Kurt Sonnenfeld es un ex agente norteamericano
que vio lo que no debía cuando Estados Unidos sufrió el peor atentado
de su historia. Ahora lo persigue el gobierno y está refugiado en la
Argentina. ¿Qué sabe? ¿Qué pasó? La historia de película de un hombre
Kurt Sonnenfeld, con su cámara, el día en que cayeron las Torres Gemelas |
Después del ataque a las torres gemelas, la vida de
Kurt Sonnenfeld se convirtió en una película. Pero no hay héroes, la
historia es de terror: esconde muerte, persecución y una teoría que
pondría en riesgo la versión oficial de Estados Unidos sobre el atentado
que cambió al mundo.
Sonnenfeld era camarógrafo de una agencia federal americana y tuvo
acceso ilimitado a la zona del desastre. Durante las horas de video que
filmó para el gobierno de Estados Unidos vio muertos, se metió entre los
escombros y hasta fue el encargado de darle a la prensa las imágenes
que recorrieron el mundo después del ataque. "Todo lo que se difundió y
ustedes pudieron observar por televisión, seguramente lo definí yo", le
cuenta Kurt a LA CAPITAL en la casa que alquiló en Mar del Plata para
descansar con su familia. Las órdenes del gobierno de George W. Bush
eran precisas: no había que mostrar cadáveres y estaba prohibido
difundir imágenes de rescatistas llorando.
Estados Unidos tenía que demostrarle al mundo que era una potencia y
que el ataque los fortalecía aún más. Pero Sonnenfeld vio algo que no
debía y su vida cambió. De la tranquilidad en su cada de Denver pasaría a
vivir una odisea que empezaría con la muerte de su mujer, seguiría con
la persecución y terminaría como un refugiado en la Argentina.
El principio del fin
Su vida cambió el día que cayeron las Torres Gemelas.
Sonnenfeld trabajaba para el gobierno de los Estados Unidos y era el
encargado de filmar catástrofes. Lo hacía para FEMA, una agencia federal
que seguía los desastres naturales pero que también se ocupaba de hacer
trabajos especiales en zonas científicas o militares donde había
investigaciones con armas biológicas.
Su perfil fue su condena. Por haber estado en tareas secretas y
confidenciales lo llamaron para ir al World Trade Center -así se llamaba
la zona donde ocurrieron los ataques-. "Hasta ese momento era un
norteamericano normal al que le interesaban el consumo y todo eso que
nos caracteriza", le cuenta a LA CAPITAL.
- ¿Cuál era su función después del ataque a las Torres Gemelas?
- Dos funciones primordiales cumplía en el Worl Trade Center. La
primera era tomar imágenes de lo que se consideró una gigantesca escena
del crimen. Y después darle estas imágenes a mi gobierno. Entonces filmé
todo por casi cinco semanas. Tuve acceso libre e irrestricto. Podía ir
tanto a la parte más alta de los edificios como descender a la zona
cero.
- ¿Le pidieron que grabara algo en especial?
- Tenía que grabar las tareas de rescate, limpieza, los restos
humanos, la partes de los aviones que se recuperaban. Después les
proveía imágenes satinizadas a la cadenas noticiosas.
- ¿Cuando vio la zona del desastre creyó la versión oficial del ataque?
- Al principio viví la falsa ilusión que tuvo el resto de los
norteamericanos: que este ataque había sido una sorpresa absoluta y que
fueron 19 terroristas que secuestraron unos aviones.
Muerte y cárcel
Seis meses después del ataque a las torres y con su tarea ya
terminada, Sonnenfeld sufrió un duro golpe: su mujer Nancy se suicidó.
Pero la policía lo detuvo un mes y medio bajo sospecha. La fiscalía
investigó y le adelantó que iba a quedar en libertad porque la prueba
era abrumadora a su favor. En el tiempo que estuvo en la cárcel, FEBA
(la agencia federal para la que trabajaba) no le dio su respaldo. Es
más: se mantuvo en silencio ante el caso. "Ahí yo le dije a uno de los
oficiales que me vino a visitar que cuando saliera iba a ir a los medios
para contar lo que sabía del atentado a las torres", le recuerda a LA
CAPITAL.
- ¿Qué pasó después de decirle eso a su compañero?
- En este momento fue cuando empezaron las actividades extrañas. Me
retienen cuatro meses y medio más en la cárcel sin tener ningún cargo en
mi contra porque ya estaba probado que era un suicidio. También ya me
había avisado que no iba a continuar en mi trabajo.
- ¿Está seguro de que su esposa se suicidó?
- Mucha gente me pregunta esto. Pero el comportamiento de mi esposa era suicida. Tenía un cuadro de depresión muy aguda.
- ¿Se dieron más situaciones extrañas en esos cuatro meses que siguió preso?
- Sí. Quise contratar un abogado privado, pero tenía que usar como
garantía mi casa. Cuando trato de hacerlo, una autoridad que no estaba
relacionada al proceso me confisca la casa y me cambia la cerradura.
