Visto en su conjunto, la Audiencia llevada a cabo ayer en el
Senado norteamericano (cámara alta del Congreso) destaca más señales de
frustración operativa que acumulación de éxitos en la consolidación del
expediente contra el país. Formalizado el paso siguiente de la Casa
Blanca, la línea contra la "inusual amenaza" Venezuela ahora también
apunta a hacer uso de un arma repetida hasta el cansancio: la
deslegitimación electoral para generar un aislamiento internacional.
La
audiencia llevada a cabo el 17 de marzo por la Subcomisión para el
Hemisferio Occidental del Senado, dirigida por el senador republicano
del sur de la Florida, Marco Rubio, y con presencia de funcionarios del
Gobierno estadounidense, ONG y académicos, flotó sobre el vacío narrativo de la "amenaza Venezuela" bajo las siguientes claves temáticas:
"Bipartisan": el tratamiento por unanimidad de
calificar a Venezuela como una "amenaza” es un paso que asegura desde la
vía parlamentaria la caracterización hecha por el Ejecutivo. Demócratas
y republicanos, por encima de las confrontaciones internas, tienen un
acuerdo sobre la definición de Venezuela. Es una política bipartidista.
Desniveles y los crespos a medio hacer: prueba de no
acusar los efectos esperados a partir de la orden ejecutiva de la
Administración Obama se refleja cuando Rubio, Bob Menéndez y el
subsecretario adjunto para Sudamérica y Cuba del Departamento de Estado,
Axel Lee, manifestaron muestras de desagrado y "preocupación" respecto a
las violaciones a los "derechos humanos en Venezuela". El discurso
subyacente: Estados Unidos no ha logrado cumplir su cometido de lograr
socios "confiables" que presionen a Venezuela e inmovilicen a la Unasur,
por el contrario, este fin de semana pidió la derogación de las
sanciones ordenadas por la Casa Blanca. En esa dirección apunta el
engorde del expediente "derechos humanos".
Míster Lee dice: que "es hora de que los gobiernos
de la región colaboren para ayudar a Venezuela a lograr una solución
democrática para los desafíos a los que se enfrenta el país".
La vuelta de tuerca que faltaba por dar: Menéndez y Rubio destacaron que Venezuela es un narcoestado y que está asociado al "terrorismo internacional", tal como dijo
la semana pasada el jefe del Comando del Sur, el general John Kelly, en
relación a la supuesta presencia reclutadora del Estado Islámico en
Venezuela y el Caribe.
Farah: incluso el presidente de la consultora IBI y
supuesto experto en crimen organizado, Douglas Farah, fue más allá al
profundizar la matriz de Estado fallido: "El Gobierno de Venezuela tiene
fuertes lazos con el narcotráfico, es una gran empresa criminal.
Síntesis: en resumen, el expediente criminalizador
contra Venezuela se monta para todo efecto práctico en tres ejes o
submatrices que orientan a la representación de Venezuela a encarnar lo
peor de la condición humana del momento: 1) patrocinio del yihadismo, 2)
narcotráfico y 3) la corrupción de políticos y empresarios.
"Curiosamente" (no hay comillas inocentes) tanto Rafael Poleo como Nelson Bocaranda
ya habían anticipado estos tres ejes como el centro de la "denuncia"
norteamericana. Como para dejar claro de dónde proviene su "línea".
La falta de respuesta regional está obligando al (desesperado) lobby
miamero del Partido Republicano a acelerar ellos mismos y por sí solos
la agenda que no ha logrado encontrar réplica obediente alguna en el
continente.
El fetiche del fraude electoral
- "La situación es muy complicada ya que Venezuela está encaminada a un proceso electoral y se le ha pedido que estas elecciones se desarrollen con amplitud para todos los sectores", sostuvo el subsecretario Alex Lee. Toda vez que tanto Lee como Rubio negaran categórica y angelicalmente que Estados Unidos busca un "cambio de régimen" en Venezuela.
- Lee también aprovechó la ocasión para enfatizar que Washington "está preocupado por los poderes especiales (la Ley Habilitante) otorgados a Maduro", y pidió a los gobiernos regionales que "alienten a Venezuela a aceptar una misión de observación electoral internacional sólida, utilizando estándares internacionales, para estas elecciones".
- A renglón seguido, el subsecretario, uno de los hacedores del Plan Colombia (y su espejo mexicano, la Iniciativa Mérida), remarcó que los "problemas de Venezuela no se resuelven criminalizando a los opositores". Según el funcionario del Departamento de Estado, "el gobierno de Maduro debe enfocarse en soluciones y éstas pasan por el respeto a los derechos humanos, la libertad de asociación y de expresión y la libertad a los presos políticos". Una avalancha de clichés insostenibles de forma y de fondo.
- Resaltó también que el tema Venezuela será uno de los ejes de Obama en la Cumbre de las Américas, en la que seguramente se desocupará un rato de sus selfies diarias para hacer lobby divisorio puertas adentro de la región.
- Descontentos con los argumentos y la línea interventora pasiva-agresiva en el discurso (no en la acción) del Departamento de Estado, Bob Menéndez y Rubio "exigieron" más medidas vociferando que el gobierno de Maduro "no gobierna de manera democrática". Incluso Rubio fue más allá al remarcar que existe "un brazo no armado luchando en contra del brazo armado del Estado", y el peligro de esta clase de aseveraciones es que no son producto de espontaneidad alguna. Marco Rubio sabe muy bien lo que hace al instalar dentro de la narrativa la figura de los "opositores desarmados", puesto que éstos son los que, dado el momento y el escenario indicado, pasarán a ser armados y entrenados en un panorama en el que marque la pauta el paso de la lucha "cívica" a la armada, armada y entrenada por los mismos Estados Unidos. Tal como Libia y Siria.
En sí, todos los hilos posteriores a la amenaza Obama apuntan
directamente al abandono de la vía electoral que anticipan viciada y
fraudulenta, el paso a segundo y tercer orden del sello MUD por obsoleto
e inconducente y el ascenso de la Casa Blanca como el verdadero actor
de confrontación directa contra el Gobierno revolucionario.
Con la Cumbre de las Américas y las parlamentarias en el horizonte,
es evidente que la Casa Blanca usará todos sus recursos de poder
internos y externos para ensuciar el panorama con "hechos
conmocionantes" que respalden las acusaciones que hoy por hoy permanecen
en el plano abstracto.
El picar adelante respecto a las parlamentarias y la puesta en duda
de su legitimidad al no ser controladas por "una comisión internacional"
del riñón de Washington resaltan que los cohetes a mediano plazo irán
hacia la "igualdad de condiciones" y la normalidad del proceso para
tapar el abandono electoral y encontrar una salida narrativa que permita
la escalada y el intento de aislamiento.
Pero detrás de eso viene mucho más.
Estamos en la hora loca. Y Marco Rubio tiene muchas ganas de seguir siendo el que se vea de primero en la filita.
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