El chavismo funciona mejor bajo presión,
y lo estimula más la competencia que el arte solitario o el boxeo de
sombra. Las fintas frente al espejo no lo seducen. Un rutinario
simulacro electoral se convirtió en un extraordinario fenómeno político
porque la derecha le antepuso un plebiscito en términos de ultimátum, de
todo o nada, de juicio final y tarde de Rosalinda. “Lo malo no es el
lanzazo sino el que no lo retruca”, canta un Florentino rojito.
La avalancha participativa del chavismo
el domingo 16 de julio también la dispararon la grosera campaña
mediática nacional e internacional; la herejía eclesiástica de poner a
guarimbear a la Divina Pastora, la Virgen del Valle y a La Chinita; la
ventajista “honorabilidad” de los rectores universitarios de la derecha,
más la reacción anticonstituyente de la OEA, la Unión Europea, el
imperio y sus cachorros. Alguien ironizó que el chavismo come casquillo.
Será.
Antes de que se elija la Asamblea
Nacional Constituyente el próximo 30 de julio, la derecha saboreó por
adelantado su derrota frente a un simple simulacro. Su plebiscito le
resultó amargo, no solo porque “no logramos los objetivos”, sino por
sacar a los chavistas a votar hasta debajo de las piedras. La propaganda
que le han hecho a la ANC, desde Donald Trump hasta Urosa Savino, es
insuperable. “Gracias medios de comunicación”, dijeron en 2002 los
antichavistas, y la historia vuelve a repetirse, pero al revés.
La Iglesia olvidó hasta las formas y
prestó templos y casas parroquiales a la derecha, en un hecho inédito e
insólito, grotesco. No le funcionó. Fue la gran derrotada del domingo,
milagro inverso que le debe a la CEV. Los alienados que creyeron el
cuento de un “dictador” solitario, se sorprendieron al ver al pueblo
chavista en las calles. “¿Ese es el tal Rondón?”, se preguntaban con
pánico. Entendieron que no se trata solo de “tumbar” a Maduro, sino de
derrotar a ese pueblo que salió de todos los rincones de la patria.
Si el proceso constituyente es hoy un
fenómeno arrollador y victorioso, ello se ha de agradecer al fallido
plebiscito de la derecha. ¡Ah, y a Donald Trump!
Profesor UCV
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