El
joven estrella “cubano” de los republicanos, furibundo atacante de
Venezuela y quien recientemente se promocionada como una de las
"vedettes" presidenciables de EEUU, lleva sobre si episodios en su
historial que le vinculan al narcotráfico, al tráfico de influencias, a
la conspiración contra el país y hasta a la "mala conducta"...
No pocas son las historias de inquisidores con verdades inconvenientes. Y la de Marco Rubio
no está desprovista polémica. Quien se “consagrara” de alguna forma
como uno de los “sancionadores” de Venezuela, siendo él el encargado de
llevar las investigaciones y quien promueve la lista de sanciones contra
funcionarios venezolanos por delitos de droga, guarda en su historial una vinculación con el narcotráfico,
que se suma a otras por tráfico de influencias, problemas de dinero y
mentiras públicas. Dice el refranero popular, que es que escupe para
arriba…
Y es que el joven estrella “cubano” de los republicanos, quien
recientemente se promocionada como una de las “vedettes” presidenciables
de EEUU, lleva sobre si episodios en su historial que le vinculan, de
una manera u otra, al narcotráfico; lo que abre bien grande la puerta a
delicadas conjeturas.
Hay un suceso de su vida familiar que marcó la adolescencia de Rubio
de manera indeleble. Y del cual se niega a hablar. Medios como el Washington Post y Univisión
se encargaron de recordárselo -cabe destacar que al segundo medio le
valió una furibunda campaña de crítica por parte de miembros del partido
Republicano-. Cuando tenía 16 años, la policía irrumpió en su universo,
en el medio de la operación antinarcóticos más importante de 1987 en el
sur de la Florida, para nada menos que arrestar a su hermana Bárbara y
su esposo, Orlando Cicilia.
De acuerdo con documentos públicos revelados por Univisión,
la fiscalía federal de Miami ordenó la confiscación de la casa de
Bárbara por ser usada para “actividades criminales”. Por lo mismo, la
otra propiedad de la pareja, en North Miami Beach, también fue objeto de
una orden de incautación. Y el cuñado Orlando terminó en la cárcel con
una condena a 25 años por “conspiración para distribuir cocaína y
marihuana”.
Un texto de investigador Jean-Guy Allard precisa en
varios detalles: El grupo de narcotraficantes con el cual “trabajaba” la
pareja – el del conocido traficante cubanoamericano Mario Tabraue –
estuvo implicado en la muerte de un informante federal. El juicio de
Tabraue contó con el testimonio de que había intentado desmembrar el
cadáver del colaborador de la policía con un machete.
Tabraue era el capo de un multimillonario imperio de la cocaína de
Miami. Su villa palaciega y despiadado sindicato de la droga han evocado
comparaciones con la película estadounidense “Scarface”. Orlando
Cicilia salió en libertad en noviembre de 2000 por reducción de pena.
Vive hoy en la propia casa de la madre de Rubio en Miami y figura en los
registros como copropietario de esa residencia. Tabraue fue condenado a
100 años de prisión pero resultó beneficiado con una reducción del 85
por ciento de la pena y hoy está libre.
“Tales ‘reducciones de penas’ son comunes en el narco-universo de la
Florida, el estado donde Marco Rubio prosperó, protegido de prominentes
miembros de la mafia cubanoamericana. Esa jauría domina desde hace medio
siglo la vida política no solo de Miami y de New Jersey sino también de
Washington, donde sus más conocidos miembros (Bob Menéndez, Ileana
Ros-Lehtinen) orientan a menudo la política exterior de la nación”
agrega Jean-Guy Allard en su texto.
Cuando fue interrogado sobre las incidencias “narco” de su pasado,
Rubio – que logró buscarse un escaño en el Senado de Estados Unidos –
se negó a contestar. Según sus voceros, el tema no debe ser motivo de
“escrutinio periodístico”.
Falsa leyenda. No es primera vez que Rubio cae en
situaciones de fuerte polémica. Hace pocos años quedó en evidencia que
había mentido sobre el hecho de que sus padres hubieran llegado a
Estados Unidos huyendo de la Revolución Cubana. Rubio
solía comentar ese tema extensamente de forma pública, en conferencias,
seminarios, e incluso en su biografía de senador. La verdad era
totalmente distinta: los padres de Rubio salieron de Cuba en 1956,
simplemente como emigrantes económicos, sin haber tenido nada que ver
con la Revolución de Fidel Castro de 1959.
