Los pobres requerimos ir a la batalla del pensamiento, tenemos 
la capacidad y la posibilidad de hacerlo, hay que hacer un esfuerzo. 
Debemos reflexionar la situación internacional, que es donde se está 
decidiendo realmente la situación de Venezuela, de esta fuerza 
obstinadamente chavista. Hemos decidido no devolvernos, porque somos los
 creadores de la historia que nace.
     
       Enero 7 de 2016, 1:24 pm      
  
En
 esta hora de definiciones los pobres debemos asumir la guerra no como 
soldados, no como técnicos o académicos, sino como políticos, en 
colectivo, creando otras modalidades de análisis, entendiendo que en 
esta guerra los pobres somos el objetivo. Somos la mercancía a destruir.
 De otra manera el capitalismo que ahora mismo está en guerra mundial no
 podrá recuperarse, está obligado a ello porque su stock le 
amenaza con desaparecer rápidamente sus riquezas. Para muestra un botón:
 apenas 300 personas en el mundo acumulan en su haber 3.000 millones de 
pobres.
Ya se dijo una vez que la guerra era muy vieja y por eso siempre será
 nueva; agregamos nosotros: hasta que exista el capitalismo. El objetivo
 final de los pobres en esta revolución es acabar definitivamente con la
 guerra-sistema que hace posible la existencia del humanismo. Esto en la
 medida en que comprendamos la doctrina Chávez, una de las claves 
creadas por nosotros como clase en estos azarosos años de revolución.
Los pobres como políticos no podemos actuar fuera de la realidad, no 
podemos mentirnos, debemos saber que no se puede diseñar una batalla en 
el cerebro sin conocer el escenario, sin estudiar el campo de batalla y 
las fuerzas con que se cuentan; sin conocer o estudiar las fuerzas 
enemigas, porque estaríamos destinados a ser derrotados.
Si algo demostró Chávez es que no se planteó la derrota como una 
opción de vida, porque incluso el 4F, en perspectiva, es el inicio de 
una batalla, es el abreboca de una guerra que está destinada a ser 
ganada desde el momento que entra en batalla. Una guerra que Chávez 
estudió con detenimiento durante años de ejercicio de vida en el 
ejército. En 1992 estudió dentro de la cárcel la realidad que 
confrontaría. Sale de la cárcel en 1994 y va a la calle, a lo que él 
llamó las catacumbas del pueblo, a estudiar la geografía nacional e 
internacional. Porque no sólo estaba estudiando la conducta, el 
comportamiento, la manera de ser pueblo; lo que buscábamos, lo que 
pensábamos, lo que soñábamos; sino que también estudió el medio 
ambiente, lo que ocurre, lo que existe, las calles, los pueblos, las 
carreteras, las montañas, los ríos, todo eso lo tuvo dentro de su 
imaginario y como parte de una guerra que se dispuso a desmontar, a 
desarmar. Una guerra que nunca buscó, ni creó, ni propuso; una guerra 
producto de la decadencia del sistema; una guerra del miedo, del 
desespero de la burguesía mundial, de los dueños del mundo.
En ese mismo marco, no olvidemos que Chávez viajó mucho. Antes de ser
 presidente fue a Cuba, en donde llega a un acuerdo con Fidel, hombre 
viejo y sabio. Tuvo claro en ese entonces que ya había cumplido su rol 
histórico como activista político, como conductor al frente de la 
batalla por otra cultura. Fidel entendió que Chávez representaba, junto 
con nosotros, el refrescamiento de una revolución, incluso tal y como 
entiende Fidel la revolución, y como la entendieron los revolucionarios 
de ese tiempo. Hoy se plantea el hecho revolucionario de una manera 
radicalmente nueva, totalmente distinta.
Nosotros tenemos que mirar quiénes vamos a ser dentro de veinte años 
para poder trabajar el presente, más allá incluso de las ciscunstancias 
actuales, más allá de que estemos o no en el poder administrando el 
aparato de gobierno, para mirar quiénes somos, cómo vamos a ser, qué 
estamos haciendo, qué vamos a estar haciendo dentro de veinte años.
