En la rueda de prensa ofrecida por el Ministro de Comunicación,
Jorge Rodríguez, se mostraron más evidencias de la colaboración del
Estado colombiano en el magnicidio en grado de frustración contra el
presidente Nicolás Maduro.
Esto es lo importante: Requesens confesando su participación en el
Magnicidio en grado de frustración en contra de nuestro Presidente @NicolasMaduro Lo demás es show para desviar un hecho real: ¡SON TERRORISTAS!
#OfensivaChavistaEnZK
Además, el ex diputado valida el testimonio del coordinador logístico
de las acciones terroristas contra el presidente Maduro, Juan
Carlos Monasterios (alias "Bons"), al mencionar que se contactó con el
funcionario de migración colombiana, Mauricio Jiménez, para asegurar el
tránsito hacia Colombia y cumplir así con los entrenamientos de los
operarios del intento de magnicidio en ese territorio.
Las pruebas presentadas también dan a conocer la ruta trazada por los
drones durante los preparativos de la operación violenta en la ciudad
de Chinácota, ubicada a escasos 45 kilómetros de Cúcuta, en el
departamento Norte de Santander.
Mediante la recuperación de información en un dispositivo móvil
conectado al mando remoto de uno de los drones utilizados para
trasladar, durante el acto de conmemoración de la Guardia Nacional
Bolivariana, el material explosivo a la tribuna donde se encontraban las
figuras públicas del Estado Venezolano, se verificó que había sido
maniobrado en una finca de Chinácota, donde se llevaron a cabo los
entrenamientos.
Juan Carlos Monasterios, autor material del ataque frustrado al alto
mando político y militar que ocurrió el pasado 4 de agosto, también
estuvo implicado en el ataque mercenario al Fuerte Paramacay, en un
momento donde el Estado venezolano había recuperado la estabilidad
política y social del país, a través de la instalación de la ANC. Que
sus acciones terroristas posteriores estén asociadas al eje fronterizo
colombiano, evidencia la financiación y profesionalización de grupos
paramilitares en el vecino país con la agenda de guerra contra
Venezuela.
Julio Borges en primera línea de la guerra contra Venezuela
No es sorpresiva la autoría intelectual de Julio Borges en el
magnicidio en grado de frustración, si sus antecedentes más inmediatos
lo acusan de liderar, durante 2017, el despliegue internacional del
antichavismo contra la población y el Gobierno venezolano, a través de
una intensa campaña de promoción de sanciones y cercos financieros.
Sus continuas giras por los Estados Unidos y países satélites de los
intereses norteamericanos para impulsar las sanciones internacionales
que han afectado la normalidad económica de Venezuela y captar el apoyo
económico de instancias extranjeras, utilizando como excusa el relato de
"Estado fallido" y aprovechando el saldo violento que dejó el ciclo de
golpe de color de la primera mitad del año pasado, crearon las
condiciones para vincularse directamente con el ex presidente Juan
Manuel Santos.
Otra de las facetas antipolíticas de Borges lo conduce a buscar
conspiraciones dentro de las fuerzas militares venezolanas de alto
impacto, como la desmantelada en el Golpe Azul de 2015, donde participó
en las reuniones con los golpistas y eligió los objetivos tácticos que
iban a ser bombardeados en la nombrada "Operación Jericó". Con la
confesión de Requesens, se confirma la mutación de Julio Borges
como dirigente de la parapolítica y del terrorismo importado a
Venezuela.
Luego de las declaraciones prestadas por el opositor Juan Requesens,
miembro del mismo partido político en el que milita Julio Borges, los
esfuerzos por desacreditar el atentado contra Maduro se ven diluidos
ante la revelación de datos contundentes. El desafío de Rodríguez, en
ese sentido, fue lapidario: "Reto a Julio Borges a que desmienta al ex
diputado Requesens".
Todos los caminos de violencia política conducen a Bogotá
El gobierno de Santos, quien corriendo el reloj para acabar su
mandato político asumió y profundizó el protagonismo en la región de las
agresiones financieras y políticas contra la nación venezolana, queda
expuesto como facilitador de sus instituciones públicas para ser
utilizadas por factores que buscan, a través del terrorismo, tomar el
poder político en el país.
Funcionarios colombianos colaborando en el atentado contra Maduro,
actores políticos y centros de entrenamiento refugiándose en
Colombia, prestación de instalaciones para hacer los ensayos del
atentado terrorista, son acciones concretas que reafirman el compromiso
de la oligarquía colombiana con las tareas encomendadas desde Estados
Unidos.
Difícilmente este esquema vaya a alterarse, luego de la toma de
posesión de Iván Duque como nuevo presidente de Colombia, ligado
fuertemente al uribismo en ese país y que, en paralelo a las denuncias
del ministro de comunicación venezolano, anunciaba a través del ministro
de Exteriores colombiano Carlos Holmes Trujillo, el retiro de su país
de la Unasur.
Duque también ha asomado las pretensiones de intensificar las
difamaciones contra el Estado venezolano, sin mostrar ningún tipo de
solidaridad o repudio contra el magnicidio frustrado o intensiones de
colaborar con las instituciones venezolanas para continuar con el
proceso judicial consecuente que deben tener los autores materiales e
intelectuales, dejando así aclarada la postura de cómplice que
nuevamente toman las autoridades políticas del Estado colombiano.
Entidad que pareciera tener como objetivo de política exterior
agredir a Venezuela, sin ofrecer una cobertura diplomática para
proteger, financiar e impulsar a los rostros públicos de la guerra
contra la nación bolivariana.
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