Estas son las monedas de Zimbabwe, país que en 2008 rondaba 238.000.000.000% de hiperhinflacion |
El ataque a la moneda es un arma de larga data. Forma parte del arsenal
en las guerras no convencionales. De todas, es la más poderosa. Y como
toda arma masiva, no discrimina.
Al manipular el valor de las monedas y “depreciarlas”, encarecen todos los bienes importados, sean éstos insumos para la producción o para el consumo final. Las estructuras de costos se modifican y con ellas los precios de todos los bienes y servicios de la economía. El objetivo del ataque es desencadenar la hiperinflación.
El aumento de los precios en más de 50% mensual, que es como se define la hiperinflación, tiene efectos devastadores: pulveriza el salario; contrae la producción; hace insuficiente el presupuesto público de gastos generando déficits fiscales; escasea el efectivo; estimula el acaparamiento; y por si fuera poco, la brecha cambiaria que se genera cuando manipulan la moneda, incentiva el contrabando de extracción.
El arma actúa psicológicamente sobre las expectativas de los agentes económicos quienes al observar continuas depreciaciones de la moneda, adaptan sus decisiones referenciándose, cada vez más, en ese tipo de cambio para marcar todos los precios.
Históricamente esta arma ha sido utilizada por el imperialismo con dos objetivos:
1) Derrocar gobiernos que representan una amenaza inusual y extraordinaria para la hegemonía de los grandes capitales, por ejemplo, los países europeos entre las guerras mundiales, siendo Weimar un ejemplo representativo; Nicaragua, 1988; Zimbabwe, 2008; Venezuela hoy.
2) Dolarizar: práctica de neo colonización que busca perpetuar la dependencia económica. Entre muchos, figuran Ecuador, 1999 y Argentina, 1990. No olvidemos que los dueños del dólar, no son el gobierno norteamericano ni mucho menos su pueblo. Los propietarios de la Reserva Federal son 8 magnates.
Hoy nuevamente accionan su principal arma. Los blancos son las monedas y los pueblos de Venezuela, Yemen, Irán, Turquía, Argentina y, quizás pronto, Brasil. En nuestro país, el ataque al bolívar ha sido 318.860.365% desde el 2013. Las demostraciones teóricas y empíricas de lo aquí escrito están en el libro Hiperinflación.
Al manipular el valor de las monedas y “depreciarlas”, encarecen todos los bienes importados, sean éstos insumos para la producción o para el consumo final. Las estructuras de costos se modifican y con ellas los precios de todos los bienes y servicios de la economía. El objetivo del ataque es desencadenar la hiperinflación.
El aumento de los precios en más de 50% mensual, que es como se define la hiperinflación, tiene efectos devastadores: pulveriza el salario; contrae la producción; hace insuficiente el presupuesto público de gastos generando déficits fiscales; escasea el efectivo; estimula el acaparamiento; y por si fuera poco, la brecha cambiaria que se genera cuando manipulan la moneda, incentiva el contrabando de extracción.
El arma actúa psicológicamente sobre las expectativas de los agentes económicos quienes al observar continuas depreciaciones de la moneda, adaptan sus decisiones referenciándose, cada vez más, en ese tipo de cambio para marcar todos los precios.
Históricamente esta arma ha sido utilizada por el imperialismo con dos objetivos:
1) Derrocar gobiernos que representan una amenaza inusual y extraordinaria para la hegemonía de los grandes capitales, por ejemplo, los países europeos entre las guerras mundiales, siendo Weimar un ejemplo representativo; Nicaragua, 1988; Zimbabwe, 2008; Venezuela hoy.
2) Dolarizar: práctica de neo colonización que busca perpetuar la dependencia económica. Entre muchos, figuran Ecuador, 1999 y Argentina, 1990. No olvidemos que los dueños del dólar, no son el gobierno norteamericano ni mucho menos su pueblo. Los propietarios de la Reserva Federal son 8 magnates.
Hoy nuevamente accionan su principal arma. Los blancos son las monedas y los pueblos de Venezuela, Yemen, Irán, Turquía, Argentina y, quizás pronto, Brasil. En nuestro país, el ataque al bolívar ha sido 318.860.365% desde el 2013. Las demostraciones teóricas y empíricas de lo aquí escrito están en el libro Hiperinflación.
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