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sábado, 28 de febrero de 2015

La guarimba desde adentro: situación en los Andes en este momento

La región andina, caracterizada por una fuerte influencia de la inercia fronteriza con Colombia, una vez más es escenario de situaciones insurreccionales guarimberas. La continuidad de los eventos de 2014 en el marco de "La Salida" ha dado forma a una situación sostenida de violencia pasiva, contenida. Los Andes venezolanos, excluyendo a Trujillo, no han sido exactamente los mismos. La violencia se ha presentado de manera intermitente en San Cristóbal y Mérida.
En Táchira y Mérida persisten actividades paraeconómicas y paramilitares conjugadas en la actividad insurreccional. Recursos del lavado, contrabando y cadivismo se han convertido en un consistente piso económico de patrocinio a la violencia. Estas redes con un pie en el paramilitarismo operan detrás de las fachadas de movimientos estudiantiles; en Táchira se destaca JAVU y en Mérida el Movimiento 13 y Liberación 23.
Esta articulación se ha hecho efectiva para mantener detrás de un rostro "legítimo" (de movimiento estudiantil) lo que es en esencia una acción terrorista prolongada: mantener en Táchira y Mérida nodos inamovibles de guarimbas, cabezas de playa del paramilitarismo y vitrina internacional mediática de una supuesta lucha estudiantil contra "una dictadura represora".
Desde hace años, redes de estas características han intentado cuajar en Caracas y Zulia, y en cierta forma han cuajado, pero no con las cualidades que han tomado en los Andes. En Caracas y otras ciudades se desmembró de manera abismal el piso político de apoyo a las guarimbas y los actos de movilización estudiantil violenta. Muchas de estas acciones se confinaron al este de Caracas entre Chacao, Baruta y El Hatillo, manteniéndose débiles e intermitentes, casi sin niveles de ocurrencia desde mediados de 2014 hasta el presente.
En Zulia, el martes 25 de febrero fueron detenidos 12 encapuchados (de los cuales 11 no eran estudiantes) en las inmediaciones de la Universidad Rafael Belloso Chacín (URBE), una universidad privada, la más reincidente en violencia en el estado. Esto apunta a que en el área de influencia de la frontera se están viendo vestigios de captación de hampa común para revitalizar guarimbas, ya que tienen escaso apoyo dentro de la oposición.  
En la ciudad de Mérida y en San Cristóbal, la violencia ha sido intermitente desde abril de 2014. Pero la situación está cambiando y ha tenido un giro desde el asesinato de Kluiverth Roa, joven de 16 años asesinado por un policía nacional que hoy se encuentra tras las rejas. Este joven, el llamado "muertico necesario" para recalentar las acciones callejeras, era reincidente en protestas violentas, y es que en la ciudad de San Cristóbal se han escenificado conatos de violencia de manera casi diaria desde las convocatorias del 23 de enero, 4 de febrero y al cumplirse un año del encarcelamiento del fascista Leopoldo López.
Acá hay que reseñar grandes problemas de gestión comunicacional del Gobierno nacional y ocultamiento selectivo de la mediática privada conjugados. Si un grupo de campistas se acuesta en Plaza Altamira, es noticia. Pero en los Andes, donde están los verdaderos laboratorios insurreccionales del fascismo en Venezuela, no hay notoriedad del asunto. La situación es que en la región andina, prácticamente la violencia de bajo impacto no ha cesado durante meses, y ahora está en aumento desde hace cuatro semanas.
El 28 de enero fueron detenidos durante disturbios en la ciudad de Mérida un total de 18 personas, entre las cuales había ocho menores de edad, y más insólito todavía, un niño de 10 años que acompañaba a los violentos. El niño en cuestión fue entregado a sus responsables legales a horas de su detención. En el acto fueron incautados un conjunto de bombas molotov, un facsímil de arma de fuego, doce envoltorios de presunta cocaína y varios celulares, cuyas llamadas registradas apuntaban a personeros de la dirigencia estudiantil de Mérida y a probables elementos paramilitares que contactaron a algunos de los violentos que no eran estudiantes.