Tenemos que tener una calle, una playa, una montaña, un punto desde 
el que nos debemos mirar: esa era una condición que tenía Chávez, que 
veía, preveía. Sabía lo que iba a ocurrir porque lo pensaba, lo 
imaginaba, no desde el sueño, ni desde el idealismo, la ilusión o la 
magia, no. Se imaginaba seguramente como presidente, hablando en la ONU,
 y por eso trabajó, preparó las condiciones, se preparó intelectualmente
 para esas cosas. Nosotros estamos obligados a imaginarnos para dentro 
de veinte años, para el futuro. De manera que nuestra tarea la hagamos 
con el entusiasmo que se requiere, con alegría, con disciplina. Pero por
 encima de todo con profundo afecto por el territorio, con inmensas 
ganas de construir el país que soñamos, para que nunca más la tragedia 
de la guerra y sus asustados promotores habiten este planeta.
La invasión también fue cultural, destruyeron todas las bases anímicas, todo el modelo productivo conuquero, todo lo destruyeron e impusieron el concepto de ciudad en el país
Debemos tener conocimiento. ¿Para qué hacemos un dibujo? ¿Para qué 
sembramos una mata? ¿Para qué ponemos un techo? ¿Por qué un poema? ¿Por 
qué una canción? ¿En qué momento va a servir eso? ¿Qué sentido tiene 
hacer una casa hoy? ¿Para qué hago una herramienta? Eso tenemos que 
tenerlo claro como equipo, como grupo, como clase; no podemos entender 
la política como antes, que nos llevaban, que nos guiaban 
ideológicamente. Nosotros tenemos que saber; eso fue lo que hizo Chávez.
 Estamos seguros de que en ese tiempo en que viajó se reunió con cientos
 de militares en el mundo, con cientos de diplomáticos, con cientos de 
líderes. Escuchó, comprendió, recopiló información precisa, clara; pudo 
entonces elaborar un escenario para el desmontaje, para el desarme de la
 guerra, para este presente.
Hace veinte, treinta años que lo previó. Muchos criticaron ese empeño
 en la integración, que por qué tanto viaje, que estaba regalando el 
petróleo, que por qué tenía que ayudar a los demás. Incluso un sector de
 los chavistas se dejaba llevar por la trampa mediática y decía “es 
verdad, hay que concentrarse en resolver los problemas internos”, 
desconociendo que el enemigo no eran los dueñitos internos y sus 
mayordomos políticos, sino los dueños del mundo, ninguno vive en 
Venezuela. Tal como se manifiesta hoy en la realidad, donde seguimos 
creyendo que Ramos Allup es el gran jefe, el gran enemigo.
Chávez estaba haciendo política porque sabía que la guerra no la 
dirigen estos escuálidos de aquí. Quienes crean que estos peleles están 
dirigiendo la guerra contra nosotros no saben lo que está pasando, no 
entienden absolutamente nada de política, porque hace muchos años que 
estos dueñitos fueron derrotados por nosotros y eso lo entendió Chávez 
hace veinte, treinta años, y por eso se preparó y dispuso las 
condiciones para lo que ocurriría.
Lo que no preparó Chávez fueron las circunstancias en las que van a 
suceder los hechos, porque él no puede prever circunstancias, la forma, 
la manera, en la que ocurren las cosas; esta derrota electoral por 
ejemplo, no podía preverla, porque las cindiciones cambian 
permanentemente, pero sí sabía que el imperio cada día se debilitaría 
más allá de la apariencia de su fortaleza –en aquel momento invadieron 
Irak–. Si el imperio estuviera fuerte ya hubiera invadido a Irán, a 
Corea del Norte, a Siria –el caso más ejemplar–, pero no ha podido 
teniendo de aliado Israel. El Gobierno sirio juntos a los rusos e 
iraníes está derrotándolo, tomándole de nuevo terreno a la coalición 
mantenida por Europa, Estados Unidos, Arabia Saudita, Turquía y sus 
mercenarios mantenidos llamado Estado Islámico, un invento imperial para
 justificar su doctrina del terrorismo, con el cual pueden medio guardar
 las apariencias cada vez que invaden cualquier país.
