Desde el s. XX el mundo es dirigido desde la
sombra por redes secretas de gobernanza. ¿Quiénes son y cómo crearon
este imperio encubierto? Miguel Ángel Ruiz.
El poder ha sido uno de los campos de
investigación más prolíficos desde que se empezase a sistematizar su
estudio tras la Revolución francesa y la Ilustración. En El Príncipe,
Maquiavelo establecía el más básico de los preceptos a la hora de analizar
el poder: que éste no ha de ser siempre evidente para quien lo percibe,
es decir, el secreto es de suma importancia para el buen gobierno de
una nación, al menos si el gobernante quiere hacer cumplir sus
fines, los cuales nunca han de ser desvelados. En este sentido, el
exmagistrado Baltasar Garzón narra en su libro Un mundo sin miedo (Plaza
& Janés, 2005) que los votantes piensan que cuando un político es
elegido presidente del Gobierno, es como una tabla rasa en la cual irá
escribiendo su mandato, pero lo cierto es que desde el día número uno de
su legislatura está completamente hipotecado por los muchos favores que
debe a los grupos e intereses que le han ayudado a llegar al poder.
Por
ejemplo, en las elecciones presidenciales de EE UU, las grandísimas
necesidades de financiación de campañas electorales hacen que sin un
fuerte apoyo empresarial, un candidato prácticamente no tenga
posibilidades de ganar. Tal era el caso de Obama, quien según el escritor e intelectual Noam Chomsky, era el candidato elegido y apoyado por el sistema financiero de Wall Street para ocupar la Casa Blanca. Más tarde, WikiLeaks filtró que el director ejecutivo de Citigroup,
Michael Froman, había enviado un correo electrónico el 6 de octubre de
2008 a John Podesta, entonces consejero de Obama, en el que recomendaba
una serie de nombres que el banco pretendía que ocupasen puestos de
relevancia en el Gobierno. Con un lenguaje exquisito, Citigroup ofrecía a Podesta «un ejemplo de gabinete de gobierno»
donde «obviamente, son posibles múltiples versiones; este es solo un
ejemplo para mostrar cómo podría tener éxito», se argumentaba en el
correo.
En el citado mail se
proponían candidatos a puestos del Departamento de Seguridad Nacional,
Departamento de Defensa, Oficina de Administración y Presupuesto,
Departamento de Educación, Departamento de Salud y Servicios Humanos,
Consejo de Política Nacional, etc. Para regir el todopoderoso
Departamento del Tesoro se deslizaron los nombres de tres viejos
conocidos de la Administración Clinton: Robert Rubin (del Banco Goldman Sachs), Larry Summers (economista jefe del Banco Mundial) y Timothy Geithner (expresidente de la Reserva Federal).
Red de control global
No resulta sorprendente que el obediente Obama colocara a casi todos los nombres de la lista en los puestos que pretendía el todopoderoso banco.
Obama fue elegido el 4 de noviembre de 2008, pero la lista había sido
enviada a Podesta un mes antes, el 6 de octubre. En resumen, el sistema financiero ya había elegido al Gobierno antes de que los ciudadanos estadounidenses votasen movidos por el eufórico lema yes, we can.
La pregunta es obligada: ¿Quiénes gobiernan en realidad, si el
presidente más poderoso del mundo recibe la formación de su Ejecutivo
por correo electrónico? ¿Sabemos algo de ellos? ¿Acaso existía otro
Gobierno formado por distintas personas, pero dependientes de los mismos
intereses económicos, en caso de que el candidato republicano –John
McCain– hubiera ganado las elecciones?
A lo largo del presente
artículo iremos descubriendo los nombres de los individuos que
verdaderamente detentan el poder, y desvelaremos cómo se forman y actúan
los gobiernos secretos. Para ello debemos empezar por conocer su
historia.
En 1945, al final de la II Guerra Mundial, EE UU ocupa una posición privilegiada en el mundo. Ha sido una de las potencias ganadoras y al mismo tiempo es la menos dañada tras el armisticio.
El resto de naciones combatientes, incluso aquellas aliadas que también
han resultado victoriosas, se encuentran en una situación lamentable.
Europa está devastada y la URSS totalmente desangrada a causa de los
terribles combates en el frente del este. El resultado de la guerra otorga a EE UU una posición hegemónica. Por primera vez en la historia, un país está en condiciones de construir un imperio mundial.
Los
gobernantes estadounidenses no tienen tiempo que perder, así que
dividen el mundo en zonas. Las clasifican, estudian y analizan según
sus características sociales, económicas, políticas, militares, etc.,
para luego poner en marcha diversas estrategias a fin de tejer un
control global del planeta. En gran parte se tratará de estrategias
militares, pero no exclusivamente.
Esta visión de las élites de EE UU puede apreciarse con absoluta claridad en El gran tablero mundial (Paidós, 1998),
libro de Zbigniew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional del
presidente Jimmy Carter y uno de los intelectuales de cabecera de las
familias financieras más poderosas del planeta.
