RT Acutalidad
Como estaba previsto, el Senado de Brasil ha aprobado el inicio del juicio político a la presidenta del país, Dilma Rousseff.
De este modo, la mandataria ha sido suspendida por 180 días, durante
los que se llevará a cabo el proceso que definirá si se la destituye del
cargo de manera definitiva.
Esta historia comenzó cuando Rousseff triunfó en las elecciones presidenciales de 2014.
1. La derecha que no pensaba perder
Cuando ese año el Partido de los Trabajadores (PT)
ganó en la segunda vuelta electoral, la derecha latinoamericana sufrió
una decepción porque su candidato, Aécio Neves, quedó a las puertas de
presidir el país más importante de Sudamérica. En ese momento se comenzó
a planificar el golpe de Estado.
Con el inicio de 2015 los grandes grupos
empresariales —con el apoyo de muchos medios de comunicación— empezaron a
presionar al Gobierno para que realizara ajustes. Estos cambios se
produjeron a mediados de año, cuando el Ejecutivo realizó fuertes
recortes en planes sociales.
Esa situación dañó gravemente la reputación de la
presidenta, cuya valoración descendió hasta el 8 %. A partir de entonces
cobró fuerza la idea del juicio político para que lograran, mediante maniobras en diferentes ámbitos, lo que las urnas les habían negado: llegar al poder.
2. El 'impeachment': un proceso legal, pero ilegítimo
Durante el año pasado el escándalo conocido como
Lava Jato, que incluyó crímenes de corrupción y lavado de dinero en
relación con el cobro de sobornos a contratistas de la firma estatal
Petrobras, ocupó las tapas de los diarios brasileños. Mientras que
muchos políticos de todos los partidos estuvieron implicados en la causa, Rousseff quedó al margen.
Los grupos opositores tuvieron que buscar otro
argumento para tratar de destituirla, así que decidieron acusarla de una
presunta manipulación del déficit fiscal de 2014. El caso se fundamenta
en una resolución del Tribunal de Cuentas brasileño, que no aprobó el
presupuesto que el Ejecutivo presentó para ese ejercicio.
El economista Pablo Wahren explica
que "el Estado brasileño gastó más de lo que tenía presupuestado" y
decidió emplear "un mecanismo conocido como 'pedalada fiscal', que
implica endeudarse con bancos para financiar" ese dispendio adicional.
A lo largo de los años, varios gobernadores de
todos los partidos políticos han utilizado este recurso; sin embargo,
solo se intenta destituir por ello a la presidenta Rousseff, como
explica en un video el Colectivo Audiovisual por la Democracia de Sao
Paulo. Para lograrlo, han recurrido a una herramienta (el 'impeachment')
que es legal pero, en este caso, no resulta legítima.
3. Los políticos detrás del golpe
El proceso comenzó de manera formal en octubre de
2015. En diciembre, el presidente de la Cámara de Diputados y miembro
del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), Eduardo Cunha, autorizó la solicitud, aunque poco después el Supremo Tribunal Federal (STF) anuló temporalmente
el procedimiento. Este marzo, ha recobrado fuerza tras la detención del
expresidente Luiz Inácio Lula Da Silva, hasta que el 17 de abril la
Cámara de Diputados aprobó el inicio del juicio político, que este miércoles ha terminado de concretar el Senado.
Detrás de la figura de Cunha, que emergió como uno
de los políticos más comprometidos con la destitución de Rousseff, se
encuentran unos diputados que representan a distintos sectores de la
derecha brasileña: la bancada Buey, Biblia y Bala
(BBB), integrada por el Frente Parlamentario Agropecuario (Buey), el
Frente Parlamentario Evangélico (Biblia) y el Frente Parlamentario de
Seguridad Pública (Bala).
Estos bloques tuvieron un rol central en la votación de la Cámara Baja. Según el portal Brasil de Fato,
"entre los religiosos, la votación fue 163 a 24 (una proporción de 6,7 a
1) a favor del 'impeachment', mientras que entre los defensores de las
balas fue de 245 a 47 (5,2 a 1). La media general de los sufragios fue
de 2,6 votos a favor del 'sí', por uno en contra".
4. Los medios detrás del golpe
Además de los partidos políticos, que son la cara
visible del golpe, también operan a favor de la destitución distintos
actores de la sociedad civil. En este sentido, los medios de
comunicación han desempeñado un papel fundamental.
Reporteros sin Fronteras
indica que el 90 % de los medios de comunicación de Brasil están en
manos de siete familias. Tanto en el espectro audiovisual como en los
medios gráficos el grupo Globo se coloca en primer lugar, ya que copa
alrededor de un 40 % del mercado.
Por su parte, el portal Manchetômetro
ha analizado cómo han valorado a cada partido los principales
periódicos del país en las últimas 12 semanas. Allí, se pueden observar
la cantidad de titulares negativos que han publicado sobre el PT y el
Gobierno de Dilma Rousseff.
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