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Los mototaxistas sufren pues no hay pasajeros para pasar de lado a lado de la frontera.Los negocios de comercio y transporte fronterizo están prácticamente congelados. Algunos productos escasean.Foto: Archivo Portafolio.co |
Los controles y contínuos decomisos a contrabandistas y maleteros que se vive en las ciudades de Ureña u San Antonio en Venezuela genera expectativa en Cúcuta.
Pero no es solamente por ese lazo de fraternidad que une a las
poblaciones a ambos lados de la frontera, sino porque las protestas en
Venezuela también han empeorado la situación diaria de miles de cucuteños.
Guillermo, un mototaxista de los cerca de 800 que trabajan en pasar
gente de este lado de la frontera a Venezuela, relató cómo de ganarse
unos 40.000 pesos diarios hace apenas un mes, ahora solo gana 6.000
pesos, tal como sucedió el lunes cuando solo pudo realizar tres
carreras.
Este colombiano, nacido en Villa del Rosario, afirma que desde hace
tres semanas que comenzaron las fuertes protestas en el Estado Táchira,
los cucuteños ya evitan pasar a Venezuela.
Si la situación sigue así, Guillermo asegura que terminará yéndose a
vivir a San Antonio, la primera población que encuentran los colombianos
al otro lado de la frontera, en donde un arriendo vale 50.000 pesos, y
la luz, el agua y el gas un promedio de 1.000 pesos mensuales, y no los
300.000 pesos mensuales que paga en Villa del Rosario por un apartamento
para él y su esposa.
¿No le tiene miedo a lo que pueda pasar en Venezuela? No, responde Guillermo, “yo no me meto en eso”.
Incluso, en La Parada, en donde en diciembre era fácil ver y comprar
toda clase de mercancías de contrabando de Venezuela, los productos
escasean y otros no se consiguen.
“Lo que pasa es que han implementado nuevos controles hasta el punto de taponar la carretera que llega a
San Cristobal desde el centro de Venezuela, o desde esa ciudad a San
Antonio, entonces los camiones no han podido pasar”, afirma resignada
una de las señoras con su puesto de ventas al aire libre.
Pero no son solamente las personas que viven directamente de los
negocios que genera el paso fronterizo los que se han visto
perjudicados. Carlos, un taxista que lleva 14 años en el oficio, afirmó
que apenas este domingo intentó retirarse del negocio.
LA FACTURACIÓN DE LOS NEGOCIOS ESTÁ EN EL PISO
La crisis económica venezolana de los últimos años disminuyó los ingresos de este taxista en un 50 por ciento.
Carlos afirma que hace seis años se hacía un diario de unos 80.000
pesos, mientras que ahora este si acaso llega a los 50.000 pesos.
O a Miguel Canal, el dueño de un almacén de venta de ropa en pleno
centro de Cúcuta, a quien las ventas se le han disminuido hasta en un 80
por ciento en los últimos cuatro años.
“No vienen los venezolanos, pero los cucuteños tampoco tienen para comprar. Pasan días que no se vende un solo peso”, afirma.
Y así, toda la ciudad, que de manera directa o indirecta vive de la
economía venezolana, y despierta todos los días pegada a los televisores
mirando lo que sucede en el país vecino.
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