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domingo, 12 de agosto de 2018

Confesiones en torno al plan de magnicidio: los aspectos más relevantes

En la rueda de prensa ofrecida por el Ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, se mostraron más evidencias de la colaboración del Estado colombiano en el magnicidio en grado de frustración contra el presidente Nicolás Maduro.

Esto es lo importante: Requesens confesando su participación en el Magnicidio en grado de frustración en contra de nuestro Presidente Lo demás es show para desviar un hecho real: ¡SON TERRORISTAS!

Además, el ex diputado valida el testimonio del coordinador logístico de las acciones terroristas contra el presidente Maduro, Juan Carlos Monasterios (alias "Bons"), al mencionar que se contactó con el funcionario de migración colombiana, Mauricio Jiménez, para asegurar el tránsito hacia Colombia y cumplir así con los entrenamientos de los operarios del intento de magnicidio en ese territorio.
Las pruebas presentadas también dan a conocer la ruta trazada por los drones durante los preparativos de la operación violenta en la ciudad de Chinácota, ubicada a escasos 45 kilómetros de Cúcuta, en el departamento Norte de Santander.
Mediante la recuperación de información en un dispositivo móvil conectado al mando remoto de uno de los drones utilizados para trasladar, durante el acto de conmemoración de la Guardia Nacional Bolivariana, el material explosivo a la tribuna donde se encontraban las figuras públicas del Estado Venezolano, se verificó que había sido maniobrado en una finca de Chinácota, donde se llevaron a cabo los entrenamientos.
Juan Carlos Monasterios, autor material del ataque frustrado al alto mando político y militar que ocurrió el pasado 4 de agosto, también estuvo implicado en el ataque mercenario al Fuerte Paramacay, en un momento donde el Estado venezolano había recuperado la estabilidad política y social del país, a través de la instalación de la ANC. Que sus acciones terroristas posteriores estén asociadas al eje fronterizo colombiano, evidencia la financiación y profesionalización de grupos paramilitares en el vecino país con la agenda de guerra contra Venezuela. 

 

Julio Borges en primera línea de la guerra contra Venezuela

 

No es sorpresiva la autoría intelectual de Julio Borges en el magnicidio en grado de frustración, si sus antecedentes más inmediatos lo acusan de liderar, durante 2017, el despliegue internacional del antichavismo contra la población y el Gobierno venezolano, a través de una intensa campaña de promoción de sanciones y cercos financieros. 
Sus continuas giras por los Estados Unidos y países satélites de los intereses norteamericanos para impulsar las sanciones internacionales que han afectado la normalidad económica de Venezuela y captar el apoyo económico de instancias extranjeras, utilizando como excusa el relato de "Estado fallido" y aprovechando el saldo violento que dejó el ciclo de golpe de color de la primera mitad del año pasado, crearon las condiciones para vincularse directamente con el ex presidente Juan Manuel Santos.
Otra de las facetas antipolíticas de Borges lo conduce a buscar conspiraciones dentro de las fuerzas militares venezolanas de alto impacto, como la desmantelada en el Golpe Azul de 2015, donde participó en las reuniones con los golpistas y eligió los objetivos tácticos que iban a ser bombardeados en la nombrada "Operación Jericó". Con la confesión de Requesens, se confirma la mutación de Julio Borges como dirigente de la parapolítica y del terrorismo importado a Venezuela.
Luego de las declaraciones prestadas por el opositor Juan Requesens, miembro del mismo partido político en el que milita Julio Borges, los esfuerzos por desacreditar el atentado contra Maduro se ven diluidos ante la revelación de datos contundentes. El desafío de Rodríguez, en ese sentido, fue lapidario: "Reto a Julio Borges a que desmienta al ex diputado Requesens".

Todos los caminos de violencia política conducen a Bogotá

El gobierno de Santos, quien corriendo el reloj para acabar su mandato político asumió y profundizó el protagonismo en la región de las agresiones financieras y políticas contra la nación venezolana, queda expuesto como facilitador de sus instituciones públicas para ser utilizadas por factores que buscan, a través del terrorismo, tomar el poder político en el país.


Funcionarios colombianos colaborando en el atentado contra Maduro, actores políticos y centros de entrenamiento refugiándose en Colombia, prestación de instalaciones para hacer los ensayos del atentado terrorista, son acciones concretas que reafirman el compromiso de la oligarquía colombiana con las tareas encomendadas desde Estados Unidos.
Difícilmente este esquema vaya a alterarse, luego de la toma de posesión de Iván Duque como nuevo presidente de Colombia, ligado fuertemente al uribismo en ese país y que, en paralelo a las denuncias del ministro de comunicación venezolano, anunciaba a través del ministro de Exteriores colombiano Carlos Holmes Trujillo, el retiro de su país de la Unasur.
Duque también ha asomado las pretensiones de intensificar las difamaciones contra el Estado venezolano, sin mostrar ningún tipo de solidaridad o repudio contra el magnicidio frustrado o intensiones de colaborar con las instituciones venezolanas para continuar con el proceso judicial consecuente que deben tener los autores materiales e intelectuales, dejando así aclarada la postura de cómplice que nuevamente toman las autoridades políticas del Estado colombiano.
Entidad que pareciera tener como objetivo de política exterior agredir a Venezuela, sin ofrecer una cobertura diplomática para proteger, financiar e impulsar a los rostros públicos de la guerra contra la nación bolivariana.

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