Entonces ya no podía usar la casa para tener una buena defensa. Hasta la
defensora pública me dijo que era totalmente anormal lo que había
pasado. Las casas no pueden confiscarse por una investigación de rutina.
- ¿Cómo fueron sus días en la cárcel?
- Fue un tiempo de torturas físicas y psicológicas. Más duro de lo
que se puede imaginar. Los maltratos de las primeras dos semanas en la
cárcel de Denver fueron horribles. Pero encima de esto no me permitieron
estar con mi esposa en los últimos momentos. No pude asistir al
funeral. No la pude acompañar y hacer el duelo.
- En ese tiempo, ¿alguien le preguntó qué sabía sobre el ataque a las torres?
- El oficial de FEBA al que yo le reproché que no defendían, me pidió
que le entregara las cintas que grabé en el World Trade Center. Pero le
mentí y les dije que se las había mandado a un burócrata de Nueva York.
- O sea que todavía tiene en su poder las grabaciones que pueden comprometer al gobierno de Estados Unidos.
- Sí, todavía sigo teniendo esas grabaciones.
Qué vio, qué sabe
Dentro de la zona donde se derrumbaron las torres, se encontraba el
Edificio Seis. Ahí funcionaba la Casa de la Aduana de los Estados Unidos
y había a varias agencias del gobierno federal. Su misión principal era
controlar quién y qué entra y sale de los Estados Unidos. Pero también
se trabajaba para combatir el narcotráfico, el lavado de dinero, el
tráfico de armas, el terrorismo y el crimen internacional organizado.
Enfrente del Edificio Seis, estaba el siete, que se derrumbó
misteriosamente (ver aparte). Ahí funcionaban grandes oficinas del
servicio de inteligencia, el FBI y otras agencias de importancia. Todo
lo allanado y secuestrado por estas agencias federales de los dos
edificios, se guardaba en una gran bóveda ubicada en el subsuelo de la
Casa de la Aduana.
Cuando la Torre Norte cayó, el Edificio Seis fue aplastado por las
miles de toneladas de concreto y acero que cayeron. Sonnenfeld fue el
primero en meterse entre los escombros del edificio seis para tomar
imágenes.
- ¿Qué vio en el Edificio Seis?
- Allí descubrimos la antecámara de seguridad a la bóveda, dañada y
llena de trozos de concreto y losas de cielorraso caídas. Al fondo de
esa oficina de seguridad estaba la ancha puerta de metal de la bóveda, y
en la pared de al lado, un teclado numérico para ingresar la
combinación. La pared estaba resquebrajada y la puerta parcialmente
abierta. Así que miramos adentro de la gran bóveda con nuestras
linternas y salvo varias hileras de estantes vacíos, no había nada
excepto polvo y escombros.
- ¿Quiere decir que la bóveda fue vaciada antes del ataque? ¿que el gobierno ya sabía lo que iba a pasar?
-Sí, la bóveda tuvo que ser vaciada antes del ataque. El Edificio
Seis fue evacuado doce minutos después de que el primer avión se
estrellara contra la Torre Norte. Enseguida las calles se atascaron. La
bóveda tenía 15 metros cuadrados según mis cálculos. Se hubiera
necesitado más de un camión para retirar tan variado y sensible
contenido.
- ¿Cuál es tu teoría sobre el ataque a las torres?
- Al más alto nivel del gobierno norteamericano tenían necesidad de
una guerra, había tantos intereses creados, que sabía que el ataque iba a
suceder y dejaron que sucediera. Después de analizar los hechos,
distintas evidencias y las investigaciones de distintos especialistas,
estoy en condiciones de decir que hasta colaboraron para que sucediera.
- ¿Además vio otras situaciones extrañas?
- Otro de mis roles primordiales era estar presente y filmar cuando
se realizara el hallazgo de las cajas negras, que debían ser cuatro: dos
por cada avión. Lo extraño es que no se encontró nada, ni siquiera una
mínima parte integrante. Entonces supuestamente se evaporaron. Pero las
ruedas del tren de aterrizaje sobrevivieron y muchas partes de aviones
también lo hicieron aunque no estaban diseñadas para sobrevivir, como si
lo estaban las cajas negras.
Persecución y refugio
Cuando se confirmó su inocencia, Sonnenfeld salió de la cárcel y
volvió a vivir en su casa de Denver. Ahí volvieron las situaciones
extrañas: la alarma se desactivaba sola, el sistema de seguridad no
funcionaba y había autos permanentemente estacionados frente a su casa.
Con este escenario, el camarógrafo decidió reforzar la seguridad. Pero
no alcanzó: una noche cuando volvía a su casa, encontró la puerta
abierta, las luces parpadeando y las ventanas abiertas. Decidió
abandonar la ciudad y se fue a vivir a una cabaña en las montañas que le
prestaron unos amigos. Pero no hubo caso: las situaciones extrañas
siguieron pasando. Asustado, Sonnenfeld decidió dejar Estados Unidos y
venirse a vivir a la Argentina. Los parientes de sus amigos le prestaron
una casa en San Bernardo.
El norteamericano se instaló en el país y en 2003 conoció a Paula, su actual esposa con la que tiene dos hijas.
