Concluída la 1er ronda binacional de negocios en la frontera colombo-venezolana entre empresarios de ambas naciones, se robustecen las expectativas entorno al anhelado reestablecimiento de los pasos fronterizos entre los dos países, al tiempo que surgen a su vez una batería de interrogantes que deberán ser respondidas por la acción responsable de los actores públicos y privados en el corto y mediano plazo.
La relación entre el fronterizo estado Táchira, en Venezuela y el departamento del Norte de Santander en Colombia, representa – como la mayoría de la fronteras- más que un simple relacionamiento comercial. Existe allí unos lazos de consanguinidad binacional que diluyen la marca fronteriza y la convierten en una verdadera zona de múltiples relacionamientos humanos, culturales y sociales de amplia gama.
El músculo empresarial colombiano se mostró más dispuesto a formar parte de esta estrategia de rueda de negocios, ante el llamado de Venezuela, prueba de ésto es que prácticamente duplicaron en número a los empresarios venezolanos presentes en la 1ra Rueda de Negocios Binacional, realizada en la capital tachirense este mes de septiembre.
El volúmen de emprendimientos y emprendedores que hacen vida del lado venezolano de la frontera es mucho más amplio que las 39 empresas que se sumaron a este 1er llamado y se marca allí el desafío que tiene esta iniciativa de cara a la anunciada 2da rueda de negocios para antes de fin de año; esta vez en lado colombiano.
El Táchira tiene un sector primario que se destaca por la producción pesquera, con productos como cachama, cajaro, coporo, palometa, torumo, tumare (en ríos) y el bagre rayado; de igual manera en cuanto a productos agrícolas se destaca la producción de ajo, cambur, caña de azúcar, café, caraota, cebolla, papa, plátano y tomate. Por su parte, en la producción pecuaria la entidad tachirense se caracteriza por su ganado vacuno.
Del otro lado de la frontera, en Norte de Santander la agricultura es base de su economía con productos como el algodón, el arroz, el tabaco, el cacao, la caña de azúcar, el café y el trigo.
Esta sencilla mirada nos permite apreciar el carácter complementario de la economía en el sector primario de esta amplia zona geográfica. La complementariedad comercial fue, de hecho uno de los puntos señalados como de vital importancia por empresarios y cámaras empresariales reunidas en Táchira para debatir las formas y las maneras para consolidar la nueva relación comercial en la recientemente reabierta frontera, la cual ha ensayado ya el reinicio de tránsito de carga pesada en esta segunda mitad del mes de septiembre. Tema que venía generando múltiples conflictos en el sector transporte de ambas naciones, por lo que representa el intercambio de mercancías en este puerto terrestre que involucra a una diversa gama de productos, pero que destaca el tema del carbón por ejemplo.
Autoridades venezolanas se manifestaron dispuestas a consolidar políticas y estratégias que posicionen a la frontera entre Táchira y Norte de Santander garantizando un flujo comercial que determine el despegue económico de la región, en el marco de la posición geopolítica que posee dicha frontera para impulsar el intercambio de bienes, productos y servicios entre la Comunidad Andina de Naciones, el Mercosur y las comunidades del Caribe.
Por su parte, la economía del Departamento de Norte de Santander es la duodécima quinta más grande de Colombia y se soporta en el sector de los servicios comerciales, bancarios y de transportes que dependen de la actividad fronteriza.
Quizás uno de los desafíos que se presentan en esta nueva etapa de relacionamiento comercial binacional está centrado en ganar la confianza y el compromiso del empresariado venezolano en los marcos comerciales que se establezcan en esta nueva oportunidad con la reapertura de la frontera.
La politización llevada al ámbito empresarial y comercial, se presenta como uno de los importantes frenos que enfrenta esta nueva etapa de construcción conjunta de una nueva lógica comercial en la frontera. En tal sentido lo que se ha denominado como “guerra económica” le ha puesto una piedra de tranca en el trabajo conjunto entre lo público y lo privado, más allá de todas las señales que desde el gobierno regional se han venido esgrimiendo para superar juntos la crisis que ha desatado el descontrol desmedido de la inflación, el aumento indiscriminado de precios y el desabastecimiento inducido de los productos de higiene personal, de la cesta básica y de una amplia variedad de rubros que se ha venido revirtiendo con la importación de productos colombianos y el impulso de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción.
Desde el otro lado de la frontera, la contraposición de un modelo económico, financiero y hasta político-social podría entenderse como otro de los frenos que se ha venido superando desde la implementación de una lógica comercial direccionada a satisfacer el incremento del intercambio comercial de productos colombianos hacia Venezuela.
La combinación de ambas acciones por lo menos, han mostrado resultados tangibles en las últimas semanas, aún a costa de haber elevado sustantivamente los costos de los productos, frente a los acostumbrados valores de los productos subsidiados que Venezuela venía colocando al mercado durante la bonanza petrolera.
En este marco, el camino hacia una 2da rueda de negocios entre empresarios de ambos lados de la frontera en franca reapertura comercial y consolidación de una nueva confianza política y empresarial, se encuentra el impulso necesario que reclama tanto el sector público, como el privado y el comunal o mixto para encontrar en conjunto la salida a una crisis que ha mantenido en zozobra a la población de ambos lados de la línea divisoria que hoy apuesta una vez más a consolidarse como punto de encuentro y expansión para ambas naciones.
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