Durante catorce años de revolución, hemos sido víctima de ofensas, descalificaciones, improperios, vilipendio, agresiones físicas, verbales, morales, espirituales, incluso hasta con nuestro núcleo familiar se han metido, sin embargo, el apostolado asumido debe estar por encima de esas miserias humanas que deambulan en las calles y se propagan en los medios, han dicho que le quitaremos los hijos a las madres, que los bombillos ahorradores son cámaras filmadoras del G2 cubano, que vamos a quitarle las viviendas y vehículos, comercios y propiedades a todo el mundo, que regalamos la plata a los aliados en el mundo, que somos evangélicos y a la vez santeros, en fin es una larga lista de señalamientos contra todo lo que huela a Chávez y la Revolución.
La mayoría de nosotros no puede ir al Sambil, ni comer en un
restaurant medio fino o pasar vacaciones con tranquilidad como cualquier
persona, porque es apuntado con el dedo de la doble moral de la derecha
que levanta la nariz como si estuviéramos hediondos, de igual forma
profanaron nuestro inmenso dolor en los momentos difíciles de la
desaparición físico del Comandante Supremo, se meten con Maduro, con los
ministros, con los diputados, con los tapa amarillas que vivimos en las
regiones, nos dicen Chaburros, Chabestias, brutos, ladrones, vividores,
malvivientes, es decir, cualquier cantidad de cosas salidas del odio
profundo y a pesar de todo, no podemos pisar el peine de la violencia.
Entendemos la rabia y la impotencia de muchos camaradas y
compañeros que quisiera partirle la jeta a cualquiera de la oposición,
pero no debemos por ningún concepto estallar, crear o caer en
provocaciones milimétricamente planificadas por las mentes torcidas de
la oposición, ejemplo, lo sucedido en la Asamblea Nacional, en primer
lugar, porque los revolucionarios somos los principales interesados en
mantener la paz, tranquilidad y estabilidad en la nación y en segundo
término, porque desgraciadamente tenemos todas las de perder con el
aparato mediático de la derecha, que es capaz de magnificar el
maquillaje mal hecho de Julio Borges y María Corina, pero invisibilizan
los nueve muertos y setenta y ocho heridos propiciados por Capriles,
después del catorce de abril…
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