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jueves, 2 de abril de 2015

¿Por qué los hombres nunca se acuerdan de nada?

¿Quién no ha visto alguna vez la cara de póker de un hombre cuando, en una animada charla entre amigos, alguna fémina le espeta la fatídica pregunta: “¿Te acuerdas de…?”. Por mucho que rebusque el apurado caballero, las puertas de su memoria permanecerán herméticamente cerradas para ese recuerdo. Su locuaz interlocutora recurrirá a todo tipo de detalles en un intento de que el pasado regrese a la conciencia masculina. La escena se volverá a repetir en una reunión familiar, en la intimidad del hogar y también en el trabajo con idéntico resultado: el olvido. De acuerdo, no pasa siempre ni con todos los hombres, pero es un suceso que las mujeres, a menudo, se quejan de revivir.
¿Realmente es cierto que ellas tienen mejor memoria que ellos? Que existen diferencias entre el cerebro masculino y el femenino se ha demostrado en numerosas investigaciones, y es sobradamente conocido que los varones tienen mayor capacidad espacial mientras que las mujeres tienen más desarrolladas las áreas del lenguaje. Pero en el caso de la memoria, las diferencias neurobiológicas no son tan claras.
El profesor de investigación Javier de Felipe, del Laboratorio Cajal de Circuitos Corticales, de la Universidad Politécnica de Madrid, reconoce diferencias biológicas, pero, en el campo de los recuerdos, pone el acento en la educación. “Aunque las cosas estén cambiando, generalmente la educación no es igual en ambos sexos y desde la infancia ya se les va conduciendo a unas diferencias de comportamiento y psicológicas”, explica.
Existen diferencias biológicas entre el cerebro masculino y el femenino, pero en el caso de la memoria, la educación es más importante
Diferentes ensayos confirman el peso de la instrucción en la cimentación de la memoria; yen cómo el modo en que las madres cuentan las cosas a sus hijos influye, también, en la formación de recuerdos. “Esto no niega las diferencias biológicas, pero no son muy acusadas. Los hombres y las mujeres somos muy parecidos, siempre y cuando estemos educados de la misma forma. El resto son leyendas urbanas”, insiste De Felipe.
Pero existe un camino intermedio: que la educación recibida deje una huella física. “El cerebro es muy plástico, y si desde la infancia se educa en una dirección [la atención hacia el detalle y esfuerzo por registrarlo], al final también le afecta. Cuando nacemos, el cerebro prácticamente no tiene conexiones, pero cuando el niño empieza a interaccionar con el medio ambiente, con la familia, con sus padres y aprende a leer y a escribir comienzan a formarse una serie de circuitos que dependen mucho de su entorno. Si el ambiente está orientado hacía una dirección concreta, provocará un cambio. Y así sucede con una educación sexista”, prosigue el investigador.
El psicólogo Sergio García Soriano, que dirige talleres de bienestar y de género, también sostiene que el hecho de que las mujeres recuerden más cosas que los hombres es, sobre todo, consecuencia de la formación recibida. Si el descuido afecta a la fecha del aniversario o al cumpleaños de una persona, cabría aclarar, según el experto, que el dato no ocupa un lugar importante en la memoria del que olvida. “Y aunque no significa una falta de interés”, dice, “sí sugiere que algo ha cambiado en la relación”.
En cualquier caso, existen diferentes tipos de memoria y cada una aflorará en distintos momentos a lo largo de nuestra vida. “La memoria es inconsciente, aparece cuando se necesita”, anuncia el psicólogo. “En las consulta de pareja, queda patente que ellas tienen más memoria de situaciones y ellos dejan apartados estos detalles. Los hombres tenemos un sistema atencional unívoco, nos centramos en una cosa y luego pasamos a otra. Por el contrario, las mujeres tienen una memoria más circular, más emocional y engloban lo que sucedió y en qué contexto”.
Esta forma de memorizar depende de las conexiones neuronales que se han establecido con el feed back entre el cerebro y los actos y la educación. “Hay una ponderación entre lo biológico y educativo”, subraya. Por mucho que la ciencia intente justificar las diferencias con argumentos biológicos, siempre aparece la educación como explicación última a las diferencias entre sexos. García Soriano es directo: “No somos tan distintos, pero estamos metidos en unos patrones de lo masculino y lo femenino. Y no nos damos ni cuenta”.

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