Sonnenfeld empezó a trabajar como productor de televisión y su
historia cobró fuerza. Hasta que cerca de un nuevo aniversario de la
caída de las torres, acordó con un programa de televisión contar su
testimonio y mostrar imágenes de la zona del ataque. Antes de que el
programa saliera al aire, Kurt fue detenido por Interpol y llevado a la
cárcel de Devoto. Estados Unidos pedía su extradición y que le
secuestraran todos los videos. El suicidio de su primera mujer una vez
más volvía a convertirse en un posible homicidio, aunque la Justicia ya
lo hubiera absuelto.
Sonnenfeld estuvo detenido siete meses hasta que el juez federal
Daniel Rafecas lo liberó y rechazó que se le confiscaran sus videos. La
embajada norteamericana apeló y ahora la causa está en la Corte
Suprema. Si la extradición se concretara, el norteamericano podría ser
condenado a la pena de muerte. Por ahora, es un refugiado provisional.
Mientras tanto, las persecuciones, los seguimientos y las amenazas se mantienen.
-¿Tiene miedo?, le preguntó LA CAPITAL.
- Tememos constantemente por nuestra seguridad. Las llamadas
telefónicas, los seguimientos, y los desconocidos sacando fotos se han
incrementado nuevamente. Tenemos mucho miedo de que nuestras hijas
Scarlett y Natasha sean blanco de tantos atropellos.
Las misteriosa caída del Edificio Siete
El á del World Trade Center hizo implosión el 11 de septiembre, nueve
horas después de que los aviones de American Airlines se estrellaran
contra las Torres Gemelas. El edificio no fue atacado por ningún avión y
había sufrido daños menores cuando las torres colapsaron.
Los investigadores de FEMA culparon a pequeños focos de fuego por el
derrumbe, aunque reconocieron que había que investigar más. Sonnenfeld
cree que una implosión lo tiró abajo.
- ¿Qué sabe sobre el Edificio Siete?
- La estructura entera se desmoronó en 6,5 segundos y cayó
prolijamente de manera vertical. La caída dejó una pequeña pila de
escombros y los edificios que estaban al lado quedaron relativamente
ilesos.
-¿Qué explicación le encuentra a su caída?
- No hay ninguna explicación. Supuestamente un simple fuego destruyó
las vigas y el edificio se cayó. Si eso hubiera pasado no hay
explicación física que justifique por qué todas las vigas cedieron al
mismo tiempo y cayeron con tanta precisión.
- ¿Qué funcionaba ahí?
- Después del 11 de septiembre se descubrió que estaba oculta la
estación clandestina más grande de la CIA fuera de Washington. Era una
base para espiar diplomáticos de las Naciones Unidas y para conducir
misiones antiterroristas y contraespionaje. Además había otros
importantes agencias federales. No había estacionamiento subterráneo ni
bóveda. Por eso todo se guardaba en el Edificio Seis. Y lo que había
allí sólo lo sabían unos pocos.
Los datos de un perseguido
Kurt Sonnenfeld contó su historia en "El Perseguido", un libro que ya
fue publicado en el cual presenta una serie de datos para evaluar su
teoría sobre la caída de las torres.
La semana previa al ataque del World Trade Center todo el suministro
eléctrico fue cortado por 36 horas, incluyendo cámaras de seguridad y
los sistemas de control. Fue en el marco de una operación de
mantenimiento altamente irregular.
La compañía que estaba a cargo de la seguridad era dirigida por
Marvin Bush -hermano menor de George Bush- y Wirt Walker Tercero -primo
de Bush-. Esta misma compañía tiene entre sus clientes en el gobierno
estadounidense a la Armada, la Marina, la Fuerza Aérea y al departamento
de Justicia de los Estados Unidos.
Cientos de agentes del gobierno estaban preprosicionados en Nueva
York el 10 de septiembre, preparando un simulacro de ataque terrorista
que se llevaría a cabo el 12 de septiembre. Oficiales de FEMA tenía
instaladas sus bases un día antes del ataque.
Las semanas previas al ataque también se realizaron varias evacuaciones inusuales e inesperadas de ambas torres.
Los narcos colombianos y la extraña aparición de la prueba
El gobierno de Estados Unidos en su versión oficial dijo que todo lo
que había en el quinto piso del Edificio Seis también había sido
destruido por el intenso calor. Desde una caja de alta seguridad hasta
los papeles se quemaron.
Pero unos meses después se anunció que de había desbaratado a una
banda de narcos colombianos, luego de recuperar una evidencia clave.
"Recuperaron cassettes con escuchas telefónicas, fotos de vigilancia y
evidencia crucial, todo de la misma caja del quinto piso que se había
quemado", contó Sonnenfeld.
¿Hubo alguna situación similar?, le preguntó LA CAPITAL
- Sí. Cuando la Casa de la Aduana estrenó su nuevo edificio en la
plaza Penn de Manhattan colgaron orgullosos en la pared del lobby la
gran insignia redonda del Servicio de Aduana de los Estados Unidos,
recuperada milagrosamente y en impecables condiciones del colapsado e
incinerado edificio original.
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