Proceso de captación

Mediante las organizaciones seudoestudiantiles del fascismo andino se ha hecho la captación efectiva de jóvenes preparados para la actuación violenta de calle. Una de las metodologías consiste en emplear las aulas de la Universidad de los Andes en Táchira y Mérida para captar jóvenes identificados de manera radical con la oposición. Seguidamente, estos jóvenes, al comenzar a formar parte de estos "movimientos estudiantiles", son beneficiarios de privilegios: teléfonos inteligentes, dólares, prebendas que van desde cuentas abiertas en bares de la ciudad (en el caso de Mérida) y hasta acceso a drogas en estos ámbitos es muy popular la cocaína.
Si un grupo de campistas se acuesta en Plaza Altamira, es noticia. Pero en los Andes, donde están los verdaderos laboratorios insurreccionales del fascismo en Venezuela, no hay notoriedad del asunto
Los entornos inmediatos de Movimiento 13 y Liberación 23 en Mérida son similares a los que ilustran en las películas de gánsteres. Son ambientes de circulación de drogas, dólares en efectivo, cupos Amazon, prostitución, licor, "chicas para todos", uso de "yoembina" (alcaloide estimulante afrodisíaco comúnmente colocado en bebidas) para violar a entusiastas de los movimientos, porte ilícito de armas y otros delitos. La mafia también es académica, es una práctica común en la Universidad de los Andes la de los "favores académicos" a cercanos a esos movimientos estudiantiles por parte de profesores opositores, y hasta por los que no lo son pero que son contactados y obligados a "ayudar" a los miembros de estos movimientos que poco van a clase y que "se dedican a la resistencia".
Estos jóvenes comienzan a asistir a charlas y luego a "retiros" en fincas. Otros viajan hasta Cúcuta, en lo que parecen ser viajes programados de particulares en autobús, donde se realizan actividades de cadivismo y otro tipo de "reuniones". Las redes de captación en Táchira tienen el atributo de facilitar las condiciones para la participación de los jóvenes en los lucrativos paranegocios que hay en la frontera. La permeabilidad fronteriza ha permitido incluso que personas "del otro lado" bajo la apariencia de comerciantes se reúnan con grupos cerrados de jóvenes de las universidades. Las mafias de las casas de cambio colombianas tienen mucho que ver en el apoyo económico a estos grupos, se trata de dinero proveniente del contrabando circulando en favor de la desestabilización.
Las redes de captación se han extendido a otros ámbitos extrauniversitarios. Durante el último mes de las guarimbas de 2014, conformadas inicialmente por estudiantes y vecinos de las zonas residenciales, se pudo apreciar la presencia consistente de elementos del hampa custodiando las barricadas. Una vez iniciadas con fuerza y luego de tres semanas de que Maduro no cayera éstas comenzaron a debilitarse y se fortalecieron súbitamente por la participación del hampa común.

Básicamente comenzaron a convocar a las guarimbas a quienes en el fascismo llaman "los que no tienen nada que perder, los desechables, los malandritos". Las guarimbas se desarrollaron en 2014 y se prevé su revitalización en 2015 mediante el financiamiento a grupos fuera de las universidades. Para ellos hay otros incentivos. Se les ofrece drogas duras (como la piedra o crack para su consumo y cocaína para el jibareo), se les ofrece armas de fuego (muchas traídas desde Colombia), motos y dinero en efectivo.
Hay zonas de la ciudad de Mérida virtualmente controladas por "jíbaros", pequeños señores de la droga que mantienen esclavizados a jóvenes hampones, y que ahora los tienen participando en los conatos de guarimbas, contactando incluso a jóvenes que no estaban en hampa y que ahora participan como pagados de la violencia. De hecho, es sabido que guarimbas famosas en Mérida como la de la Cardenal Quintero y Yuan Lin Center eran controladas por "los del barrio Pueblo Nuevo" a finales de abril de 2014. Otros jóvenes del barrio San José de Las Flores participaron en otras guarimbas en la avenida Los Próceres de esa ciudad.
En Mérida bastó contactar a sólo tres decenas de elementos del hampa común para colocar en estado de sitio y terror algunas zonas de la ciudad. Esta es una situación potencialmente peligrosa, dado lo que implica en términos de destrucción del tejido social y político de los barrios. Emplear factores de las clases populares, que aun siendo elementos del hampa no dejan de ser habitantes del barrio, para destruir la paz pública, es potencialmente peligroso para el movimiento popular. El destino de los jóvenes en situación de vulnerabilidad se puede ver más comprometido si se les confina a ser captados para la violencia guarimbera y sus mafias.

Eventos y situaciones a desarrollarse

Hay una verdad objetiva alrededor del hecho guarimbero en los Andes. Las guarimbas no tienen el mismo piso de apoyo de 2014. Su base social de respaldo se ha desmembrado. En comunidades de San Cristóbal, especialmente las residenciales, las reuniones de vecinos han concluido en la no participación de las comunidades en barricadas. Por otro lado, sectores que hacen vida en las universidades andinas, aun siendo opositores, han llamado al restablecimiento de la normalidad y continuidad de las clases: los calendarios académicos se han visto seriamente comprometidos en los últimos años.
Pero lo cierto en un contexto de guerra asimétrica es que no siempre se trata de la realidad en el terreno. Se trata de lo que sucede en medios y la presentación de situaciones creadas ante la opinión pública. Así que la proyección de escenarios de crisis en medios tiende a ser mucho más exagerado que lo que sucede en la realidad. En la mediática internacional se plantea, justo ahora, un escenario idéntico de total respaldo a la guarimba en Táchira y Mérida, y esa no es la situación.
La muerte del joven de 16 años en Táchira ha signado el camino a nuevos escenarios. Se trata de un asesinato de los que crean conmoción pública y el cuerpo del joven es empleado como carroña política. Tratan de convertir su muerte en un disparador de la espiral de violencia, que efectivamente llegó a presenciarse en Zulia, Táchira y Mérida el miércoles 25 de febrero, cuando dos unidades de transporte del sector público (gas y servicios de Cantv) fueron incendiadas en Táchira y Mérida respectivamente, mientras que en Zulia fue quemado y saqueado un camión de medicinas en la Universidad del Zulia.
El miércoles 25 de febrero, a sólo 24 horas del asesinato del menor de 16 años en Táchira, tres policías del estado Mérida fueron heridos de bala. Al momento de esta descripción de la situación, hay un ambiente de tensión en los Andes y el día se prepara para nuevas situaciones de violencia este 26 de febrero, las cuales serán de carácter focalizado, selectivo y diferenciado. Se caracterizarán por su brutalidad y la búsqueda de nuevos muertos. Se teme la actuación de elementos armados duros y que se aprecien vestigios de penetración paramilitar colombiana. El panorama parece incierto y las fuerzas de seguridad operan con inteligencia y guantes de seda.

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