Nosotros debemos tener claro que la actuación de los dueños del mundo
 no es contra nada sino para resolver el problema de su existencia, y 
para ello requieren imponer definitivamente la doctrina de un solo 
Gobierno, una sola economía, un solo dueño. Para ello requieren del 
exterminio de las tres cuartas partes de la población pobre del planeta,
 porque somos la única mercancía que se autorreproduce y hace mucho 
tiempo que el stock está lleno. Además, ya sabemos que no es trabajando 
como la gente se hace rica. En todo el planeta se practica la ética de 
las élites: robar y rescatar botín.
Cuando Chávez diseñó los escenarios no lo hizo solo. Con él 
estuvieron posiblemente los chinos, los rusos, los iraníes, ALBA, la 
Unasur, Petrocaribe, y todas las otras organizaciones de países que, 
viendo debilitadas las bases del imperio, buscan un respiro.
Cuando los dueños –de las industrias de la drogadicción (legales o 
no), armamentísticas, de combustibles, de transporte, mediáticas y 
financieras– decidan invadir Venezuela posiblemente ya será muy tarde. 
Podría ocurrir el hecho militar pero no la victoria. Los imperialistas 
tienen la capacidad bélica, pero no es el tiempo histórico para ello, 
porque es de nosotros los pobres. No lograrán sus objetivos porque su 
muerte ya ocurrió, y aún no se han dado cuenta.
El cortejo fúnebre del humanismo hace tiempo lo vimos pasar por este 
planeta, rumbo al abismo del nunca vuelvo. Hoy sólo quedan sus 
peligrosos deudos creyendo que pueden revivirlo, y para ello están 
dispuestos a todo.
Ellos no previeron que América Latina pudiera dejar de ser totalmente
 lacaya, aun cuando siempre habrá uno que otro presidente sin vocación 
histórica que se prestará a seguir siendo un lamebotas. Pero la idea del
 patio trasero ya no será puesta en práctica, los pueblos hemos 
comprendido nuestro momento histórico. Somos el futuro.
Tenemos que verlo también a lo interno. Hace tiempo hablamos de que 
la oposición no tiene capacidad para ganar, y hablamos más allá de lo 
electoral, porque hay que entenderlo, el plano electoral no resuelve el 
plano de la guerra, es apenas una de sus circunstancias. No hay manera, 
porque en esta revolución se desnudó tanto al Estado, al comerciante, al
 empresario que la parafernalia de la representatividad, el boato de la 
dueñería, esa imagen de magnificencia, está vuelta trizas. Se ven los 
hilos, se ven las marionetas y se ve el tipo que las dirige; no tiene 
nada, no tiene escenario, no tiene tarima, el titiritero se ve 
dirigiendo a sus marionetas internas y a su vez él también se ve con sus
 hilos y sus manipuladores externos, todo el mundo lo ve. La gente pasa:
 ahí está el titiritero, ahí están las marionetas.
Podrían eliminar todo lo físico existente construido en revolución. Pero, ¿cómo eliminan el conocimiento, el sentimiento, los afectos despertados en estos años de revolución y transformación?
No hay manera de que la oposición pueda recuperar el poder a lo 
interno. Ganen las elecciones que ganen. Pero no sólo es eso. Además 
tendrían que derogar completica la Constitución y con ella todas las 
leyes habilitantes, tendrían que eliminar todas las misiones. Pero peor 
aún: podrían eliminar todo lo físico existente construido dentro del 
marco revolucionario. Pero, ¿cómo eliminan el conocimiento, el 
sentimiento, los afectos despertados en estos años de revolución y 
transformación? ¿Cómo lo podrán comprar, cómo lo destruirán, con qué 
otro conocimiento, con qué otro afecto rehabilitarán los resortes éticos
 del trabajo esclavo que los ha mantenido hasta estos momentos?
El capitalismo nunca ha tenido patria, no habla de ella. El 
capitalismo construyó una patria que le servía para venderla, y en 
nombre de ese nacionalismo invadía, jodía, robaba, asesinaba, pero hoy 
ya la patria no le sirve a sus intereses económicos. El capitalismo se 
desnuda: es el petróleo, el oro, la sangre, el sudor, la piel de la 
gente, lo que siempre le interesó para acumular en forma de riquezas. No
 podemos ver en la actuación del humanismo o el capitalismo –como se 
quiera llamar– si es ética o moral, aunque tengan la del robo, el crimen
 y el saqueo. Sólo los estúpidos creen en el cuentico de hadas de la 
buena ética, la buena moral y las buenas costumbres de los empresarios y
 comerciantes. La única patria de los dueños del planeta son sus 
capitales, por ellos se mueven a los diversos territorios donde mejor le
 rinden réditos.
