(Foto. Archivo)
Mary Pili Hernández
Las
Olimpiadas de Río 2016 le dejan una alegría muy grande a Venezuela.
Nuestros atletas brillaron en este encuentro mundial, al punto de que
esta ha sido la mejor participación de nuestro país en toda la historia
de unos Juegos Olímpicos. Una medalla de plata, dos de bronce y doce
diplomas olímpicos son, sin duda, un logro muy importante para la Patria
que nos regalan estos jóvenes de la Generación de Oro.
HÉROES EN UNA SOCIEDAD QUE PROMUEVE LOS ANTIVALORES
En una sociedad como la nuestra, donde los
antivalores se vuelven tendencia en twitter, recibir a estos muchachos y
muchachas como héroes es fundamental para elevar los paradigmas
sociales. Que las pantallas de nuestros televisores y que los
principales medios de comunicación nacional se dediquen a exaltar los
perfiles personales de cada uno de estos jóvenes, es un acto de Patria.
Cada uno de ellos tuvo que hacer importantes
sacrificios personales para llegar tan alto en el deporte mundial. Un
atleta de alta competencia no puede comportarse como un joven normal.
Nada de fiestas, ni de playas, ni de quedarse los fines de semana
durmiendo hasta tarde o de beber alcohol. En la mayoría de los casos,
deben dejar de lado la vida familiar porque tienen que pasar meses
enteros entrenando en sitios lejanos. Su formación académica, en muchas
oportunidades, también se ve afectada o al menos se retrasa, por la
cantidad de horas que tienen que dedicar a su preparación atlética. Sus
cuerpos son llevados a condiciones extremas, por lo que su salud física y
psicológica se puede ver afectada por el más mínimo detalle, así que es
indispensable cuidar cada elemento, desde la alimentación, hasta sus
relaciones interpersonales. En fin, en otras palabras, llegar a ese
nivel es una hazaña heroica y por eso se merecen el recibimiento de
héroes.
Pero no solamente ellos merecen ser tratados como
héroes, sino que nuestra sociedad también necesita visibilizar este tipo
de líderes, que conquistan sus logros a través del esfuerzo, la
dedicación, la constancia, el trabajo arduo y el desarrollo de los
talentos personales, para dejar de dar preponderancia a los que buscan
los caminos verdes, los atajos, los que se aprovechan del trabajo de los
demás, los que hacen trampa, los que roban a sus hermanos. Necesitamos
con urgencia que en nuestro país haya miles, millones de Yulimares, de
Yoeles y de Stefanias, que sientan en su corazón que, para alcanzar
aquello que ambicionan, el camino es el trabajo y la perseverancia.
LA MEZQUINDAD DE LAS MENTES ENANAS
A pesar de que Venezuela toda debería estar
orgullosa de sus jóvenes atletas, vemos con tristeza y vergüenza cómo
algunos se empeñan en tratar de tapar el Sol con un dedo y procuran
tratar de ocultar este logro para nuestro país. Y todo porque no
soportan que haya sido justamente ahora, durante el Gobierno
revolucionario, que nuestros deportistas hayan comenzado a superarse y a
dar los frutos que todos deseábamos.
Duélale a quien le duela, y aunque busquen
argumentos absurdos para tratar de minimizar el triunfo, esta es la
mejor participación que Venezuela ha tenido en unos juegos olímpicos.
Moléstese quien se moleste, antes de la llegada de Chávez al Gobierno,
Venezuela había conquistado 8 medallas en unas Olimpiadas, y en lo que
va de Revolución, ya llevamos 7, es decir, que durante este tiempo hemos
logrado casi igualar todos los triunfos que nuestro país había logrado
en toda la historia.
Así traten de invisibilizar este logro, algo bueno
se debe haber hecho en los últimos años, que no se hacía antes, que ha
permitido que nuestros atletas brillen en los podios de la alta
competencia.
La mezquindad llega al punto de desmerecer los
logros de algunos de estos jóvenes, simplemente porque tienen una
posición política claramente identificada con la Revolución. Pero la
realidad es que ese es su derecho. Vivimos en un país democrático, como
lo garantiza nuestra Constitución, y cada joven tiene derecho de pensar
como quiera. Y, además, ha quedado demostrado que a estos jóvenes se les
ha apoyado, no porque sean Chavistas, sino porque son excelentes en sus
respectivas disciplinas. Por lo tanto, es un irrespeto que se pretenda
opacar sus triunfos por puro egoísmo, envidia o intereses subalternos.
En todo caso, la mayoría de los venezolanos y
venezolanas de bien, independientemente de su posición política, estamos
contentos con lo que ha sucedido. Son jóvenes venezolanos que han
demostrado que los sueños pueden conquistarse, pero siempre y cuando uno
se despierte y se ponga a trabajar con ahínco por aquello que aspira.
Felicitaciones muchachos, y que Dios los bendiga a todos.
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