La región andina, caracterizada por una fuerte influencia de la
inercia fronteriza con Colombia, una vez más es escenario de situaciones
insurreccionales guarimberas. La continuidad de los eventos de 2014 en
el marco de "La Salida" ha dado forma a una situación sostenida de
violencia pasiva, contenida. Los Andes venezolanos, excluyendo a
Trujillo, no han sido exactamente los mismos. La violencia se ha
presentado de manera intermitente en San Cristóbal y Mérida.
En Táchira y Mérida persisten actividades paraeconómicas y
paramilitares conjugadas en la actividad insurreccional. Recursos del
lavado, contrabando y cadivismo se han convertido en un consistente piso
económico de patrocinio a la violencia. Estas redes con un pie en el
paramilitarismo operan detrás de las fachadas de movimientos
estudiantiles; en Táchira se destaca JAVU y en Mérida el Movimiento 13 y
Liberación 23.
Esta articulación se ha hecho efectiva para mantener detrás de un
rostro "legítimo" (de movimiento estudiantil) lo que es en esencia una
acción terrorista prolongada: mantener en Táchira y Mérida nodos
inamovibles de guarimbas, cabezas de playa del paramilitarismo y vitrina
internacional mediática de una supuesta lucha estudiantil contra "una
dictadura represora".
Desde hace años, redes de estas características han intentado cuajar
en Caracas y Zulia, y en cierta forma han cuajado, pero no con las
cualidades que han tomado en los Andes. En Caracas y otras ciudades se
desmembró de manera abismal el piso político de apoyo a las guarimbas y
los actos de movilización estudiantil violenta. Muchas de estas acciones
se confinaron al este de Caracas entre Chacao, Baruta y El Hatillo,
manteniéndose débiles e intermitentes, casi sin niveles de ocurrencia
desde mediados de 2014 hasta el presente.
En Zulia, el martes 25 de febrero fueron detenidos 12 encapuchados
(de los cuales 11 no eran estudiantes) en las inmediaciones de la
Universidad Rafael Belloso Chacín (URBE), una universidad privada, la
más reincidente en violencia en el estado. Esto apunta a que en el área
de influencia de la frontera se están viendo vestigios de captación de
hampa común para revitalizar guarimbas, ya que tienen escaso apoyo
dentro de la oposición.
En la ciudad de Mérida y en San Cristóbal, la violencia ha sido
intermitente desde abril de 2014. Pero la situación está cambiando y ha
tenido un giro desde el asesinato de Kluiverth Roa, joven de 16 años
asesinado por un policía nacional que hoy se encuentra tras las rejas.
Este joven, el llamado "muertico necesario"
para recalentar las acciones callejeras, era reincidente en protestas
violentas, y es que en la ciudad de San Cristóbal se han escenificado
conatos de violencia de manera casi diaria desde las convocatorias del
23 de enero, 4 de febrero y al cumplirse un año del encarcelamiento del
fascista Leopoldo López.
Acá hay que reseñar grandes problemas de gestión comunicacional del
Gobierno nacional y ocultamiento selectivo de la mediática privada
conjugados. Si un grupo de campistas se acuesta en Plaza Altamira, es
noticia. Pero en los Andes, donde están los verdaderos laboratorios
insurreccionales del fascismo en Venezuela, no hay notoriedad del
asunto. La situación es que en la región andina, prácticamente la
violencia de bajo impacto no ha cesado durante meses, y ahora está en
aumento desde hace cuatro semanas.
El 28 de enero fueron detenidos durante disturbios en la ciudad de
Mérida un total de 18 personas, entre las cuales había ocho menores de
edad, y más insólito todavía, un niño de 10 años que acompañaba a los
violentos. El niño en cuestión fue entregado a sus responsables legales a
horas de su detención. En el acto fueron incautados un conjunto de
bombas molotov, un facsímil de arma de fuego, doce envoltorios de
presunta cocaína y varios celulares, cuyas llamadas registradas
apuntaban a personeros de la dirigencia estudiantil de Mérida y a
probables elementos paramilitares que contactaron a algunos de los
violentos que no eran estudiantes.
Proceso de captación
Mediante las organizaciones seudoestudiantiles del fascismo andino se
ha hecho la captación efectiva de jóvenes preparados para la actuación
violenta de calle. Una de las metodologías consiste en emplear las aulas
de la Universidad de los Andes en Táchira y Mérida para captar jóvenes
identificados de manera radical con la oposición. Seguidamente, estos
jóvenes, al comenzar a formar parte de estos "movimientos
estudiantiles", son beneficiarios de privilegios: teléfonos
inteligentes, dólares, prebendas que van desde cuentas abiertas en bares
de la ciudad (en el caso de Mérida) y hasta acceso a drogas –en estos ámbitos es muy popular la cocaína.
Si un grupo de campistas se acuesta en Plaza Altamira, es noticia. Pero en los Andes, donde están los verdaderos laboratorios insurreccionales del fascismo en Venezuela, no hay notoriedad del asunto
Los entornos
inmediatos de Movimiento 13 y Liberación 23 en Mérida son similares a
los que ilustran en las películas de gánsteres. Son ambientes de
circulación de drogas, dólares en efectivo, cupos Amazon, prostitución,
licor, "chicas para todos", uso de "yoembina" (alcaloide estimulante
afrodisíaco comúnmente colocado en bebidas) para violar a entusiastas de
los movimientos, porte ilícito de armas y otros delitos. La mafia
también es académica, es una práctica común en la Universidad de los
Andes la de los "favores académicos" a cercanos a esos movimientos
estudiantiles por parte de profesores opositores, y hasta por los que no
lo son pero que son contactados y obligados a "ayudar" a los miembros
de estos movimientos que poco van a clase y que "se dedican a la
resistencia".