Los representantes de la oposición en la Asamblea Nacional, después 
del decreto imperial, y tal como lo siguen haciendo hoy, dieron la 
demostración de que no importa dónde se nace a la hora de los intereses;
 ellos están defendiendo sus intereses y eso no es ideológico ni mágico.
 La guerra desnuda la realidad. Los señores de esa bancada son y siempre
 han sido peones o agentes dormidos del capitalismo, y hoy sólo están 
cumpliendo con su sueldo. Ni se les puede llamar traidores porque el 
traidor alguna vez amó lo traicionado. Sus debilidades, sus miserias, no
 les permitieron la dignidad del último aliento por los afectos. Estos 
miserables jamás han tenido ni tendrán patria, jamás tendrán algo que 
les justifique el haber nacido, por qué vivir.
En capitalismo, insistimos, no existe el derecho, todo eso es una 
falacia. Cuando el capitalismo decide asumir su mierda mata lo que le da
 la gana, sean niños, tuertos, patulecos, negros, indios, blancos, 
viejos, mujeres, escuálidos, chavistas, ningún gremio estará a salvo de 
la ira del humanismo, lo que sea lo va a matar. Si se atraviesa en su 
camino, si entorpece sus intereses, no va a discriminar. Incluso si un 
dueño se equivoca también se lo raspan, hasta ahí le llegó el derecho 
que supuestamente tenía. ¿Quién tiene derecho en el capitalismo? Es 
libre el que tiene dinero suficiente para pagar un ejército; ese es 
libre en Venezuela y en la Conchinchina, en Nueva York y en Corea. Estos
 tipos ni son patriotas, ni cantan himnos, y si lo hacen es por 
demagogia. Les importa un coño.
Tenemos que preocuparnos es de la política de la guerra: saber quién la elabora, a quién beneficia la política de la guerra, no de quién esté en la batalla
Los únicos que podríamos tener un concepto de patria seríamos los 
pobres, y tendríamos que construirlo, pero no como ese concepto 
ideológico de patria burguesa nacionalista que nos convida a invadir al 
otro, a robarlo, a asesinarlo tal y como hoy los imperialistas; en 
nombre de su patria acumulante, nos amenazan. Fue ese concepto de patria
 que precisamente violentamos con esta revolución de 1989-4F.
¿Por qué el capitalismo se pone tan furibundo, con una revolución en 
la que siguen estando la plata, las fábricas, los elementos esenciales 
del Estado con algunas variantes? ¿Qué es lo que molesta en esencia al 
capitalismo? Es el concepto pero, ¿cuál concepto se emitió con esta 
revolución? El de la participación protagónica. También se emitió el 
concepto de la paz, es decir, el ejército venezolano fue estructurado 
fundamentalmente sobre la agresión y la defensa, hasta estos últimos 
años Cuando se planteó de nuevo el ejército bolivariano se le devolvió a
 su concepto original. ¿Qué propuso Chávez? La esencia de un pueblo en 
armas. No estaba hablando de un ejército profesional al servicio de 
quien mejor les pague, que es la doctrina en esencia, y en el caso 
particular de Venezuela eran venezolanos mercenarios en su propio 
territorio. Cuál dignidad, cuál honor podían defender estos hombres, 
cuando su divisa era el dólar y hoy después de doscientos años son seres
 dignificados y arropados por el fuego de un pueblo digno, que los sabe 
sus hijos. Son soldados de la patria posible, la que ayudarán a heredar 
con su esfuerzo, con su entusiasmo, con su fuego de soldado pueblo, de 
soldado patrio.
Entendemos que el Gobierno, en función de esos dos elementos –la 
participación protagónica y la paz– convoca a todo el pueblo en armas, 
porque la revolución es pacífica, pero armada. También significa todo el
 pueblo diseñando políticas, todo el pueblo trabajando, produciendo, 
haciendo lo que tiene que hacer.