Desde 1945, EE UU
ha participado en 201 conflictos armados, entre guerras, intervenciones
militares y golpes de estado. No en vano, mantiene unas 800 bases militares en más de 100 países en todo el mundo.
En varias fases, va dando forma a la política global, desalojando zonas
bajo control comunista en Asia, como consecuencia de la guerra de China
(1945-49), Corea (1950), Albania (1949-1953), etc. En Latinoamérica
pone y quita gobiernos para mantener el control de su patio trasero:
Nicaragua en 1947, Venezuela en 1948, Guatemala en 1953, Chile en 1973,
de nuevo Nicaragua en 1978, etc. África, entonces bajo control colonial
europeo, siempre fue considerado un territorio repleto de recursos
naturales a disposición de Occidente.
Las instituciones del gobierno secreto
En
cambio, los planes para Europa eran diferentes. También se estableció
un control sobre el Viejo Continente, pero en este caso no se optó por
la vía militar. El objetivo consistía en convertir a Europa en un socio
comercial, porque EE UU necesitaba urgentemente ampliar su mercado. Por
eso nace el Plan Marshall, mediante el cual el Gobierno estadounidense
invierte 13.000 millones de dólares de la época para reconstruir Europa y crear las bases de la economía de mercado que beneficiaban a las empresas de EE UU.
Al mismo tiempo, estableció una tupida red de espías en toda Europa,
además de formar una serie de ejércitos secretos formados por antiguos
nazis y militantes de la extrema derecha –que controlaban numerosos
arsenales– dispuestos a entrar en combate en caso de una invasión de la
URSS. Otro de los objetivos de dichos ejércitos secretos era evitar que los partidos comunistas ganaran elecciones,
para lo que no dudaron en amenazar, asesinar y extorsionar a políticos,
periodistas y empresarios, además de organizar un buen número de
atentados de falsa bandera, culpando a grupos izquierdistas de ser los
responsables.
EE UU intervino en cada rincón de Europa. Por
ejemplo, en 1972 Richard Nixon envía al general Vernon Walters a
reunirse con Francisco Franco para hablar sobre el futuro de España y la
transición a la democracia después de su muerte. Su interés consistía
en desgastar al Partido Comunista de España (PCE), fortaleciendo
a un PSOE que los servicios secretos estadounidenses pretendían
controlar. Además, querían usar España como «portaaviones natural» hacia Oriente Medio.
Pero
este imperio que EE UU empieza a diseñar en 1945 es transnacional.
Respeta el territorio de las demás naciones, pero minando su soberanía.
Para ello, empieza a tejer una red de instituciones supranacionales que
sirvan a sus intereses. Así, funda la ONU en 1945, y mediante los
acuerdos de Bretton Woods crea el Fondo Monetario Internacional (FMI) y
el Banco Mundial (BM) en 1944. A su vez, designa el dólar como moneda de
cambio internacional (lo cual es muy importante, porque permite a EEUU
endeudarse casi infinitamente). Se ponen en marcha la OACI (Organización
de Aviación Civil Internacional) en 1944, la Organización Mundial de la
Salud (OMS) en 1948, la OTAN en 1949, la UNESCO en 1945, etc. Al
principio, estos organismos incorporan pocos países, pero
paulatinamente se van uniendo más. Muchas de estas instituciones, a
pesar de estar fundadas mediante declaraciones de intenciones
filantrópicas, como ayudar al desarrollo y al entendimiento de los
pueblos, en realidad se perfilaron como herramientas de control, de
«poder blando», en las que rápidamente se empieza a dibujar una
brecha norte-sur y una asimetría de poder, como por ejemplo los
derechos de veto en la ONU por parte de las cinco grandes potencias
nucleares. Por otro lado, los distintos organismos, aun cuando respetan
el territorio nacional, van orientando la ideología del mundo según los
intereses de los poderosos. Por ejemplo, la OTAN se crea, entre otras
cosas, para involucrar a otros estados en el enorme gasto militar que
supone el control mundial.
A la vez, mientras se están poniendo
las bases de estas «instituciones visibles», se empieza a tejer otra red
de poder, de diplomacia secreta o, si se prefiere, discreta. En 1954
nace el famoso Club Bilderberg –bajo el impulso de Josef Retinger–, en
principio con la excusa de combatir el antiamericanismo que el Plan
Marshall estaba causando en Europa. El objetivo del Club no es gobernar
el planeta, sino formar un foro a muy alto nivel entre los dirigentes
políticos y económicos del mundo occidental. Retinger también fue uno de
los principales responsables del nacimiento de la Unión
Europea, no como contrapoder a EE UU, sino como un mercado en el que
pudieran expandirse las empresas estadounidenses.
No hay comentarios :
Publicar un comentario