Estas instrucciones de uso tienen por objeto salvarles la vida a alguno de los muchachos güevones que seguirán jugando a la guerra
por órdenes y para beneficio de una casta de comemierdas que aspiran a
ser presidentes, ministros o multimillonarios, mientras a ellos les
darán algunas limosnas, les masajearán el ego llamándolos "guerreros de
la libertad" y toda esa paja peliculera que quiere hacer parecer heroica
esa danza peligrosa y ridícula.
Van en primer lugar unos datos técnicos para quienes no los manejan, y
créanme que hay muchos que no los manejan, y muchos otros que sí pero
andan haciéndose los güevones para seguir enfermándole el cerebro a
quienes imploran que se lo enfermen. Al ignorante hay que otorgarle el
beneficio de la duda; al hijo de puta que tiene información y la oculta o
la deforma para seguir estimulando el odio y la violencia no debe
dársele ni agua.
Los morteros son uno de los muchos artificios pirotécnicos inventados
por los chinos como material bélico, y luego perfeccionados y
"domesticados" para su uso en algunas fiestas populares. Así funcionan
muchas culturas humanas: primero la muerte y después la diversión. Hay
gente a quien le espanta la guerra pero goza un mundo con su simulacro;
por una ridiculez tan ridícula como instalarse a hacer estallar pólvora
se gastan millones de dólares en todo el mundo, y millones de personas
han resultado muertas o mutiladas porque casi siempre lo que suena a
guerra destruye y asesina, así sea jugando.
Los morteros constan de una pelota de cartón y papel (y parece que
últimamente de plástico) que tienen una mecha en un extremo y dos cargas
de pólvora adentro; están diseñados para estallar dos veces. La primera
explosión hace salir disparado el mortero (la pelota con su segunda
carga de pólvora) en una dirección, la misma dirección de la mecha. La
segunda es la explosión mayor, la que escucha todo el mundo en las
celebraciones y cohetazos. Cuando uno quiere lanzar un mortero debe
meterlo en un tubo para que la primera explosión impulse la pelota en la
dirección que uno desea (casi siempre hacia arriba); si prendes un
mortero y lo sueltas por ahí donde caiga no se sabe para dónde va a
agarrar y es muy probable que te mate. Y ya sabemos que tú no te quieres
matar, por favor: tu objetivo es matar a otro muchacho como tú.
Cuando uno activa un mortero debe meterlo en un tubo tapado por un
extremo y abierto por el otro, y debe poner ese tubo en el suelo, o
agarrarlo de manera que no haya nadie atrás, porque la primera explosión
va a liberar energía y fuego hacia allá. Lo que le pasó a Neomar fue
que agarró el tubo, se lo puso en el pecho en la posición que asumen los
que van a disparar un arma larga, y la primera explosión le destrozó el
pecho. La segunda explosión ocurrió encima de los policías, como puede
verse en el video que ya fue difundido.
ÚLTIMA HORA | VIDEO - El momento exacto cuando el joven Neomar Lander, de 17 años, pierde la vida en Chacao #7Jun pic.twitter.com/EqYrDEiwFy— Alberto Rodríguez (@AlbertoRT51) 7 de junio de 2017
Como se ha puesto de moda entre los enviados del fascismo, criminales
e inocentes, eso de lanzarles morteros a los guardias, entonces al tubo
lo llaman "bazuca". Las bazucas tampoco se apoyan en el pecho sino que,
como puede verse en cualquier video, se ponen encima del hombro, por
las mismas razones descritas arriba.
La furia
Así debe usarse un mortero. Ahora, ¿cómo se usa la energía humana
cuando se acumula y va convirtiéndose poco a poco en furia, y más tarde
(si no encuentra vías de escape) en odio y luego en impulsos
destructivos o autodestructivos? Las cargas interiores estallan dos
veces, como los morteros: la primera vez para movilizarte en busca de tu
meta, y la segunda vez para concretar tu plan cuando estás ya frente a
tu meta. Ese fuego interior es como la energía de los ríos atrapados en
represas: si lo sabes usar puede trabajar para ti y en beneficio de
mucha gente. La energía, las ganas, la necesidad del cuerpo de drenar
las cargas interiores hay que liberarla, drenarla de alguna manera, no
dejarla atrapada ahí dentro.
Hay manifestaciones edificantes y gratas de la furia, que muchos
prefieren llamar pasión. El sexo es mucho mejor cuando uno tiene mucho
tiempo con ganas de agarrar a aquella hembra y destrozarla. Como
socialmente es muy desagradable y mal visto eso de decir que uno va a
destrozar a una hembra entonces los deseos se acumulan todavía más, y
entonces cuando por fin se da la oportunidad en efecto va y destroza a
la tipa. Si ese momento no llega ya tú sabes que el cuerpo humano diseñó
formas de autoliberación de esos anhelos.
De la misma manera y mediante el mismo proceso mental y de manejo de
la energía, si a un trozo del país le recalientan la oreja
permanentemente con el cuento de que hay que acabar con el gobierno, que
los chavistas merecen la muerte, "los vamos a buscar hasta debajo de
las piedras" y ese tipo de etcéteras que ya sabemos, llegará un punto en
que el odio represado buscará estallar en cualquier dirección. Ha sido
el "trabajo" más sucio del fascismo: desinformar y mentirle a una
población que ya decidió drogarse con la mentira y las noticias
trucadas. Cuando tienes a una población enferma, capaz de creer que el
chavismo asesina con unas bombas lacrimógenas que estallan y producen
incendios, ya puedes convertir el linchamiento de chavistas en
expectativa y promesa. El fascismo estimula la acumulación de rabias y
deseos de venganza en una parte de la población que no es o cree no ser
capaz de perpetrar hechos criminales, hasta que la convencen de que
matar chavistas no es malo y de paso le dan un chance para que lo haga.
Ya hay suficientes testimonios de vecinos que le juraron la muerte al
chavista de al lado "cuando caiga este gobierno". No hay en el discurso
antichavista ninguna media tinta ni referencia al futuro en la cual los
chavistas tengamos derecho a nada que no sea una bonita tumba en
cualquier charco. La fantasía de los Guevara, Capriles, López, Tintori,
Smolanski, Pizarro y Machado es el orgasmo de la Venezuela encendida a
golpes, candela y cuchillo para acabar con nosotros, a gran escala,
cuadra por cuadra y casa por casa. Ese monstruo se está incubando y
moldeando en la agenda sifrina, la que quiere entregarle el país a las
hegemonías empresariales: el feto del conflicto generalizado de pueblo
contra pueblo.
Esto no es el preludio de una guerra civil, es apenas uno de sus
ingredientes. Tal vez el circo permanente del este de Caracas funcione
como drenaje y masturbación para un sector de la sociedad, pero las
ganas represadas están cogiendo impulso en muchas otras partes. Gente
que cree que, cuando le digan que llegó la hora, puede venir a
degollarnos y prendernos candela así tan fácil y tan sabroso. No es
tiempo de cierres optimistas, así que cierro este artículo aquí.
Mision Verdad
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