Obviamente, Rubio buscó por años congraciarse con la comunidad
anti-castrista de Miami, no informando que sus padres habían abandonado
la isla bajo el reinado del dictador Batista. Un pequeño detalle de la
historia que Rubio ha sido obligado a rectificar, recién desde 2011.
Dime con quien andas y te dire quien eres |
“Su pana” Uribe y “La Salida”. En Washington, hubo
chistosos que llamaron “Narco” Rubio al senador por su amistad con el
colombiano Álvaro Uribe. Pero la relación cada vez más fuerte del
político de la Florida con el expresidente de Colombia se convirtió poco
a poco en una alianza que le hizo fruncir el ceño a más de un
observador.
A principios de noviembre de 2014, Rubio realizó una visita en
Colombia durante dos días. La noche de su primer día en el país, se
reunió con Uribe y su gente, en un salón discreto de un bar exclusivo de
la capital, hecho registrado por su propio departamento de prensa y
por los medios neogranadinos. El diálogo fraternal seguirá en febrero
de 2015 cuando Uribe realiza una gira por Estados Unidos en la que se
entrevista con congresistas “para expresar sus objeciones al proceso de
paz, entre otros asuntos”.
Reportó el diario antioqueño El Colombiano en aquella
oportunidad: “Aunque los integrantes del CD (el partido de Uribe), “por
respeto”, no revelaron los nombres de los congresistas con los que se
entrevistaron, en redes se supo que estuvieron con el senador
republicano Marco Rubio, los representantes republicanos, Ileana Ros-Lehtinen, Mario Diaz-Balart, y el demócrata Henry Cuéllar”.
Cabe destacar que en los reportes de ambas reuniones, la de Bogotá y
la de Washington, ni se menciona a Venezuela, tema al cual los dos
políticos consagran gran parte de su tiempo, denunciando con vehemencia
al Gobierno venezolano. Pero posteriormente Álvaro Uribe se dejaba
fotografiar con el líder terrorista venezolano Lorent Gómez Saleth, poco
antes de su captura y de su entrega por parte del Gobierno de Colombia a
Venezuela, mientras que Rubio, en Miami, se encontraba alegremente con
prófugos venezolanos reclamados por la Justicia venezolana.
En agosto de ese mismo año, tras la captura de José Pérez Venta
-preso por el asesinato de Liana Hergueta- el presidente Nicolás Maduro
develó en una transmisión de su programa “En Contacto con Maduro” que el
propio Pérez Venta señaló que estana involucrado directamente con partidos opositores en el país y que además basado en sus declaraciones, estarían
involucrados los congresistas estadounidenses Marco Rubio e Ileana
Ross, además del expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez.
En el material, difundido por el primer mandatario, Pérez Venta
dice que las protestas violentas tenían “financiamiento desde Colombia”
y era “implementado por algunas personas que manejaban la fabricación
de explosivos”. ¿Casualidad?.
Vodka, espuma y “tolerancia”. Otra de las polémicas de Rubio está en su comportamiento. En junio 2012, el semanario Miami New Times, consagraba un artículo al libro de autopromoción que acababa de publicar Rubio, An American Son – Un hijo americano – en el cual contaba su joven vida, una obra nada inmortal.
El autor, Kyle Munzenrieder, señalaba cómo el flamante líder
conservador relataba, paradójicamente, que frecuentó los controvertidos
“foam parties”, literalmente “fiestas de espuma”, de la célebre playa
de South Beach, conocida por sus restaurantes, bares y su clientela. Tan
marcada era su adicción por las fiestas, que el hoy senador escribe que
una noche, su ahora esposa, Jeanette, le dijo que si él iba este día a
un club nocturno, su relación con ella terminaría. Él fue de todos
modos, otra vez, a una “fiesta de espuma” y describe cómo la dicha
espuma “bajaba del techo” y sus zapatos pasaron de negro a blanco.
En una tal fiesta, se recuerdan los aficionados, se bombeaba en una
pista de baile cerrada galones y galones de espuma jabonosa, creando lo
que equivale a una bañadera gigante en la que se animaba a los
participantes a resbalarse, deslizarse y a bailar en trajes de baño o
ropa interior. En este mismo libro, Rubio – hoy símbolo de austeridad y
conservadurismo – narra como realizó una hazaña etílica que no
corresponde precisamente con su nueva “personalidad”. Una forma de
demostrar que, hasta un aficionado a los “foam parties” y los concursos
de vodka en aeronaves. puede convertirse en puritano emérito, según las
conjeturas de sus esponsores y las profecías de las encuestadoras.
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