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sábado, 20 de febrero de 2021

Desaceleración de la inflación en Venezuela

Resultado de imagen de inflación en los precios al consumidor

Según datos del BCV ha habido una desaceleración de la inflación en nuestro país los últimos dos años. En términos coloquiales esto significa que, aunque los precios de todos los bienes y servicios de la economía (excepto el precio de la fuerza de trabajo) no han dejado de subir, lo han hecho en menor proporción. Es así como, según las publicaciones del organismo competente en la materia, el año 2018 la inflación fue 130.060%, en 2019 fue 9.585% (menor que en 2018) y en 2020 estuvo alrededor de 1.460%. La inflación es la variación de los precios de los bienes y servicios de la economía en un período determinado.

El BCV se atribuye un gran logro en su política monetaria. Sin duda, pasar de 130.060% a 1.460% de inflación luce una disminución considerable de la variación de los precios. Sin embargo, con el ánimo de contribuir a tener una mejor aproximación a la realidad que permita un diagnóstico acertado de la situación económica, pero sobre todo con el ánimo de contribuir a realizar una lectura política correcta, haremos dos precisiones.

1.- Subregistro de la inflación

Con el propósito de estimar el precio de las canastas alimentaria y básica procedimos a aplicar una metodología que consiste en tomar el último precio publicado de dicha canasta y actualizarlo a la fecha utilizando la variación de los precios. Partiendo del año 2014 obtuvimos que para el cierre de 2020 el precio de dicha canasta sería BsS. 12.694.569,14. Es el caso que ese monto no cubre los 50 productos que componen la canasta para un hogar de 5,2 miembros durante un mes. Alcanzaría escasamente para un cartón de huevos, 1 kg. de queso, 1 de pollo y 1 de harina de maíz. Si lo llevamos a dólares, equivalen a US$ 8,46. Procedimos entonces a estimar el precio de la canasta alimentaria basándonos en las variaciones del tipo de cambio y no en la inflación publicada por el BCV, sobre todo porque desde hace varios años, los precios de la economía se están referenciando al tipo de cambio, aunque este sea ficticio y manipulado políticamente. Para dicha actualización del precio de la canasta alimentaria nos basamos en el 2004 (es el año en el que la distorsión entre el tipo de cambio oficial y el paralelo era mínima). Obtuvimos que el precio de la canasta alimentaria para el 2020 era igual a BsS. 287.875.288 lo que equivale a US$ 192. Monto más ajustado a nuestra realidad. El precio de la canasta básica se calcula multiplicando el de la alimentaria por dos, resultando US$ 384.

El índice nacional de precios y por lo tanto la inflación publicados por el BCV no están reflejando correctamente lo que ocurre en la realidad. La subestimación de los precios no solo afecta los cálculos del costo de la canasta alimentaria, afecta también las estimaciones de pobreza y cualquier cálculo que implique deflactar.

2.- “Logros del BCV”

Es posible que haya habido cierta desaceleración de la inflación, no en las magnitudes que publicó el BCV como ya demostramos antes, pero probablemente en 2019 y 2020 esos niveles no hayan sido superiores a los de 2018, 130.060%. Hacemos esta afirmación porque la inflación depende de la variación del tipo de cambio y esta última fue menor en 2019 (7.385%: pasó de 730 BsS/US$ a 5470 BsS/US$) y en 2020 (2642%: pasó de 5.470 BsS/US$ a 1.500.000 BsS/US$). En 2018 la variación fue 65.494%.

Dicen los del BCV que esa disminución de la variación del tipo de cambio fue gracias a ellos, a su política monetaria contractiva y al hecho de que redujeron la cantidad real de bolívares en la economía, lo que hizo que la gente no tuviese con qué comprar dólares y no presionaran el mercado cambiario al alza. A nuestro modo de ver esa es una lectura peligrosamente errada de lo que está ocurriendo.

Primero, el tipo de cambio en Venezuela, desde hace rato (lo alertamos en 2015) no depende de la oferta ni de la demanda de divisas, no depende de la dinámica económica, ni de si hay o no suficiente dinero en la economía para adquirir dólares, depende de la manipulación política por parte del imperialismo a través de portales web, por cierto, arma de guerra ya develada por el senador republicano Richard Black.

Segundo, el objetivo de esta arma de guerra no es alterar el mercado cambiario, no es modificar el tipo de cambio, ni siquiera es inducir la inflación, el verdadero objetivo es la desestabilización política usando como medio la economía, el objetivo es generar un gran malestar en la población acompañado de un discurso de supuesta crisis humanitaria en el que responsabilizan al presidente Nicolás Maduro, a sus políticas y al modelo socialista, para derrocar la revolución. En este sentido, el objetivo del enemigo, más que aumentar los precios es generar pobreza y hambre, en tanto y en cuanto ese aumento de precios implique un deterioro del ingreso de los hogares. Así actúa esa arma de la guerra económica.

Tercero, dicho lo anterior, al imperialismo no le importa que la inflación sea mayor o menor, lo que si le interesa es que el deterioro del salario real o poder adquisitivo sea mayor, que los ingresos de los hogares sean menores y que la pobreza y el hambre aumenten. En 2018 los precios aumentaron 130.060% y el poder adquisitivo cayó 23% con respecto al 2017, pero en 2019, a pesar de que la inflación fue menor, 9.585%, el poder adquisitivo cayó 76% al compararlo con el del 2018 que ya de por sí había caído; en 2020, la inflación fue 1.460% y el salario cayó 50% más, generando un deterioro acumulado del poder adquisitivo de 90% entre 2017 y 2020 a pesar del “menor” ataque al bolívar. Entre 2013 y 2020 ese deterioro ha sido de 96%.

Es el caso que la principal razón por la que no se han aumentado los salarios nominales es justamente por la política monetarista restrictiva que, en medio de una hiperinflación ocasionada por el ataque a la moneda, ha implicado una disminución real de 91% de la cantidad de bolívares desde 2013.

Pongámonos en los zapatos del imperialismo, ¿tendrá algún sentido aumentar aún más la variación del tipo de cambio si su principal objetivo, llevar a cero el salario real, ya casi lo logra? Incluso ¿será necesario intensificar más el ataque al bolívar para posicionar el dólar si la disminución del 91% de los bolívares ya le abrió cancha?

La inflación es un indicador que, si bien mide el comportamiento de la economía, no puede analizarse de manera aislada, en revolución los indicadores importantes son los sociales, es el poder adquisitivo o salario real y no solo los precios, es la pobreza, es el consumo, es la desigualdad. Son esos los indicadores los que debemos monitorear para entonces afirmar si ha habido o no logros.

Visto así nos preguntamos, la desaceleración de la inflación ha sido un logro de quién, y sobre todo para quién y a costa de quiénes. Analicemos más bien hasta qué punto no haber aumentado la cantidad de dinero en la economía ha contribuido con los objetivos del enemigo de pulverizar el salario real en la medida en que, bajo el dogma monetarista ha sido la razón esgrimida para contener el ajuste de los salarios nominales.

La lectura de los manuales monetarista no es la que aplica en este momento. Estamos en medio de una guerra económica. Si esto no se comprende, la lectura económica y política de la realidad será equivocada al punto de caer en el error de atribuirnos los logros que le pertenecen al enemigo.

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