El FMI dijo sobre la economía venezolana que “los modelos tienden a
apuntar hacia la estabilización, pero no a la recuperación”. Aunque
parece una mala noticia, en las condiciones actuales de nuestro país tal
expresión resulta incluso alentadora. Como dicen por ahí, algo es algo.
Está claro que algunos sectores comerciales, así como las consultoras
locales, perciben una apertura de oportunidades a partir del conjunto
de medidas que el Gobierno ha tomado desde el año pasado en materia de
aranceles, permisología, circulación de moneda extranjera, la llamada
“disciplina fiscal”, y una abierta voluntad de emprender “un modelo
autorregulado”, como lo denominó el presidente Nicolás Maduro. O sea, se
ha propiciado un “clima de confianza” y los “incentivos” para la
inversión que tanto han reclamado economistas, gremialistas y asomados
durante no pocos años.
Tan es así que la compañía Ron Santa Teresa abrió en la Bolsa de
Valores de Caracas un ciclo de ofertas accionarias con la intención de
recaudar capital para ampliar su producción. Lo propio está haciendo un
conjunto de actores económicos que informaron estar impulsando una
“cámara de emisiones de acciones creada en diciembre”.
Horacio Velutini, cabeza del Fondo de Valores Inmobiliarios, dijo en
el marco de estos eventos: “Sí creo que Venezuela está entrando en un
ciclo de apertura económica liberal. Tenemos 15 años de una economía
controlada y resulta que liberaron un poco las amarras y todavía no nos
hemos acostumbrado a eso”.
Así mismo, la ANC aprobó la creación de una Cartera Única Productiva
Nacional que unificará la dirección de los créditos de la banca pública y
privada para impulsar los sectores agroalimentario, manufacturero,
turístico, salud e hipotecario.
También se realizó una reforma del Código Tributario que, entre otras
cosas, establece el cobro de impuestos a transacciones en divisas y el
cobro de sanciones tasado en euros. El Estado busca elevar la
recaudación y aprovechar también el “nuevo modelo”.
Uno no puede sino desear que todo salga bien. Lo que falta por
aclarar es el esquema de protección social que acompañará este impulso
económico, de manera que los números de la economía se correspondan con
indicadores sociales y los fantasmas del neoliberalismo no asedien y
espanten todos nuestros buenos deseos.
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