Estos jóvenes comienzan a asistir a charlas y luego a "retiros" en
fincas. Otros viajan hasta Cúcuta, en lo que parecen ser viajes
programados de particulares en autobús, donde se realizan actividades de
cadivismo y otro tipo de "reuniones". Las redes de captación en Táchira
tienen el atributo de facilitar las condiciones para la participación
de los jóvenes en los lucrativos paranegocios que hay en la frontera. La
permeabilidad fronteriza ha permitido incluso que personas "del otro
lado" bajo la apariencia de comerciantes se reúnan con grupos cerrados
de jóvenes de las universidades. Las mafias de las casas de cambio
colombianas tienen mucho que ver en el apoyo económico a estos grupos,
se trata de dinero proveniente del contrabando circulando en favor de la
desestabilización.
Las redes de captación se han extendido a otros ámbitos
extrauniversitarios. Durante el último mes de las guarimbas de 2014,
conformadas inicialmente por estudiantes y vecinos de las zonas
residenciales, se pudo apreciar la presencia consistente de elementos
del hampa custodiando las barricadas. Una vez iniciadas con fuerza y
luego de tres semanas de que Maduro no cayera éstas comenzaron a
debilitarse y se fortalecieron súbitamente por la participación del
hampa común.
Básicamente comenzaron a convocar a las guarimbas a quienes en el
fascismo llaman "los que no tienen nada que perder, los desechables, los
malandritos". Las guarimbas se desarrollaron en 2014 y se prevé su
revitalización en 2015 mediante el financiamiento a grupos fuera de las
universidades. Para ellos hay otros incentivos. Se les ofrece drogas
duras (como la piedra o crack para su consumo y cocaína para el jibareo), se les ofrece armas de fuego (muchas traídas desde Colombia), motos y dinero en efectivo.
Hay zonas de la ciudad de Mérida virtualmente controladas por
"jíbaros", pequeños señores de la droga que mantienen esclavizados a
jóvenes hampones, y que ahora los tienen participando en los conatos de
guarimbas, contactando incluso a jóvenes que no estaban en hampa y que
ahora participan como pagados de la violencia. De hecho, es sabido que
guarimbas famosas en Mérida como la de la Cardenal Quintero y Yuan Lin
Center eran controladas por "los del barrio Pueblo Nuevo" a finales de
abril de 2014. Otros jóvenes del barrio San José de Las Flores
participaron en otras guarimbas en la avenida Los Próceres de esa
ciudad.
En Mérida bastó contactar a sólo tres decenas de elementos del hampa
común para colocar en estado de sitio y terror algunas zonas de la
ciudad. Esta es una situación potencialmente peligrosa, dado lo que
implica en términos de destrucción del tejido social y político de los
barrios. Emplear factores de las clases populares, que aun siendo
elementos del hampa no dejan de ser habitantes del barrio, para destruir
la paz pública, es potencialmente peligroso para el movimiento popular.
El destino de los jóvenes en situación de vulnerabilidad se puede ver
más comprometido si se les confina a ser captados para la violencia
guarimbera y sus mafias.
Eventos y situaciones a desarrollarse
Hay una verdad objetiva alrededor del hecho guarimbero en los Andes.
Las guarimbas no tienen el mismo piso de apoyo de 2014. Su base social
de respaldo se ha desmembrado. En comunidades de San Cristóbal,
especialmente las residenciales, las reuniones de vecinos han concluido
en la no participación de las comunidades en barricadas. Por otro lado,
sectores que hacen vida en las universidades andinas, aun siendo
opositores, han llamado al restablecimiento de la normalidad y
continuidad de las clases: los calendarios académicos se han visto
seriamente comprometidos en los últimos años.
Pero lo cierto en un contexto de guerra asimétrica es que no siempre
se trata de la realidad en el terreno. Se trata de lo que sucede en
medios y la presentación de situaciones creadas ante la opinión pública.
Así que la proyección de escenarios de crisis en medios tiende a ser
mucho más exagerado que lo que sucede en la realidad. En la mediática
internacional se plantea, justo ahora, un escenario idéntico de total
respaldo a la guarimba en Táchira y Mérida, y esa no es la situación.
La muerte del joven de 16 años en Táchira ha signado el camino a
nuevos escenarios. Se trata de un asesinato de los que crean conmoción
pública y el cuerpo del joven es empleado
como carroña política. Tratan de convertir su muerte en un disparador
de la espiral de violencia, que efectivamente llegó a presenciarse en
Zulia, Táchira y Mérida el miércoles 25 de febrero, cuando dos unidades
de transporte del sector público (gas y servicios de Cantv) fueron
incendiadas en Táchira y Mérida respectivamente, mientras que en Zulia
fue quemado y saqueado un camión de medicinas en la Universidad del
Zulia.
El miércoles 25 de febrero, a sólo 24 horas del asesinato del menor de 16 años en Táchira, tres
policías del estado Mérida fueron heridos de bala. Al momento de esta
descripción de la situación, hay un ambiente de tensión en los Andes y
el día se prepara para nuevas situaciones de violencia este 26 de
febrero, las cuales serán de carácter focalizado, selectivo y
diferenciado. Se caracterizarán por su brutalidad y la búsqueda de
nuevos muertos. Se teme la actuación de elementos armados duros y que se
aprecien vestigios de penetración paramilitar colombiana. El panorama
parece incierto y las fuerzas de seguridad operan con inteligencia y
guantes de seda.
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