La situación que vive el mundo podría denominarse “insurrección
mundial contra la ocupación por parte de los banqueros”, afirma en su
programa Max Keiser. "De eso hace ya 3, 4 ó 5 años, y se está
extendiendo por todo el mundo: Túnez, Atenas, Hong Kong, Estados Unidos y
ahora México", afirma.
A diferencia de otros países latinoamericanos, México tardó en
responder a las reformas neoliberales, que duran ya 20 años, pero se
intensificaron considerablemente durante la presidencia de Enrique Peña
Nieto. La "insurrección popular" que vive en México en los últimos meses
no solo exige justicia en el caso de los estudiantes desaparecidos en
Iguala, que es "un tema muy importante, porque la injusticia, la
delincuencia y el narcotráfico se han apoderado de México", sino que
también se opone a “las reformas neoliberales", opina el profesor de
derecho en la UNAM, John M. Ackerman, invitado del programa.
México sigue manifestándose y exigiendo la renuncia del presidente.
Pero no solo la desaparición de estudiantes ha desencadenado la
indignación popular que vive ahora el país por primera vez en 20 años,
sino también las reformas neoliberales.
La situación que vive el mundo podría denominarse “insurrección
mundial contra la ocupación por parte de los banqueros”, afirma en su
programa Max Keiser. "De eso hace ya 3, 4 ó 5 años, y se está
extendiendo por todo el mundo: Túnez, Atenas, Hong Kong, Estados Unidos y
ahora México", afirma.
A diferencia de otros países latinoamericanos, México tardó en
responder a las reformas neoliberales, que duran ya 20 años, pero se
intensificaron considerablemente durante la presidencia de Enrique Peña
Nieto. La "insurrección popular" que vive en México en los últimos meses
no solo exige justicia en el caso de los estudiantes desaparecidos en
Iguala, que es "un tema muy importante, porque la injusticia, la
delincuencia y el narcotráfico se han apoderado de México", sino que
también se opone a “las reformas neoliberales", opina el profesor de
derecho en la UNAM, John M. Ackerman, invitado del programa.
"En América Latina, en los últimos 10 ó 20 años, se ha producido una
respuesta general por parte de la ciudadanía y la política para
emprender una reforma y una transición económicas, pero México se había
quedado fuera. En México no se había oído una respuesta real por parte
de la sociedad ante las políticas neoliberales de privatizaciones de los
últimos 20 años y, por fin, se está produciendo", estima.
"Se trata de una rebelión ciudadana contra las políticas de Peña
Nieto, contra la impunidad, contra la injusticia y contra el tráfico de
drogas, pero también contra las políticas económicas", resalta. "En los
dos últimos años [Peña Nieto] ha orientado al país hacia la observancia
absoluta de las órdenes políticas que llegan desde Washington", así como
de “las órdenes financieras” de las compañías petrolíferas
internacionales, explica el experto. Para ello cambió la constitución y
llevó a cabo la reforma energética que abrió el paso a la privatización
del petróleo.
Pero mientras los políticos mexicanos hacen todo bajo el dictado de
países y entidades privadas que son potencias mundiales, éstas buscan
otras maneras de aprovechar de la situación precaria que vive el país,
conjetura el invitado. El banco británico HSBC blanqueó dinero para los
cárteles de la droga mexicanos, así que tiene "responsabilidad directa
en las decenas de miles de decapitaciones que se han practicado" en
México, afirma Max Keiser. Pero ni a EE.UU. ni al Reino Unido les
interesa investigar este asunto, opina el invitado. Y lo peor es que
HSBC no es el único banco a que puede aplicarse esta incriminación.
"Gracias a ese dinero del tráfico de drogas llegado desde México en
2007-2008, el sistema bancario de Estados Unidos pudo mantenerse a
flote", recalca Ackerman.
Y todo ello sin mencionar el sector armamentístico de EE.UU. que se
aprovecha "de la guerra contra la droga que hay en México, porque está
consiguiendo exportar al país miles de armas", continúa Ackerman. Es la
política de las potencias occidentales, en particular EE.UU., "que lo ha
obligado [a México] a sufrir las consecuencias en forma de violencia,
pobreza e inestabilidad que los países más desarrollados, como EE.UU. o
el Reino Unido, no quieren para sí", concluye.
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