star-clicks

<!--Begin: Star-Clicks.com HTML Code--><script type='text/javascript' src='https://www.star-clicks.com/secure/ads.php?pid=07271320050789912'></script><!-- End: Star-Clicks.com -->

jueves, 6 de febrero de 2014

Así Se Mueven Las Mafias De Bachaqueros En Maracaibo


bachaerosinfografia
Como una bacteria que carcome poco a poco las entrañas, el tráfico de alimentos o combustible desde Zulia hasta Colombia, actividad conocida en la región como «bachaqueo», destruye el sistema económico del país, y las consecuencias recaen en sus habitantes. Sólo en el ámbito alimentario, desde hace más de un año es casi imposible observar en Maracaibo un supermercado, establecimiento o almacén que venda productos regulados sin la presencia de un «bachaquero», quien generó y mantiene un tráfico que llevó a los tres niveles de Gobierno a aplicar medidas contundentes para detener el «desangre de la Nación», como lo ha asegurado el Estado. Sin embargo, el problema no es sólo de los traficantes.
En algún punto del camino, entre la empresa o industria que produce el alimento hasta que llega a los anaqueles de los supermercados, el sistema se corrompe. Surge el «mercado negro» y con él, empieza el desabastecimiento y la especulación con los precios de ciertos productos.
En la actualidad, sigue siendo difícil conseguir alimentos con precios regulados como el arroz blanco, aceite vegetal, harina PAN, azúcar, margarina, pasta, pollo y papel higiénico. No obstante, en el MercadoLas Pulgas y otros sitios de la capital zuliana sí están presentes, pero con un sobreprecio que, en muchos casos, triplica el costo oficial del producto.
Con la petición de permanecer en el anonimato, un funcionario público quien trabaja en uno de los organismos del Estado encargados de frenar el contrabando, aseveró que la escasez de alimentos se debe a una verdadera red de corrupción que va desde el productor hasta el lugar donde llega la comida. El «bachaquero» es quien, en gran medida, acaba con los productos del país para revenderlos en Colombia al mejor postor.
Red y ruta
En primer lugar, se debe diferenciar la existencia de dos tipos de «bachaqueros»: aquellos quienes laboran para un jefe (líderes de mafias dedicadas a esta práctica) y aquellos quienes trabajan por cuenta propia.
La fuente mencionó que el modo de operar de los «bachaqueros» ha variado con el tiempo, sin embargo, se conoce uno de los mecanismos que siguen empleando hoy día.
En este sentido, expuso que cada camión cargado de alimentos sale de una determinada empresa del interior del país sólo cuando la Superintendencia Nacional de Silos, Almacenes y Depósitos Agrícolas (SADA) le otorga la Guía de Movilización, que se refiere a la única ruta que el vehículo tiene que seguir para llegar a su destino, sea un supermercado u otro establecimiento autorizado por el Gobierno nacional para expender los alimentos. «Si el conductor del camión no posee la Guía, no podrá partir», enfatizó.
Prosiguió al ejemplificar: «Una empresa llena un camión con ocho toneladas de harina PAN, cantidad que será entregada en un comercio específico. Cuando el chofer obtiene la Guía, arranca. Pero resulta que en el lugar destinado deja sólo cuatro toneladas y la otra mitad del cargamento la lleva, de manera fraudulenta, a Las Pulgas».
Luego, detalló, el cargamento dejado en distribuidoras estratégicas en Las Pulgas se coloca en microbuses sin asiento, que son manejados, en su mayoría, por guajiros. Éstos se encargan de trasladar los vehículos hasta los municipios Mara Guajira, para posteriormente llevarlos a sus principales destinos: departamento de Santander, caserío Monte Lara y, en especial, Maicao, localidades colombianas.
Especificó: «En Zulia, los traficantes van por trochas de Mara para llegar a Santander y por Carrasquero para Monte Lara. Por la Guajira se dirigen a Maicao y, otros, prefieren viajar hasta el estado Táchira para ir a Cúcuta, ciudad colombiana donde también se evidencia fuertemente el contrabando».
«En ese trayecto de la red de corrupción también están implicados algunos funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), quienes reciben un pago por dejar pasar los camiones en cada punto de control rumbo a Maicao», aseveró el declarante.
Karla Bracho, nombre ficticio que solicitó por su seguridad, quien se dedica al «bachaqueo» de alimentos de manera particular, reveló su ruta: «De Maracaibo voy a la Guajira, luego, entre una alcabala llamadaRabito y la población Moina tomo un desvío conocido como ‘La 80’ que va a dar a una carretera en Colombia. De ahí agarro una trocha y llego a Maicao, primera ciudad que se encuentra al pasar la frontera».
El viaje completo de Bracho dura entre cinco y siete horas y lo efectúa una vez por semana, cada domingo. Ella, al igual que muchos otros implicados en este negocio, pertenece a una de las 18 cooperativas que, legalmente, están encargadas de llevar alimentos a la Baja, Media y Alta Guajira venezolana.
«Muchos de nosotros llevamos la mitad o un poco menos del cargamento a la Guajira y la otra a Colombia. Aunque los directores de las cooperativas confían en que los rubros van a llegar a su destino original, todos saben que también nos dirigimos al país vecino, pero ninguno dice nada», confesó Bracho.
Ya en tierra neogranadina, Bracho vende la mercancía en distintos locales que no exigen factura ni ningún documento legal para comprarla.
