Los controles en la frontera del lado venezolano no han cesado y se ha puesto dificil la situación para los habitantes que no tienen como comprar los productos de su propio país por los altos costos |
En el noreste de Colombia a lo largo de la frontera con Venezuela, la
mayor parte de la comida que se consume se trae de otras partes, y en
estos tiempos es difícil de conseguir debido a los controles del lado
venezolano.
El gobierno de Venezuela persigue a los contrabandistas que venden
los artículos baratos y controlados del país de este lado de la
frontera. El Gobierno ha decomisado enormes cargas con alimentos de todo
tipo, desde papas hasta arroz. Sin embargo, esos controles tienen
consecuencias imprevistas en el estado de la Guajira, donde viven
algunas de las poblaciones más vulnerables de Colombia.
“Ahora todo es muy caro”, dijo Enrique, una de los casi 90,000
nativos wayúu que viven en la región. El arroz, la mantequilla y el
azúcar que llegaban desde Venezuela han desaparecido, dijo la anciana, y
en las últimas semanas los precios de estos productos casi se han
duplicado.
En un reciente fin de semana, la Patrulla Aérea Civil de Colombia, la
Fundación Juan Felipe Gómez Escobar y Conexión Colombia llevaron
médicos voluntarios al área.
En dos días, unas 1,365 personas fueron atendidas en una escuela
rústica donde los médicos hacían chequeos gratuitos y entregaban
suplementos nutricionales. Desperdigados en la muchedumbre de rostros
ajados y ropas de colores había niños con evidentes síntomas de
malnutrición: baja estatura, barrigas hinchadas y cabellos desteñidos.
“Yo diría que desde 1999, no había visto tantos casos de una
malnutrición tan severa concentrados en un área”, dijo Mónica Rodríguez,
pediatra que lleva largo tiempo trabajando en el grupo. “Desde el punto
de vista médico, va a ser muy difícil poder rehabilitar a algunos de
ellos”.
Sin ingresarlos de inmediato, algunos de los niños podrían morir, predijo Rodríguez.
Sin embargo, la crisis en la frontera no es el único factor que provoca el hambre.
Durante
largos años, el área ha estado abandonada por las autoridades y una
prolongada sequía ha dejado los pozos salobres y secos. La oficina del
defensor de oficio dijo que la Guajira tiene la tasa de malnutrición más
alta de todo el país con un 11.2 por ciento. De igual modo, 48.5% de
todos los niños colombianos que mueren de diarrea y deshidratación son
de esta área.
Las autoridades indígenas locales dicen que unos 4,700 niños wayúu han muerto en los últimos cinco años.
“Tenemos muchas crisis juntas”, dijo Carlos Costa Medina, del
Departamento de Salud de la Guajira. “Tenemos una pobreza crónica, falta
de agua y la situación social en Venezuela”.
Aunque el área es rica en petróleo y carbón, poco dinero se queda en
la comunidad. La Guajira tiene una de las tasas de pobreza más altas del
país y muchas personas se ganan la vida cuidando chivos o vendiendo
carbón. En ese sentido, la política socialista de Venezuela de mantener
baratos los precios de los alimentos es una constante aquí.
Costa estima que cerca del 90% de los alimentos de la región vienen
del otro lado de la frontera. Sin embargo, Venezuela no puede culparse
por limitar su ayuda humanitaria ya que tiene sus propios y graves
problemas.
Los precios draconianos del país y los controles del dinero han
generado enormes incentivos para los contrabandistas. Debido a ello, los
estantes en los supermercados en Venezuela están con frecuencia vacíos
porque los productos terminan aquí. Las autoridades estiman que
aproximadamente 40% de todos los productos nacionales se sacan a través
de la frontera común de 1,274 millas.
En agosto, el presidente venezolano Nicolás Maduro puso en vigor
nuevas medidas para eliminar el negocio ilícito, entre otras cerrar los
cruces de la frontera por la noche. Desde entonces, el país ha
decomisado 3,879 toneladas de alimentos y 1,068 toneladas de comida para
animales, dijeron las autoridades. Los guardias fronterizos también han
detenido a 596 personas. Hace poco, el gobierno anunció que mantendría
cerrada la frontera por la noche durante tres meses más.
Pero incluso con estas medidas, hay indicios de que la ilegalidad
sigue. Uno de los productos más preciados a todo lo largo de la frontera
es la gasolina. El petróleo de Venezuela es uno de los más baratos del
mundo a cinco centavos el galón y el gobierno calcula que 100,000
barriles diarios salen a través de la frontera. En las calles de Uribia,
a unas 70 millas de la frontera, los llamados pimpineros venden sin
esconderse gasolina venezolana en recipients diversos y botellas de
Coca-Cola.
Hace apenas unas semanas, un galón de gasolina costaba cerca de
$1.50. Ahora, se está vendiendo a razón de $3, barato, sin embargo,
según los estándares colombianos.
“No creo que haya una actividad ilícita que rinda más que el
contrabando”, dijo Magdalena Pardo, directora de la Cámara de Comercio
Colombiana-Venezolana.
El contrabando, sobre todo de alimentos, artículos de personal y
gasolina, ha causado un gran daño en la economía local, lo que ha hecho
que les cueste trabajo a las compañías colombianas establecerse, dijo
Pardo.
“Se trata de una competencia con gran desventaja”, dijo Pardo. “Es un
gran problema y vamos a tener que enfrentarlo desde todos los ángulos”.
Sin embargo, mientras más rígidos son los controles, más dura es la
vida para los habitantes de la Guajira. Los comerciantes locales dicen
que los precios cada vez más altos del petróleo de contrabando están
afectando mucho los precios de los alimentos, toda vez que los
camioneros y rastreros aumentan los precios.
Una vez a la semana, Inés Uriana, de 54 años, se sube a su mula a las
3 a.m. y viaja unas tres horas hasta el pueblo más cercano para vender
carbón y comprar comida. Por 10 bolsas de carbón, gana unos $15, pero
últimamente, dijo, hay menos alimentos que llevar a la casa.
Uriana no conocía los severos controles de la frontera pero sí sabe
que los alimentos que antes venían de Venezuela ahora son más difíciles
de obtener.
“Todos los precios han subido”, se lamentó la mujer. “La vida se ha puesto muy dura”.
Con información de El Nuevo Herald
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