Marcel Granier |
El pasado 28 de diciembre se cumplieron siete (7) años que el entonces Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, anunciara, en su acto de salutación a la Fuerza Armada, la no renovación de la concesión a RCTV. A propósito de la campaña de descredito desarrollada entonces por diversos medios de comunicación en contra del Gobierno Nacional, resulta oportuno hacer referencia a algunos antecedentes de este “emporio editorial”
Marcel Granier, quien hoy se
autodenomina “Defensor de la libertad de expresión”, como reza su
biografía en la cuenta de Twitter, fue muchas veces, junto a su socio
Peter Bottome, capaz de usar despiadadamente la televisión como medio de
presión para acorralar gobernantes, someter políticos y aniquilar
competidores comerciales.
Como recuerda uno de los principales
líderes políticos de la oposición venezolana, la dupla Granier-Bottome
estaba acostumbrada, durante los gobiernos de la Cuarta República, a
extorsionar la fracción parlamentaria de Acción Democrática para que le
tramitaran los dólares que requerían la planta televisiva y otras varias
empresas que manejaban. La negativa de los adecos a cumplir órdenes de
estos empresarios, motivó el inicio de una campaña de desprestigio
contra de los líderes de la tolda blanca, posicionándolos como ladrones y
corruptos.
“Marcel utilizó Radio Caracas Televisión
para la extorsión, procurando desestabilizar desde entonces Gobiernos
constitucionalmente electos”, aseveró el dirigente escuálido, dejando
ver que las campañas contrarias a la gestión de Hugo Chávez Frías no era
una práctica innovadora.
Sus anhelo por acumular más poder, hicieron a esta dupla meterse en el negocio de los medios impresos, adquiriendo El Diario de Caracas,
convencidos que el Oligopolio Phelps sería como un boxeador, con una
mano para golpear (RCTV –RCR) y otra para noquear (El Diario de
Caracas). Esto hizo que a pesar de no ser un negocio rentable el
periódico, incluso con pérdidas operacionales, costearan esto con las
ganancias que la planta televisiva les daba, con la única finalidad de
tener el medio para hacer campañas de descréditos a las que estaban
acostumbrados.
Además del negocio que representaba la
extorsión, los buenos vínculos a grupos de poder, fortalecieron a este
“emporio comunicacional”. Ejemplo de esto fue que entre 1978 y 1979,
periodo en el que fue comprado el Sierra Nevada, era Presidente de la
Corporación Venezolana de Fomento, Jhonny Phelps, suegro de Marcel
Granier. En la estatal, por órdenes del suegro de Granier, se haría un
trueque, el Sierra Nevada por cinco muelles flotantes, muelles que para
nada necesitaba Venezuela, pero que prometía un botín mil millonario
para la banda de piratas capitaneada por CAP y MG.
Granier impuso la censura en todo
aquello que no se arrollidara ante su arrogancia. Ejemplo de esto fue la
salida de Renny Ottolina de la pantalla chica venezolana, como lo
denunció la heredera del gran artífice, Rhona Ottolina.
Con el criterio que Ottolina
representaba una carga económica para el canal 2 y que por consiguiente
no les era rentable, haciéndolo ver incluso como “un problema” al no
poder controlarlo; Granier incentivó una campaña para sacar a Renny de
la televisión, pero no solo del Canal que él manejaba, sino de todas
las plantas de televisión. Había que acabar con una “amenaza” a la que
“no se le podía dejar seguir creciendo”.
Hoy, a pesar de no contar con medios a
su disposición, ni aliados que permitan continuar con sus campañas sin
fundamentos, insiste Granier en desprestigiar a empresarios honestos que
contribuyen al desarrollo del país, a través las redes sociales.
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