«Los artículos que dejan más ganancias son el arroz blanco, azúcar, leche, detergentes y harina precocida. Los compro en Makro, en Maracaibo, al mayor. A veces los adquiero a precio regulado, pero muchas otras veces se los compro a los revendedores a un costo más elevado y, a pesar de ello, al venderlos en Colombia puedo recuperar hasta el triple de la inversión», detalló.
Sobre el motivo del tráfico de alimentos regulados, el funcionario público mencionó que se debe, básicamente, al costo del producto en cada país.
«Por ejemplo, el arroz blanco, que es uno de los rubros fuertemente subsidiados por el Gobierno nacional y cuya calidad de sabor es tan alta que gusta mucho en Colombia, aquí se vende a un bajo precio, pero allá, al expenderlo en pesos, el “bachaquero” le gana tres veces su valor original», manifestó.
Acotó que en Colombia aún no existe una política estricta sobre el control de los precios de alimentos, por lo que los comerciantes pueden vender los productos con un elevado costo y aún así la gente los compra.
Añadió que, aparte de los «bachaqueros», hay empresarios colombianos involucrados en este negocio, puesto que existen pruebas de que ciertas  compañías, una vez que reciben los alimentos venezolanos, les cambian el paquete, colocan uno propio, y los venden como si fuesen productos nacionales. Es decir, con la etiqueta «Hecho en Colombia».
Aseguró que también posee información de que las «mafias del contrabando de comida» pagan a losguajiros «pirañas» entre 300 y 600 bolívares diarios para que permanezcan en las colas y «cacen» los productos regulados en supermercados de la ciudad, para luego llevarlos a Maicao.
«Esto es un negocio espeluznantemente rentable», expresó.
«Pirañas bachaqueras»
Lo primero que se debe aclarar en este punto es el mito acerca de si todos los guajiros son «bachaqueros». Y la respuesta es, sin duda alguna, no. Sin embargo, gran parte de este gentilicio se dedica al tráfico de alimentos o de gasolina, pero no lo ve como un delito, sino como un medio para subsistir.
«La mayoría de nosotros somos ‘bachaqueros’ porque es la única forma que tenemos para obtener el dinero para sobrevivir. No robamos a nadie, compramos la comida y la vendemos a un precio con el que podamos recibir ganancias», dijo un guajiro quien no quiso mencionar su nombre.
Cuidando las palabras, reconoció que cada familia guajira, apenas se entera de la llegada de productos regulados a los supermercados, se comunica con todos sus miembros y acude al establecimiento.
Cada uno de los integrantes de la familia posee diversas cédulas de identidad, con las cuales pueden entrar a comprar varias veces el mismo alimento al pasar por distintos cajeros.
En este caso, la matemática es simple: al menos 100 guajiros asisten a un supermercado cuando llegan los productos regulados, cada uno saca dos o cuatro kilos de algún rubro por persona, dependiendo de la cantidad permitida, y cada uno ingresa y sale un mínimo de dos veces. Resultado: desabastecimiento. Repita eso por un mayor número de ‘bachaqueros’ que recorre diversos supermercados de Maracaibo el mismo día. A esta gente se le conoce como «pirañas de comida».
Pefil del «bachaquero»
Ser «bachaquero» no es sinónimo de guajiro, ya que muchas personas que no pertenecen a esa etnia también lo son. No obstante, el indígena es quien resalta porque es quien domina esta práctica.
Un trabajador de un supermercado de la ciudad, quien prefirió no revelar su nombre por razones de seguridad, mencionó dos indicadores —aparte de los rasgos físicos— con los que identifica a un «bachaquero»: «En primera instancia, se les reconoce porque sólo vienen cuando llega cargamento regulado. Llegan de 200 a 300 guajiros, y cada uno tiene varias cédulas diferentes a las que le cambian el número y el nombre para poder comprar varias veces. Y en segundo lugar, los ‘bachaqueros’ siempre hablan entre ellos en wayuunaiki, y si no consiguen los productos regulados, se van con las manos vacías. No se detienen a comprar otra cosa ni siquiera para disimular».
En la avenida 5 de Julio, el recorrido de las «pirañas bachaqueras» lo conoce todo el mundo: Enne de Dr. Portillo, Bicentenario, Kapital y De Cándido IPSFA. Todos esos supermercados son visitados el mismo día.
El empleado quien contó lo que sucede en este negocio, dijo que la cadena de corrupción comprende empresa-distribuidor-revendedor. «El precio oficial de un bulto de arroz, que trae 20 kilos, es de 140 bolívares. Mientras pasa esa cadena, el costo aumenta, y el “bachaquero” compra el bulto en Bs. 270. Luego lo revende en Las Pulgas o en Maicao a un precio mucho más alto», detalló.
Señaló que hay proveedores que tienen días específicos para entregar algún cargamento, y eso lo saben los «bachaqueros». Pero lo sorprendente, destacó, es que, o amanecen en las afueras del supermercado o llegan una hora antes de que lo haga el propio camión con los productos.
Por razonamiento, esto hace suponer dos escenarios: el conductor del camión (con capacidad para llevar 1.500 bultos de arroz) informa a los «bachaqueros» el destino de los productos, o lo hace alguien que trabaja en el supermercado. Uno de esos dos, o ambos, estarían implicados en el drama del desabastecimiento y la especulación. Todas las partes, funcionarios incluidos, reciben su pago.

Fuente:  Noticias Al Día

No hay comentarios :

Publicar un comentario