Ganar un partido, ante Cuba, la selección más débil de
su grupo, para pasar a la siguiente fase y quedarse ahí, sin ni siquiera
aspirar a un cupo al repechaje olímpico, eso era para que paliaran Argentina, México, Puerto Rico, República Dominicana; dando por sentado que Canadá tenía “comodete” el cupo directo a las olimpiadas y no necesitaba de repechajes. Ese era el pronóstico de Venezuela para el Preolímpico de baloncesto: uno de los niños chicos del torneo.
Dicha proyecciones tenían su base. El equipo vinotinto llegó al México con unas nalgadas recibidas en los Panamericanos (marca de 1-4) que provocaron lesiones (Luis Bethelmy y Grégory Echenique), y su mayor representante (Greivis Vásquez) no asistió por diferencias con el director (Carmelo Cortez).
Los equipos que llegaron siendo los hombres grandes tenían los apellidos Scola, Nocioni, Ayón, Barea, Balkman, García, Wiggins, esos que están haciendo o ya pasaron por la maestría del baloncesto: la NBA.
Difícilmente un padre ponga a sus hijos a enfrentarse contra alguien que a la vista tenga mejores cualidades, pero así lo hizo el tutor de Venezuela (Néstor García). Tomó 12 características: energía (Colmenares), corpulencia (Marriaga), versatilidad (Graterol), defensa (Ruiz), juventud (Javinger Vargas y García), liderazgo (José Vargas), desfachatez (Cox), velocidad (Lewis) intensidad (Grégory Vargas), control (Cubillán) y rebeldía (Guillent) para hacer crecer a su protegido en pleno postgrado.
Venezuela fue desarrollándose. Aprendió a ocultar las debilidades (altura) mejorando su fortaleza (defensa), aunque algunas de ellas fallaron (tiro exterior), pero hubo cualidades inesperadas (rebotes, mejor manejo del balón) que lo metieron entre los cuatro grandes del curso con la graduación asegurada (repechaje).
Pero el hambre fue creciendo, había que subir al podio y con honores. Así fue: Venezuela terminó Summa cum laude (campeón) de la clase del baloncesto americano en su promoción 2015. El niño se convirtió en mero macho en 14 días para ir al doctorado (olimpiadas).
El auditorio (el Palacio de los Deportes), terminó aplaudiendo y encariñado con el más destacado de los graduandos, algo que no es común en este tipo de actos en el baloncesto si no está el de casa en el acto final.
Incluso, la rebeldía de Venezuela (Guillent) terminó en el cuadro de honor (Cinco del torneo) rodeado de aquellos con maestría (Ayón, Nocioni, Wiggins, Scola) y vitoreado para ser el MVP, aunque ser parte de un colectivo y el peso del apellido (Scola) quizás pudieron pesar para perder el premio.
Acá el Summa cum laude tampoco habla, pone la música para bajar el telón. Esta vez fue el “Gloria al Bravo Pueblo”, que por primera vez sonó en este tipo de actos.
Queda de parte de los directores y la universidad local (LPB) hacer esfuerzos y tomar las mejores medidas para que el crecimiento no quede pasmado ni se esperen largos años por celebraciones. Los alumnos (jugadores) deben estar mejor preparados para futuras promociones (torneos) desde el bachillerato (las categorías inferiores)
Nada mejor que poner las notas que cierran la fiesta.
Dicha proyecciones tenían su base. El equipo vinotinto llegó al México con unas nalgadas recibidas en los Panamericanos (marca de 1-4) que provocaron lesiones (Luis Bethelmy y Grégory Echenique), y su mayor representante (Greivis Vásquez) no asistió por diferencias con el director (Carmelo Cortez).
Los equipos que llegaron siendo los hombres grandes tenían los apellidos Scola, Nocioni, Ayón, Barea, Balkman, García, Wiggins, esos que están haciendo o ya pasaron por la maestría del baloncesto: la NBA.
Difícilmente un padre ponga a sus hijos a enfrentarse contra alguien que a la vista tenga mejores cualidades, pero así lo hizo el tutor de Venezuela (Néstor García). Tomó 12 características: energía (Colmenares), corpulencia (Marriaga), versatilidad (Graterol), defensa (Ruiz), juventud (Javinger Vargas y García), liderazgo (José Vargas), desfachatez (Cox), velocidad (Lewis) intensidad (Grégory Vargas), control (Cubillán) y rebeldía (Guillent) para hacer crecer a su protegido en pleno postgrado.
Venezuela fue desarrollándose. Aprendió a ocultar las debilidades (altura) mejorando su fortaleza (defensa), aunque algunas de ellas fallaron (tiro exterior), pero hubo cualidades inesperadas (rebotes, mejor manejo del balón) que lo metieron entre los cuatro grandes del curso con la graduación asegurada (repechaje).
Pero el hambre fue creciendo, había que subir al podio y con honores. Así fue: Venezuela terminó Summa cum laude (campeón) de la clase del baloncesto americano en su promoción 2015. El niño se convirtió en mero macho en 14 días para ir al doctorado (olimpiadas).
El auditorio (el Palacio de los Deportes), terminó aplaudiendo y encariñado con el más destacado de los graduandos, algo que no es común en este tipo de actos en el baloncesto si no está el de casa en el acto final.
Incluso, la rebeldía de Venezuela (Guillent) terminó en el cuadro de honor (Cinco del torneo) rodeado de aquellos con maestría (Ayón, Nocioni, Wiggins, Scola) y vitoreado para ser el MVP, aunque ser parte de un colectivo y el peso del apellido (Scola) quizás pudieron pesar para perder el premio.
Acá el Summa cum laude tampoco habla, pone la música para bajar el telón. Esta vez fue el “Gloria al Bravo Pueblo”, que por primera vez sonó en este tipo de actos.
Queda de parte de los directores y la universidad local (LPB) hacer esfuerzos y tomar las mejores medidas para que el crecimiento no quede pasmado ni se esperen largos años por celebraciones. Los alumnos (jugadores) deben estar mejor preparados para futuras promociones (torneos) desde el bachillerato (las categorías inferiores)
Nada mejor que poner las notas que cierran la fiesta.
No hay comentarios :
Publicar un comentario