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domingo, 12 de agosto de 2018

Un viaje al drama de la globalización a través de unos zapatos Nike

El panorama de desigualdad y sobreexplotación que se vive actualmente en el mundo, y desde hace décadas, puede ser explicado a través de aquellas compañías transnacionales que tomaron como bandera los haceres y pensares del capitalismo en su estadio más reciente, con vistas a generar negocios y acumular capitales con un fin de lucro muchas veces despiadado.

 
En términos comerciales, la Copa Mundial de Fútbol la ganó Nike. Las selecciones de Francia y Croacia llevaron su marca estampada en sus camisetas, pasaron escoba con Adidas, Puma y otras compañías que patrocinan la mayoría de los deportes más seguidos del mundo, y lograron que mil millones de televidentes vieran el icono característico de la compañía de calzados más lucrativa del planeta.
Nike nació en los años 60 en universidades estadounidenses, con atletas amateur y profesionales de por medio, y una manera de enfocar sus negocios que aún le brinda grandes réditos, sin escrúpulos morales o técnicos.

En las fábricas del Sur Global

 

En la década de 1970 comenzó a diseñar y producir sus propios calzados, labor que haría una maquila manufacturera de Japón que se encontraba en expansión.
Fue así como Nike acompañó los planes de mundialización neoliberal, no a través de la deslocalización de fábricas, pues la empresa desde sus comienzos cuenta apenas con unos pocos cientos de éstas en Estados Unidos, sino mediante el negocio de subcontratación en países de la periferia asiática, el Sur Global, de las maquilas necesarias para introducirlas entonces a los mercados cosmopolitas globales.
Las fábricas de bajo costo son los principales productores de calzados y ropa no sólo de Nike, sino de Adidas, Puma, etc. En Asia las hay por montones.
Por ello se movieron a Taiwán y Corea del Sur, luego China y Vietnam. Las condiciones laborales en aquellas maquilas, por supuesto, fueron denunciadas en varios momentos de la última década del siglo XX, con un pico en 1998 cuando llevaron a Nike a las cortes judiciales.
Empresas como Nike también viven del trabajo de los obreros de Indonesia para producir sus calzados. Estos trabajadores viven en la pobreza extrema y sufren incluso agresiones físicas. En las 11 fábricas que Nike subcontrata en Indonesia, se producen 55 millones de zapatos cada año.
Datos de 2014 informan que Nike produce sus artículos en 744 fábricas, que emplean a 998 mil 880 trabajadores en 43 países. En Estados Unidos, mantiene 68 fábricas con 13 mil 992 trabajadores.
Volviendo a Asia, China es donde se concentra la mayor parte de la actividad industrial de Nike: tiene 195 fábricas con 249 mil 655 trabajadores. En Vietnam, Nike cuenta con 65 centros de producción y 312 mil 667 empleados, y en Indonesia, 40 plantas y 168 mil 167 trabajadores. Todos estos números son promedios, ya que muchos obreros, de diferentes edades, géneros, razas y etnias, mueren por las pésimas condiciones laborales o son subpagados y despedidos a mansalva, sin mayor amparo jurídico.
En términos porcentuales, el 48% de las fábricas empleadas están localizadas en China (24%), Vietnam (14%) e Indonesia (6%). Luego de décadas de escándalo laboral, la empresa aprobó un plan de transparencia (bastante endeble) que permitía hacer seguimientos más cercanos a sus miserables procesos de producción, así como la confirmación de su compromiso social y ambiental.
Los salarios que paga Nike en Indonesia por todos los trabajadores subcontratados, por mencionar un ejemplo, no llegan a alcanzar los 20 millones de dólares, cifra inferior al contrato que la firma mantiene con Michael Jordan para publicitar sus productos.

 

Cultura y mercado a la velocidad de Nike

 

Fue en los años 80 que esta empresa empezó su estrategia para convertirse en el emporio que controla, hoy, el 38% del mercado mundial de calzado deportivo.

¿Cómo lo logró? Comenzó a contratar deportistas famosos para expandir su influencia en los consumidores, y así estableció marcas como el mencionado basquebolista Michael Jordan. El más reciente en anunciar una marca con Nike es el futbolista portugués Cristiano Ronaldo.
El actual CEO, Mark Parker, se puso un objetivo ambicioso en ventas para 2020: 50 mil millones de dólares. Nike produce un negocio aún en expansión, con ingresos totales de 9 mil 790 millones de dólares. Para 2017, tenía 1 mil 142 tiendas en el mundo. Y también cuenta con una tienda web, con delivery a cualquier parte del mundo.
Y es que esta compañía, como se infiere, se encarga sobre todo del márketing y diseño de sus artículos. Sus fundadores fueron muy ingeniosos en ponerle el nombre de la diosa griega de la victoria y en pagar 35 dólares a una estudiante de la universidad estatal de Portland, en 1971, para crear su logo, Swoosh, un símbolo del capitalismo estadounidense en todo el mundo.
Porque al comprar un producto Nike, no sólo se adquiere una mercancía, sino una cultura. Mercantil de pies a cabeza, en este caso. Esta empresa está en donde encuentres el entretenimiento, el ocio, la diversión. Por eso se consume Nike cuando vemos fútbol, básquet, tenis o cualquier otro deporte publicitado por los grandes medios de comunicación e información.
Ya una compañía como Nike no expresa sólo el mundo de los negocios y el ascenso de nuevos ricos a partir de la década de los 80, sino que acompaña a toda una visión de mundo que comienza con la implementación del neoliberalismo, luego basado en el Consenso de Washington, en el mapa global. Nike es un símbolo neto de aquello, y como tal debemos entenderlo, más allá de los focos en las estrellas deportivas que portan sus camisetas.

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