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sábado, 18 de enero de 2014

MARISABEL CONFIESA LA VERDAD SOBRE SU CÁNCER Y LA REACCIÓN DEL COMANDANTE CHÁVEZ AL ENTERARSE

“Él veía como un acto de egoísmo pensar en sí mismo. Hugo nunca tuvo vacaciones (…) nunca llegó a tomar un mes, si se tomaba tres días ya estaba preocupado”, aseveró Rodríguez.
Una mujer con la armadura bien puesta, esa es Marisabel Rodríguez. Fue una acompañante fiel de Chávez durante su consolidación política, madre de Rosinés y le tocó luchar en la misma batalla que el Comandante: la del cáncer.

En un diario del país, Rodríguez decidió acabar con el misterio y ofreció una entrevista en la que reveló detalles sobre lo que significó para ella luchar contra la muerte y posteriormente, tener que aceptar que Chávez falleciera.

“Yo nunca me he preguntado por qué a mí, me hago la pregunta de por qué he durado. La última vez que hablé con la doctora me dijo, ‘te volvió a botar la curva’, porque aparentemente este tipo de cáncer, cuando pasa el tiempo, se reduce. También me preguntó qué hacía, y le dije, ‘hay una energía muy buena donde vivo’. Y no lo dudo, uno es capaz de transformar donde se encuentre en algo bueno o malo. Al salir de la operación nos dijeron lo que encontraron macroscópicamente y no lo microscópicamente, porque hay resultados de biopsias que tardan horas y otros hasta 20 días”, aseveró Marisabel.

Cuando Chávez se enteró de que a la ex primera dama le habían detectado cáncer le “dolió bastante”: “Al presidente Chávez le dolió mucho mi situación, me llamó inmediatamente (…) La verdad es que fue muy solidario conmigo. El fin de semana siguiente, a mi salida de la clínica, fue a casa a visitarme y pasó un rato conmigo y la niña. Conversamos, pero no me dejaba hablar, expresar la necesidad que tenía de ofrecer mis disculpas por el mal rato que le hice pasar. Él me decía que también me había hecho pasar malos ratos”, narró.

Cuando la respuesta de la inmunohistoquímica llegaron y no fueron muy alentadores, Chávez le ofreció a quien había sido su esposa, toda la ayuda posible: tratamientos en Brasil, Cuba, Argentina, pero Marisabel siempre respondió que seguiría en Venezuela. “Quiero morir aquí”, expresó la mujer.

Todo salió mejor de lo que se esperaba y Rodríguez superó la enfermedad. “Esa noticia la tengo cada mañana cuando abro los ojos, porque cada día es un regalo. Cada mañana la vida me dice: tienes un día más”, explicó.

Chávez con cáncer: un país ardiendo de dolor

Como pasó en otras ocasiones, los malos ratos los vivieron juntos, pues ahora era el Comandante de la Revolución Bolivariana quien sufría la enfermedad. Por supuesto, la solidaridad de su ex esposa estuvo presente.

Marisabel contó que se enteró que Chávez estaba enfermo por una cadena nacional: “Así, igualito, o sea, la primera cadena en la que él informó que tenía que irse para hacerse unos estudios. Así, públicamente. Imagínate, uno que ha pasado por eso, no me importaba lo que estaba pensando la gente. En ese momento tuve como un bloqueo, y pensé en cómo lo estaría tomando él, como lo asumiría”.

Al igual que muchos venezolanos, Rodríguez pensó que el líder de la Revolución superaría el mal rato: “Yo tenía absoluta confianza. Claro, no le echo la culpa a nadie, ni a Dios ni a nadie; era el momento de él, era su ciclo y lo finiquitó ahí”.

Luego, Marisabel aconsejó a Chávez, le sugirió tranquilidad, buena alimentación y visitas al mar: “Alguien me dijo que había un proceso donde los radicales se intercambiaban de líquidos entre el cuerpo y el mar, y los radicales salían. A mí me fue bien. Entonces yo le dije: ‘reza mucho cuando estés allá y ve que te permitan hacer hidroterapia en el mar, es fabuloso, te sentirás sumamente limpio’.

Sin embargo, no fue sencillo que Chávez cumpliera con las recomendaciones: “Él veía como un acto de egoísmo pensar en sí mismo. Hugo nunca tuvo vacaciones, nunca, nunca, porque tomar tres días e irse a La Gran Sabana con las hijas, la familia, o irnos dos días, eso no era una vacación, entonces Hugo no tuvo vacaciones en todos los años que estuve con él, y después tampoco, o sea, sé que no las tomó porque se hubiese llevado a Rosinés, nunca llegó a tomar un mes, si se tomaba tres días ya estaba preocupado”, sentenció.

Posiblemente, en algún momento, el Comandante pensó que era necesario el descanso. “Lo vi más consciente de la necesidad de tomárselo en serio, por esos dos choques que tuvo, la primera vez y luego la recaída. Cuando salió de la recaída sintió que se había recuperado y quizá esto le dio exceso de confianza y se descuidó, de pronto descuidó la alimentación y la tranquilidad. El mejor remedio es tener las cosas bajo control, que no te agobien las preocupaciones. Cómo un presidente no va a tener preocupaciones con tanta guerrilla comunicacional, tanto ataque”, denunció.

Los medios del país fueron implacables para atacar a Chávez, aun estando en convalecencia. “No sé en qué momento él llegó a saber que su estado era terminal, luego de la última operación. Estaba convaleciente y tuvo que soportar ese tipo de cosas”, recordó Marisabel.

Además, Rodríguez confesó que no ha sido fácil para Rosinés superar la muerte de su padre y que es a través de la educación y formación que le recomendó el líder de Venezuela, que ha podido aceptar que hay personas que trascienden en el tiempo.

“Hugo está más presente que antes, porque trasciende su cuerpo físico y queda la presencia espiritual, sus ideales. Está omnipresente en los cuarteles; antes estaba cuando iba, ahora está siempre presente. Unos le llaman la trascendencia de lo físico, otros la inmortalidad del espíritu, y creo en eso porque de eso se trata la vida eterna, que tu llama nunca se apaga, que tu llama permanece”, aseguró la mujer que acompañó al Comandante en sus momentos más duros, entre ellos el 11 abril de 2002, cuando suplicó, a través de CNN, que respetaran la vida de su esposo y padre de su hija, Rosinés.

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