que esta cueva está en el interior de uno de los 43
tepuyes que se encuentran en el Parque Nacional Canaima. Estas montañas
son zonas únicas en el mundo. Una manera de explicarlo de forma sencilla
es: Hace dos o tres millones de años se quiso guardar información
genética de la tierra, entonces se fabricaron unos cofres como los que
usaban los piratas para resguardar sus tesoros. Y los tepuyes son estos
cofres, y dentro hay información que esperamos sea muy valiosa para la
ciencia.
Nosotros nos colamos por la cerradura de ese cofre. Y el
tesoro real es lo que nos encontramos allí adentro. Por ahora sabemos
que hay tres nuevos tipos de minerales. Si esto se confirma, es una
información que podría cambiar la tabla periódica.
- La cueva ha sido bautizada con el nombre indígena Imawarí ¿qué significa?
Imawarí
es un espíritu que vive en la cueva y su función es protegerla. Esto es
parte de la mitología pemona. En la entrada de la cueva hay una pared
que está agrietada. Esas líneas dibujan distintos rostros mirando hacia
el interior de la cueva. Entonces la leyenda dice que son los espíritus
que cuidan de los tepuyes.
Otra cosa curiosa es que hablando de
la mitología pemona, los abuelos cuentan que los espíritus imawarís
pasaban desde el Valle de Kamarata hasta el Valle del Churum por dentro
de una cueva. Resulta que en la cueva recién descubierta se entra por
Kamarata y se sale por Churum.
Esta coincidencia hace que ahora
los indígenas nos comenten que sus chamanes tenían razón, ¨porque sí
existe la cueva por donde pasaban nuestros espíritus”.
- Es un descubrimiento que se asemeja al Salto Ángel, ¿Terminarán los turistas visitando esta cueva?
Ahora
mismo hay que investigar, hacer estudios de lo que nos encontramos ahí
adentro porque desde el punto de vista científico esto puede ser una
puerta a la cura de muchas enfermedades. Después de que se haga todo
esto, dentro de 30 ó 40 años sí que los pemones podrán organizar
excursiones a grupos pequeños de turistas conscientes del sitio que van a
visitar.
Es una cueva tan delicada que hay cristales en el piso
que ni siquiera puedes ver con los ojos, de hecho se daña al pisar. Este
año marcamos ciertas zonas con cinta amarilla para pisar por allí y no
destruir nada más. Si se va a hacer algún estudio aparte, sólo va la
persona encargada.
- Es una zona sólo habitada por los
indígenas pemones. Es un territorio que les pertenece. ¿Cómo ha sido la
relación con la comunidad cercana a la cueva?
Los
indígenas no lo entendían. Al principio nos dijeron que si queríamos ir a
investigar la cueva era porque estaba llena de oro o diamantes, y
queríamos hacernos ricos. Nos tocó explicar que el oro viene dentro del
cuarzo, en los tepuyes lo que hay son cuarcitas, el material previo al
cuarzo, y por eso no hay oro, ni mucho menos diamantes que es el carbón
petrificado en los bosques.
No entienden que lo estamos haciendo
para abrir un camino nuevo a la ciencia, a los estudios. No lo sabemos,
pero con lo que hay dentro podría encontrarse hasta la cura del cáncer.
¡Y ojalá sea así!
-¿Y llegaron a un acuerdo?
Sí,
no se puede, ni queríamos ingresar a la zona sin el consentimiento de
sus habitantes. Tuvimos que ir a reuniones para explicar que nosotros no
veníamos a buscar oro. Y es que uno de los problemas más graves que
está afrontando esta etnia indígena es la minería en la zona. Esta es
una de las grandes desgracias que le puede pasar al Parque Nacional
Canaima. Una realidad que espero que cambie.
En la última
expedición fuimos con Hortensia Berti, una de las pemonas que representa
a la comunidad. Allí en la cima le hicimos la entrega formal de la
cueva descubierta, es algo que les pertenece, sin duda alguna.
- ¿Qué pasos seguirán a partir de ahora?
Estamos
frente a un mundo donde sólo conocemos una gota y lo que ignoramos es
un océano. Estamos gestionando los permisos con el gobierno de Venezuela
para continuar con las expediciones.
También tenemos que
explorar los ríos que hay dentro de la cueva. Por ejemplo, nos
encontramos que dentro de la cueva confluyen dos ríos que crean una
especie de Delta, que sólo deja una distancia hasta el techo de menos de
un metro. Claro, aquí necesitamos volver con equipo de buceo. Pero
seguro que debajo de ese delta se encontrarán animales y plantas nuevas
para la ciencia.
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