ARAM AHARONIAN | La Revolución Bolivariana es un segundo laboratorio latinoamericano de la vía pacífica al socialismo, después de la (frustrada) experiencia de Salvador Allende en Chile. Seguramente, el modelo venezolano será tomado en cuenta en cualquier intento de (re) construcción socialista, como el allendista fue tomado por la socialdemocracia europea cuatro décadas atrás.
Algunos analistas señalan que la Revolución Bolivariana –pacífica,
democrática- atraviese la crisis del cierre del ciclo reformista. Para
Toby Valderrama, si bien se conquistó el gobierno, las leyes, las
relaciones sociales, económicas y políticas, la cultura, siguen siendo
burguesas, y para transformarlas se necesita de un segundo esfuerzo.
Hoy pareciera que el presidente Nicolás Maduro impone su propio
estilo en la conducción de la cosa pública –superada la etapa
“afrancesada” que le hizo perder 800 mil sufragios- y se va
fortaleciendo ante un Henrique Capriles por momento se desvanece, al
menos como líder de la supuesta “unidad” opositora y busca aire político
en la derecha latinoamericana y mundial.
Maduro parece tener una lectura pragmática de la coyuntura que lo ha
llevado a crear puentes con sectores productivos y mediáticos, acometer
el gobierno de calle, enfatizar en la corrupción, convocar al Gran Polo
Patriótico, la coalición bolivariana y hacer las paces con su homólogo
colombiano, Juan Manuel Santos. Mientras, enfriaba el proceso de
normalización de relaciones con EEUU, tras declaraciones de la aspirante
a embajadora de Washington ante la ONU.
No cabe la menor duda que la muerte de Hugo Chávez dejo huérfanos a
todos los venezolanos, unos por amor, otros por odio. Pero ambas
fuerzas, bolivarianos y antichavistas, más que dedicarse a apostar por
el triunfo de cada uno, pareciera ser más importante garantizar el
fracaso del otro.
La socióloga Maryclén Stelling señala que la oposición observa, casi
con envidia, las masivas protestas en Brasil y reclaman al candidato
antichavista su incapacidad de conducir el país a la calle y demandar,
desde allí, el respeto a lo que cree fueron los resultados electorales.
Hoy Venezuela vive otro proceso preelectoral, hacia los comicios
municipales del 8 de diciembre. Las expectativas de las bases del Psuv
sobre la celebración de elecciones primarias se vieron nuevamente
frustradas, aun cuando inicialmente se había abierto un proceso de
selección bastante democrático. Ahora la dirigencia optó nuevamente por
la dedocracia y la frustración crece.
Por cierto, la estrategia de una “primavera árabe” en Venezuela se ha
desinflado, luego del 14 de abril y su estela de fallecidos y heridos.
Pero el peligro principal para el gobierno son ahora los votos, que
siguen –de acuerdo a las encuestas- en franca huída, ante el descontento
por la ineficiencia, la ineficacia y el burocratismo.
Mientras, Capriles parece haber caído en su propia trampa sobre la
“ilegitimidad” de Maduro, en una postura que los aísla de muchos
sectores opositores y deja a su partido Primero Justicia, jugando en el
borde del abismo “primaverista”. Así, el Movimiento al Socialismo,
anunció que debatirá si van con la MUD en las municipales o con sus
propios candidatos.
Es más: es incomprensible que Capriles haya felicitado a la
dirigencia de Paraguay que sigue en su posición contra el ingreso de
Venezuela al Mercosur. No es propio de quien ha aspirado a la
presidencia actuar en contra de un interés nacional, que trasciende la
lucha partidista, señala el politólogo opositor Leopoldo Puchi.
En medio de la campaña preelectoral, la Mesa de Unidad Democrática
anunció que espera 7.500.000 votos el 8 de diciembre, 168 alcaldes (50%
del total) y 1.100 concejales lo que le daría a la oposición una brecha
de 12% sobre el oficialismo.
Desde espacios académicos, mediáticos y de ONGs nacionales y foráneas
se insiste en la posibilidad del reencuentro, reconciliación y
“reconstrucción de los venezolanos, y abundan los autoproclamados
“mediadores”. Y, así, se organizan eventos que” repiten y consagran la
polarización.
Entre la construcción del socialismo y la corrupción
Retomando las últimas instrucciones de Chávez en su último consejo de
ministros, en octubre pasado, Maduro reconoció que tiene una deuda
con la comuna (se supone que el poder comunal sería la base de la
construcción del socialismo) y con el programa de gobierno de Chávez.
El director del diario Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel, se
preguntó : ¿Qué se ha hecho con la comuna? ¿Se ha avanzado en su
constitución? ¿Cuántas se han formado en estos 100 días de gobierno?
¿Cuántas están en formación? ¿En algún estado se ha cumplido la cuota
correspondiente? ¿Cómo marcha el proceso de creación de consejos
comunales? ¿Cuál es el balance del seguimiento que el Ministerio de las
Comunas hace a uno y otro proceso, el de las comunas y el de los
consejos comunales?
El plan de Chávez consideraba un crecimiento anual aproximado de 450
comunas, como parte de “…la transformación del sistema económico, para
la transición al socialismo bolivariano, trascendiendo el modelo
rentista petrolero capitalista hacia el modelo económico productivo
socialista, basado en el desarrollo de las fuerzas productivas”.
Ni siquiera el combate a la corrupción parece fácil, pese a la
decisión presidencial, que ha llevado a algunos pocos funcionarios y
empresarios beneficiados a la cárcel. Maduro debió salir a expresar
públicamente su respaldo absoluto al presidente de Indepabis (organismo
contralor de precios y defensa del consumidor), Eduardo Saman, a quien
pidió mantenerse firme en su lucha contra las mafias que provocan el
desabastecimiento.
La declaración del mandatario ocurrió un día después de que se
publicara en Gaceta Oficial una resolución del Ministro de Comercio que
dejaba sin efectos facultades especiales para designar y destituir
directores y personal de confianza de esa institución.
Fuente: http://questiondigital.com/?p=16265
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