Chávez diseña la política de la no violencia, no en los términos de 
Gandhi, sino en la tenencia del ejército, la administración de la 
violencia, sin ejercerla. Es una doctrina. Cuando vemos las 
declaraciones de Maduro y de Diosdado son de firmeza, de que sabemos lo 
que hacemos y negociamos en nuestros términos. Esa es la gran diferencia
 de la no violencia de este directorio revolucionario: tener la 
capacidad de negociar dignamente, rodeados de alacranes, en su propio 
terreno, sin dejarse aguijonear.
Cuando los empresarios del mundo comenzaron el ejercicio de la 
diplomacia política no fue por aburrimiento sino porque los mayordomos 
políticos no les aceleraban sus planes criminales y ellos, ante esa 
debilidad, decidieron actuar directamente mostrando la verdadera cara 
del crimen, porque los mayordomos no se las hacían bien, y porque los 
mayordomos se volvieron dueñitos y empezaron con la administración de su
 propia platica y comenzaron a salir las vainas mal.
Entonces el dueño pasa a administrar él mismo su vaina y así está 
actuando el capital hoy a nivel mundial. No está practicando el 
ejercicio de la política, del engaño, la manipulación, la ideología, ya 
no está ejerciendo sino la política directa del robo, el crimen y el 
saqueo. “Esa vaina es mía, no me la toquen, y si me la tocan los 
escoñeto, se metieron con mis riales, los jodo”; no está analizando que 
con eso están matándose.
Es peligrosísimo el imperio en estas condiciones, pero lo que 
nosotros tenemos que tener claro es que, así vengan las bombas, así 
venga la invasión directa, así venga la coñaza, no obtendrán la 
victoria, porque no los acompaña el tiempo histórico, ya pelaron el 
pedal de la historia. Hay que prepararse, hay que estar claros de dónde 
estamos parados, nosotros debemos entender que estamos en tiempos de la 
guerra impuesta; que hay trincheras, y que posiblemente en algún momento
 nosotros pasemos a esas trincheras. Ojalá nunca ocurra, pero mientras 
no pasemos a las trincheras sigamos produciendo el pensamiento, y aun en
 las trincheras no caigamos en la trampa de la guerra que nos anula como
 pensantes. Siempre tengamos claro que el tiempo histórico nos es 
favorable. Por encima de cualquier circunstancia, parafraseando al 
Comandante, pensemos patria para la otra cultura amable.
No es principio de este pueblo atacar a nadie aunque tenemos la 
fuerza. Nunca la oposición puede decir que los hemos cayapeado, no lo 
pueden decir, no tienen argumento más que su propia mentira, no hay un 
solo acto de este pueblo que haya mostrado para cayapear a los 
escuálidos. De ellos sí tenemos expedientes de crímenes, robos, 
asesinatos, por eso es que ahí no se puede ser blandengue. La del nini 
es una conducta política que no se puede permitir cuando todo un pueblo 
está en peligro inminente, bajo amenaza de guerra y menos en una 
impuesta como ésta.
Lo más fácil de aprender es la guerra, ser soldado es lo más fácil de
 aprender, eso no tiene dificultad. Los mejores generales no salen de 
los cuarteles sino de las guerras, se hacen en la guerra. Ésta no es una
 complicación de la que debamos preocuparnos: de lo que tenemos que 
preocuparnos es de la política de la guerra: saber quién la elabora, a 
quién beneficia la política de la guerra, no de quién esté en la 
batalla. Si nos tocan las trincheras en esta guerra impuesta, estaremos.
 Pero es el diseño de la guerra la que debe preocuparnos, porque de 
acuerdo con la doctrina Chávez la guerra debe ser desarmada para que 
nunca más una gota de sangre proletaria mantenga a la oligarquía mundial
 ni local.
Así hemos luchado durante dieciséis años y así nos seguiremos 
manteniendo. Pensar y crear para desarmar la guerra con entusiasmo, el 
tiempo histórico está de nuestro lado. Los dueños siempre han logrado 
que los pobres nos dividamos para alistarnos en sus ejércitos. Hoy los 
pobres debemos pensar y estar más unidos, para nunca más ser soldados de
 los ricos, para seguir unidos en la patria por crear.
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