El panorama de desigualdad y sobreexplotación que se vive
actualmente en el mundo, y desde hace décadas, puede ser explicado a
través de aquellas compañías transnacionales que tomaron como bandera
los haceres y pensares del capitalismo en su estadio más reciente, con
vistas a generar negocios y acumular capitales con un fin de lucro
muchas veces despiadado.
En
términos comerciales, la Copa Mundial de Fútbol la ganó Nike. Las
selecciones de Francia y Croacia llevaron su marca estampada en sus
camisetas, pasaron escoba con Adidas, Puma y otras compañías que
patrocinan la mayoría de los deportes más seguidos del mundo, y lograron
que mil millones de televidentes vieran el icono característico de la compañía de calzados más lucrativa del planeta.
Nike nació en los años 60 en universidades estadounidenses, con
atletas amateur y profesionales de por medio, y una manera de enfocar
sus negocios que aún le brinda grandes réditos, sin escrúpulos morales o
técnicos.
En las fábricas del Sur Global
En la década de 1970 comenzó a diseñar y producir sus propios
calzados, labor que haría una maquila manufacturera de Japón que se
encontraba en expansión.
Fue así como Nike acompañó los planes de mundialización neoliberal,
no a través de la deslocalización de fábricas, pues la empresa desde sus
comienzos cuenta apenas con unos pocos cientos de éstas en Estados
Unidos, sino mediante el negocio de subcontratación en países de la
periferia asiática, el Sur Global, de las maquilas necesarias para
introducirlas entonces a los mercados cosmopolitas globales.
Las fábricas de bajo costo son los principales productores de
calzados y ropa no sólo de Nike, sino de Adidas, Puma, etc. En Asia las
hay por montones.
Por ello se movieron a Taiwán y Corea del Sur, luego China y Vietnam.
Las condiciones laborales en aquellas maquilas, por supuesto, fueron
denunciadas en varios momentos de la última década del siglo XX, con un
pico en 1998 cuando llevaron a Nike a las cortes judiciales.
Empresas como Nike también viven del trabajo de los obreros de Indonesia
para producir sus calzados. Estos trabajadores viven en la pobreza
extrema y sufren incluso agresiones físicas. En las 11 fábricas que Nike
subcontrata en Indonesia, se producen 55 millones de zapatos cada año.
Datos de 2014 informan que
Nike produce sus artículos en 744 fábricas, que emplean a 998 mil 880
trabajadores en 43 países. En Estados Unidos, mantiene 68 fábricas con
13 mil 992 trabajadores.
Volviendo a Asia, China es donde se concentra la mayor parte de la
actividad industrial de Nike: tiene 195 fábricas con 249 mil 655
trabajadores. En Vietnam, Nike cuenta con 65 centros de producción y 312
mil 667 empleados, y en Indonesia, 40 plantas y 168 mil 167
trabajadores. Todos estos números son promedios, ya que muchos obreros,
de diferentes edades, géneros, razas y etnias, mueren por las pésimas
condiciones laborales o son subpagados y despedidos a mansalva, sin
mayor amparo jurídico.
En términos porcentuales, el 48% de las fábricas empleadas están localizadas en
China (24%), Vietnam (14%) e Indonesia (6%). Luego de décadas de
escándalo laboral, la empresa aprobó un plan de transparencia (bastante
endeble) que permitía hacer seguimientos más cercanos a sus miserables procesos de producción, así como la confirmación de su compromiso social y ambiental.
Los salarios que paga Nike en Indonesia por todos los trabajadores
subcontratados, por mencionar un ejemplo, no llegan a alcanzar los 20
millones de dólares, cifra inferior al contrato que la firma mantiene con Michael Jordan para publicitar sus productos.
Cultura y mercado a la velocidad de Nike
Fue en los años 80 que esta empresa empezó su estrategia para
convertirse en el emporio que controla, hoy, el 38% del mercado mundial
de calzado deportivo.
¿Cómo lo logró? Comenzó a contratar deportistas famosos para expandir su influencia en los consumidores,
y así estableció marcas como el mencionado basquebolista Michael
Jordan. El más reciente en anunciar una marca con Nike es el futbolista
portugués Cristiano Ronaldo.
El actual CEO, Mark Parker, se puso un objetivo ambicioso en ventas
para 2020: 50 mil millones de dólares. Nike produce un negocio aún en
expansión, con ingresos totales de 9 mil 790 millones de dólares. Para 2017, tenía 1 mil 142 tiendas en el mundo. Y también cuenta con una tienda web, con delivery a cualquier parte del mundo.
Y es que esta compañía, como se infiere, se encarga sobre todo del
márketing y diseño de sus artículos. Sus fundadores fueron muy
ingeniosos en ponerle el nombre de la diosa griega de la victoria y en
pagar 35 dólares a una estudiante de la universidad estatal de Portland,
en 1971, para crear su logo, Swoosh, un símbolo del capitalismo estadounidense en todo el mundo.
Porque al comprar un producto Nike, no sólo se adquiere una
mercancía, sino una cultura. Mercantil de pies a cabeza, en este caso.
Esta empresa está en donde encuentres el entretenimiento, el ocio, la
diversión. Por eso se consume Nike cuando vemos fútbol, básquet, tenis o
cualquier otro deporte publicitado por los grandes medios de
comunicación e información.
Ya una compañía como Nike no expresa sólo el mundo de los negocios y
el ascenso de nuevos ricos a partir de la década de los 80, sino que
acompaña a toda una visión de mundo que comienza con la implementación
del neoliberalismo, luego basado en el Consenso de Washington, en el
mapa global. Nike es un símbolo neto de aquello, y como tal debemos
entenderlo, más allá de los focos en las estrellas deportivas que portan
sus camisetas.
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