Los especialistas en neurociencia partieron de la base de que los
niños pequeños tienden a ser más cautos que los adolescentes, de modo
que la teoría de la inmadurez quedaba invalidada. En busca de una razón
biológica que explicara esta impulsividad puntual, el grupo analizó la
actividad cerebral de 83 personas con edades comprendidas entre 6 y 29
años. Estos debían observar una serie de rostros en un ordenador, y
pulsar un botón cuando su expresión les resultara amenazante.
Los investigadores monitorearon la actividad cerebral de la corteza
prefrontal ventromedial (vmPFC), región implicada en la función de
contención, y descubrieron que los adolescentes tenían mayor dificultad
para detectar el gesto amenazante de una persona. Registraron además una
gran diferencia entre géneros, siendo los hombres los que erraban con
más frecuencia. De ello se deriva que el cerebro de los adolescentes
tiene que hacer un esfuerzo adicional para distinguir una situación
peligrosa y contener una reacción agresiva.
Este hallazgo explicaría por qué es poco frecuente que los
delincuentes menores de edad reincidan una vez han alcanzado la edad
adulta.
Fuente: Muy Interesante
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